Hacer que una relación funcione superando la rutina es un trabajo duro, que requiere dedicación y paciencia. El asunto es tan peliagudo que la ciencia ha explorado los hábitos de las parejas más saludables para elaborar una especie de guía de buenas prácticas que promete conseguir convertir una relación tormentosa en una balsa de aceite.
Las lecciones fundamentales son, aparentemente simples, pero difíciles de llevar a la práctica y, sobre todo, de mantener en el tiempo. En resumen se trata de cultivar las siguientes cualidades: empatía y conexiones emocionales fuertes y positivas. Veamos cómo hacerlo, según los científicos.
“Lo más importante que hemos descubierto a través de la Psicología Social y los experimentos de laboratorio de los últimos 15 años es que el secreto de las buenas relaciones, lo que las mantiene fuerte y vibrantes durante años, y enamorarse una y otra vez es la capacidad de reacción emocional mutua”, dice la psicóloga Sue Johnson, autora del libro Hold me tight: Seven Conversations for a Lifetime of Love.
Esa capacidad de reacción emocional tiene que ver con mandar una señal y que la otra persona la reciba, comprenda y responda: La pregunta clave del amor es: ¿Estás ahí para mi? No es simplemente si eres mi mejor amigo, tiene más que ver con la sincronización emocional y con estar atento y en sintonía con el otro. “Lo que hace a las parejas profundamente infelices es la desconexión emocional y la imposibilidad de sentirse seguro con el otro. La crítica y el rechazo generan mucho estrés y el cerebro lo interpreta como una clave de peligro, explica Jhonson.
La sincronía emocional entre las parejas es la base de muchas terapias de pareja en las que se aprende a tener conversaciones donde ambas partes expresen sus necesidades y aprendan a evitar el exceso de críticas. “Las parejas deben aprender cómo hablar de sus sentimientos sin alejar al otro, sino consiguiendo el efecto contrario, acercarlo aún más”, explica la autora canadiense.
De acuerdo con Carrie Cole, directora de Investigación del Gottman Institute, una organización dedicada a la investigación del matrimonio y el desarraigo emocional, la distancia entre las parejas empieza a crecer cuando dejan de hacer cosas para crear positividad entre ellos.
Cuando eso sucede la sensación es que la relación avanza pero sin mucho sentido, sin que apenas se conozcan sus miembros entre sí. El laboratorio Gottman pone el foco de la positividad en “las pequeñas cosas que se hacen con frecuencia”. Desde los setenta llevan estudiando las relaciones de pareja y su conclusión para unirlas más es cultivar las pequeñas rutinas y los puntos de contacto que sirvan para demostrar aprecio. Por ejemplo, es importante elogiar a tu pareja cada día y hacerla sentir especial. Decir específicamente qué adoras en tu pareja, ser explícito y decirlo con frecuencia. Aunque suene cursi funciona.
La antropóloga Helen Fisher, gran conocedora de estos asuntos asegura que después de hacer un scanner del cerebro de varias personas que disfrutaban de una relación de pareja larga y saludable se encontraron tres componentes neuroquímicos esenciales: practicaban la empatía, controlaban sus sentimientos y el estrés y mantenían una opinión positiva sobre su pareja.
En las relaciones felices se trata de empatizar con el otro y de entenderlo, y eso está por encima de querer tener siempre la razón. Para controlar las emociones y el estrés, Fisher recomienda “Cerrar la boca y no dramatizar”. Es mejor salir un rato, ir al gimnasio, leer un libro o llamar a un amigo que entrar en una discusión destructiva e improductiva con tu pareja. Para mantener una opinión positiva de tu compañero, Fisher recomienda minimizar el tiempo que dedicas a buscar los aspectos negativos de tu relación. “Ninguna pareja es perfecta y el cerebro humano es muy bueno recordando y reconstruyendo las cosas desagradables que se han dicho”.
La calidad de la relación de pareja marca la calidad de vida. “Las buenas relaciones no son solo felices y buenas sino que son beneficiosas para la salud y son curadoras, nos hacen fuertes y resilientes. La conexión con la persona que amamos es realmente nuestro única red de seguridad”, dice Jhonson.
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