
Pequeña historia del striptease en siete imágenes
De la legendaria sala de cabaret “Moulin Rouge" a Dita Von Teese, la auténtica reina del “burlesque”, esta es la historia del striptease.
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No sabemos cómo lo debieron llamar en el origen, antes de que el inglés fuera ni siquiera una lengua, a eso de “desnudar” (“strip”) para “tentar” (“tease”), pero sí sabemos a buen seguro que debía tratarse, en lo radical, de una actividad erótica tan antigua como el ponerse algo por encima y que, antropológicamente, debía tratarse de una particular forma de cortejo especialmente asociada al género femenino (lo varonil galantearía de otras maneras).
Del cuándo alcanzó las características, podríamos decir, “modernas” que incluirían el ser realizado como una forma de espectáculo no sólo remitido al ámbito privado sino también expuestas como un divertimento en lo público y que se articula alrededor del hecho del desnudarse pero no a la finalidad del desnudo en sí y realizado sin tener necesariamente la voluntad finalista de interactuar sexualmente con el espectador pasivo, podríamos asegurar que su origen no será anterior al siglo XIX de nuestra era.
Cierto es que ya antes se encuentran vestigios, algunos muy antiguos como la eductora danza con siete velos, que relatan en los evangelios de Lucas, Marcos y Mateo del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana que realizara la “hija de Herodías” (Salomé) frente a Herodes y que acabó con la cabeza de San Juan Bautista sobre una bandeja o algunos grabados del siglo XVIII donde parece que un reducido grupo de personas asisten a una privada y aristocrática celebración en la que una o varias cortesanas se despojan de sus ropas, pero como decimos, el striptease tal y como hoy lo entendemos, debería situar su origen no antes de finales del XIX. Sea como fuera, el origen, la historia y particularidades de este particular y libidinal reclamo merecen algunas menciones.
Según algunos estudiosos, el primer striptease oficial se celebró un 9 de Febrero de 1893 en la mítica sala libertina “Moulin Rouge” de Paris. En realidad, ni siquiera se llamaba “ striptease”, pues se utilizó para designarlo un término francés, “effeuillage” que literalmente significa como verbo “deshojar” pero, metafóricamente, todavía hoy, se emplea de forma transitiva como “desnudarse”. Al parecer, la chica que realizó semejante hazaña llevaría el sobrenombre artístico de “Mona” y su atrevimiento le valdría la sanción nada menuda de 100 francos de la época (vamos, que la debieron dejar en cueros). La excusa para realizar públicamente un desnudo, algo que entronaría con la tradición del “burlesque”, fue una inoportuna pulga que se metió entre sus ropajes.
Otros autores sitúan el origen del striptease en la colonización del Oeste americano. Según estos, el primer striptease oficial de la historia habría tenido lugar en algún teatro no mencionado de Nueva Orleans, a lo largo del mes de Junio de 1861. De la desconocida pionera, no conservamos ni su nombre, pero parece cierto que en los EE.UU. fue donde más cuajó esto del striptease, pues fue el primer país en tener el primer teatro que, a inicios del XX, dedicaba parte de su programación a él; el neoyorkino Teatro Columbia de Broadway.
La que viene en considerarse la primera película porno de la historia, “ Le Coucher de la Mariée” (“El acostarse de la casada”) y que data de 1896, aunque se estrenó en 1903, es básicamente un striptease originariamente de siete minutos aunque sólo nos han llegado dos. La recién casada se desnuda ante la mirada indiscreta de su marido para pasar la noche de bodas (al menos, en esta película porno, sabemos que los protagonistas se casan…).
Tanto el “cancán” (esa frenética danza de faldas al aire que se origina en los cabarets de la clase obrera de Montparnasse, hacia la tercera década del siglo XIX)como el “burlesque”, esas realizaciones teatrales satíricas emparentadas con la “commedia dell’arte”, que buscaban mofarse y ridiculizar determinadas situaciones invirtiendo los valores de lo solemne y lo ordinario y llevando al extremo lo grotesco y la exhibición de piel, parecen haber nutrido, justificado y ayudado a encajar el striptease en sus primeros momentos.
La popularización del striptease empieza a despegar durante la Segunda Guerra Mundial como un espectáculo recomendable para elevar la moral de las tropas norteamericanas. Y es entre las décadas de los cuarenta/cincuenta del siglo pasado cuando, no sólo el espectáculo sino también la denominación de “striptease”,se afianzan popularmente en Europa.Ya en la década de los sesenta existen centros de estudio en Norteamérica y Europa no sólo para abordar este fenómeno sino para depurar sus técnicas, con lo que su enseñanza también se populariza y queda a disposición de cualquiera que quiera probar sus destrezas en estos menesteres… Algo a lo que más tarde que pronto, también se acabarían apuntando algunos varones con finalidades no sólo privadas sino también públicas y profesionales (baste arrimarse a alguna despedida de soltera y preguntar por si hay algún bombero en la sala).
Algunas han sido y son las mujeres que han adquirido cierta notoriedad internacional con un sofisticado estilo apoyado más o menos en el striptease. Desde la norteamericana pero con ciudadanía francesa Joséphine Baker, que fue mucho más que una bailarina que bailaba su “danse sauvage” con el pecho al descubierto y que llegó a ser un personaje clave, respetado, avalado y querido por la alta burguesía francesa por sus implicaciones sociales y políticas en la resistencia durante la II G.M. y en las luchas por los derechos civiles norteamericanos, hasta Dita Von Teese, la auténtica reina del “burlesque” y figura de culto en muchos ámbitos culturales, pasando por la enigmática y sofisticada Mata Hari, la espía más famosa que hizo de sus habilidades en danzas indias y orientales la maldición de más de uno.
El cine no ha permanecido ajeno al fenómeno del 'striptease'. Desde la sugerente interpretación de Rita Hayworth quitándose un guante en la película de Charles Vidor de 1946, “Gilda”, hasta el inquietante papel de Salma Hayek en la propuesta de Quentin Tarantino, “Abierto hasta el amanecer” de 1996, o el legendario striptease de Kim Bassinger en la película “Nueve semanas y media” de Adrian Lyne de 1986, sin olvidar el emotivo y desternillante striptease de chicos de “Full Monthy” (Peter Cattaneo, 1997), son numerosas las veces que el cine convencional ha recurrido a este arte (cuando lo es) del striptease.