Facebook, Instagram y WhatsApp son del mismo dueño: Marck Zuckerberg, un señor de 32 años. Y esto es un drama. Significa que nuestra vida sentimental pertenece a un solo hombre.
El día que Facebook anunció que compraba Whatsapp, lo vi todo negro. Y recuerdo que alguien en Twitter describió exactamente la magnitud de la tragedia: "Ya veréis cuando Facebook haga vuestra película de WhatsApp...". Ahora ya es una realidad.
Basta con que guasapees con alguien para que su foto aparezca en la galería de los horrores de Facebook bajo la advertencia: "Gente que quizás podrías conocer". Y sí, claro que lo conoces, de Tinder, pero no quieres que meta sus narices en la intimidad de tu Facebook.
Si a los ingenieros de Facebook les da por mezclar en una batidora las conversaciones de WhatsApp y los estados de Facebook podrían ocurrir cataclismos sentimentales. Sin ir más lejos, la amiga de una amiga estuvo una temporada yendo a terapia para desengancharse de Tinder.
La psicoterapeuta le hizo ver que su adicción se debía a un problema de autoestima que se manifestaba en la necesidad de tener a un representante del sexo masculino a sus pies. Léase declarándole su amor a toda hora por WhatsApp. Que debía aprender a vivir sin esas operaciones de acoso y derribo. La amiga de mi amiga decidió entonces tomar las riendas de su vida para superar su adicción a Tinder. Para ello creó una segunda cuenta de WhatsApp que ella controla desde otro terminal. Y en una operación de desdoblamiento se acribilla a sí misma con mensajes de amor y odio. Para hacerlo más verosímil discute y hasta tarda un tiempo en responderse a sí misma.
Puede que esté loca, no digo que no, pero el hecho es que está tan entretenida en sus dimes y diretes que lleva una semana sin abrir el Tinder. Le ha puesto de nombre a su alter ego Mateo y se ha dedicado a ser feliz.
Esta amiga sostiene que, tal y como está el mercado, es mejor hacer ingeniería social digital e inventarse los amantes.
Pero no crean ustedes que se consuela o que ya ha tirado la toalla y prefiere un amante virtual a uno real. No. Su plan es más sofisticado: le ha abierto a Mateo un perfil de Facebook que también actualiza ella. Mateo es un chico majo que ya empieza a tener seguidores. Y en esos seguidores de carne y hueso ve mi amiga el futuro. Un día no muy lejano llegarán a su WhatsApp, cuando Zuckerberg lo mezcle todo, comparta datos y nos deje en bragas ante la humanidad. Entonces ella verá la luz. Los amigos del virtual Mateo serán sus amigos. Y no hay nada más natural que hacerle ojitos a un amiguito de tu ex. Todo se andará.
Ilustración: Maite Niebla.
20 de enero-18 de febrero
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