Una pareja se besa. /
Arranquemos con un una aclaración: no es lo mismo excitación que deseo. Tal como explican Marilén Garcerán y Paola Obrador, expertas del Instituto Psicología-Sexología Mallorca y miembros de Saluspot , la excitación es consecuencia de algún tipo de estimulación que despierta en nosotros las sensaciones y reacciones propias de esta fase: aumento del ritmo y la presión sanguínea, así como de la tensión neuromuscular, posible endurecimiento de los pezones y del clítoris/pene, así como sensación de bienestar y abandono.
Así, las expertas aseguran que la estimulación erótica que acompaña a la excitación puede provenir de cualquier canal: visual, auditivo, olfativo, gustativo, táctil o mental. En el caso de la excitación, las doctoras aseguran que es posible establecer muchas diferencias entre cada persona, momento y situación. En líneas generales, estas serían las manifestaciones físicas:
En el hombre: ligera elevación testicular e inicio de erección del pene.
En la mujer: engrosamiento de labios menores, ligero abultamiento del clítoris, engrosamiento de las paredes vaginales, lubricación y “rubor sexual”.
Otra de las percepciones aceptadas en este sentido es el hecho de que los hombres sean, en general, más visuales y genitales, y las mujeres sean más mentales y prefieran la estimulación de todo su cuerpo y no tan específicamente los genitales. En cualquier caso, aclaran que no se puede generalizar, y si hay hombres y mujeres que no responden a este patrón no por ello tienen ningún problema o disfunción.
Con el deseo sí que existen diferencias más claras en función de si se trata de un hombre o una mujer. Al inicio de una relación de pareja, el tipo de respuesta sexual femenina se asemeja a la masculina, donde primero aparece el deseo, luego la excitación, posteriormente la meseta, seguida en ocasiones de orgasmo y, finalmente, la fase de resolución.
Una pareja. /
Pero a medida que avanza la relación de pareja, muchas mujeres, por una cuestión biológica, no voluntaria, ven cómo su deseo no provocado, aquel que aparecía sin hacer nada (el deseo más influido por hormonas que por estimulación) se va reduciendo poco a poco. Aquí suelen aparecer los problemas de deseo, ya que tanto ellas como ellos esperan que ella tenga deseo de forma espontánea sin tener que hacer nada para conseguirlo ("igual que pasaba al principio").
Sin embargo, la respuesta sexual femenina más habitual (no la asociada a los primeros meses o años de relación donde las hormonas tienen una influencia mayor) suele iniciarse con la búsqueda de la excitación, con la estimulación erótica o con el deseo de proximidad, y no tanto con la sensación física de que nuestro cuerpo siente deseo de repente.
Las mujeres, tal como aclaran Garcerán y Obrador, pueden experimentar deseo sin nada de lo anterior y, de hecho, lo hacen pero no es lo que les sucede siempre ni más frecuentemente. Por supuesto, también existen mujeres que inician casi todas sus relaciones con la fase de deseo antes de la excitación y eso no implica ningún problema; igual que sucede con los hombres que se puedan sentir más identificados con el patrón de respuesta sexual que se inicia con búsqueda de la excitación más que con deseo.
En definitiva, como concluyen las psicólogas son más las similitudes que las diferencias en cuanto a la excitación y el deseo de hombres y mujeres. Lo importante es valorar que igual que no hay un hombre o una mujer igual que otro o que otra, nuestra vivencia de estas fases también es distinta.