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Lo de las películas eróticas es otro cantar -y contar-; pero... ¿cómo se las apañan otros géneros para resolver las escenas de sexo que van más allá del petting y se atreven con la masturbación? ¡Hacemos un repaso!
¿Quién no se acuerda de ese flequillo al alza que lucía Cameron Díaz en Algo pasa con Mary? ¿Y del gel fijador? Una forma divertida y desenfadada de afrontar los nervios de esas primeras citas en las que todo lo que puede salir mal...saldrá peor.
Esta saga cuenta con tantos adeptos como detractores, pero es innegable que nos ha dejado algunas escenas desternillantes de las prácticas sexuales más desastrosas (con mención especial al cibersexo y los pasteles)
Dos escenas que dejan un sabor de boca... agridulce. De la masturbación en la ducha a la masturbación en la cama -junto a su mujer-, asistimos a esa última oportunidad que trata de atrapar Kevin Spacey, en busca de la felicidad.
Considerada por muchos una película de culto, muestra a un jovencísimo Jake Gyllenhaal masturbándose en pleno fervor adolescente
Cuenta el director que cuando vio a María Valverde supo que ella debía ser Melissa P., la protagonista de la adpatación del libro erótico Los cien golpes que estaba preparando. Basta con ver la escena de la masturbación en el gimnasio para saber que no se equivocó.
Volver a la vida de la mano de Joan Allen y verla disfrutar -tanto en la escena de la masturbación en la bañera como en el resto del filme- nos hace sonreír siempre.
Nos sumergimos en el universo más almodovariano para bucear por los placeres ocultos de Victoria Abril con este peculiar juguete ¿Alguna vez se te habría ocurrido?
De la risa, a la risa nerviosa y al "Sácame de aquí" puede haber sólo un paso. Y si no, que se lo pregunten a Steve Carell. Eso sí: tercera escena de ducha ¿Qué tendrán los baños que tanto nos gustan?
Es, junto a la escena lésbica que se marca con Mila Kunis, uno de los instantes de mayor voltaje de la película; ese momento en el que Nina (una brillante Natalie Portman) se masturba en la cama de su habitación apretando la cabeza contra la almohada, deja marca.
Y como en el deseo no existen normas... ¿Quién va a decirle a Elisa que es una locura colarse hasta las trancas por las branquias de un hombre anfibio? Pues eso, que cada cual se apañe como quiera (o pueda); y ella, en connivencia con su amado, se deja hacer en la bañera de en La forma del agua.