El que alguien rechine los dientes mientras duerme o articule discursos más o menos incoherentes dormido como un ceporro es algo que, no por frecuente, deja de ser curioso. Estas alteraciones motoras o conductuales que se producen durante las distintas fases del sueño y que son muy frecuentes en niños reciben el nombre clínico de 'parasomnias' y, entre ellas, además de las mencionadas, se encuentran otras de mayor espectacularidad como los terrores nocturnos (pánico que opera con mucha más intensidad que la reacción a una pesadilla y no viene directamente producido por éstas sino por un cambio en la fase de sueño ), la enuresis nocturna (la imposibilidad de controlar las micciones), la llamada “jactatio capitis nocturna” (el darse cabezazos soñando) y las que se engloban bajo el epígrafe genérico de sonambulismo.

Esta particularidad de la parasomnia del sonambulismo (que, según estimaciones, afecta alrededor del 17% de niños y un 4% de adultos) consiste, como todo el mundo sabe, en realizar actividades motoras y conductuales en apariencia conscientes pero que, en realidad, se realizan, por encontrarse el sujeto dormido, sin conciencia alguna y de forma automatizada de manera que, al despertar, hay un estado amnésico que impide el recordar lo que hubiera sucedido.

Se sabe que, posiblemente, se trate de una alteración del sueño con un marcado carácter hereditario, que incide especialmente en la infancia y tiende a desaparecer (sin hacerlo en todos los casos) con el desarrollo del sujeto, que hay mayor incidencia en hombres que en mujeres y que hay factores que pueden propiciarlo en edad adulta; el estrés, la privación de sueño, estados febriles, el uso de psicotrópicos o consumo de alcohol, ciertas dolencias, etcétera.

Sea como sea, el sonambulismo nos viene fascinando de antiguo y se ha prestado a todo tipo de especulaciones científicas y paracientíficas, fundamentalmente por dos particularidades que el sonámbulo refleja en la realización de sus actos, que pueden ser tan sencillos como incorporarse en la cama o tan complejos como conducir un vehículo. Esas dos cuestiones que nos fascinan y nos pasman hasta el desconcierto y el pavor son, por un lado, su absoluta falta de responsabilidad, pues su voluntad ha quedado anulada en el acto del sueño, y el automatismo que refleja en la secuencia de sus actos o comportamientos.

Al sonámbulo pareciera que esa voluntad no es que se le haya desactivado sino que le ha sido sustraída por algo externo a él mismo, que una extraña fuerza exógena lo haya convertido en un autómata imprevisible, en un títere sujeto al capricho de algo que lo trasciende. Y eso, el que alguien haga algo sin saber que lo está haciendo y sin que, por ello, recaiga en él la culpa derivada de la responsabilidad, es algo que pone los pelos de punta en un orden social que fundamenta la contención de los comportamientos precisamente en el raciocinio y en asumir las consecuencias de los propios actos.

Y es que, como decíamos, estos actos y comportamientos pueden ser sencillos e inocuos pero también pueden, en un número muy pequeño de casos, resultar de una enorme complejidad y extrema violencia (si van acompañados, por ejemplo, de terrores nocturnos). De hecho, la historia judicial ya conoce varios casos de absoluciones en asesinatos (la primera data de finales del siglo XIX) en las que la exención de responsabilidad del sujeto ni siquiera le ha llevado a ingresar en un psiquiátrico, cosa perfectamente lógica pues el sonambulismo no guarda relación alguna con un trastorno o desorden de tipo mental o psicótico.

La sexomnia: ¿qué es y cuántos casos se conocen?

Así, como venimos señalando, un sonámbulo puede hacer cosas de manera absolutamente automatizada y sin que se sepa qué motivación le guía, cosa como como levantarse, vestirse, asesinar a alguien, redecorar la casa o cocinar… Pero también mantener relaciones sexuales. Si lo que realiza es este tipo de actividades, se conoce dentro de las parasomnias que operan con sonambulismo con el nombre de 'sexomnia'. Sobre la incidencia de esta variante en el sonambulismo, no hay ni datos ni estudios que indiquen a qué porcentaje de población afecta (al parecer, hay unos 150 atestiguados en la literatura médica, pero es una cifra meramente simbólica del monto total de posibles casos) ni tampoco sobre su etiología ( las causas que lo pueden producir) y hay que remitirse a las cifras y causas generales ya expuestas sobre sonambulismo en poblaciones adultas.

Tampoco parece ser que el sexómno tenga trastornos sexuales asociados, ni traumas en su sexualidad ni necesariamente alteración psíquica o psiquiatra alguna. Normalmente, su manifestación se circunscribe a expresiones de carácter sexual o gemidos de gozo, intentos más o menos logrados de masturbación e intentos de acercamiento erótico hacia la pareja o personas que se encuentren próximas, pero en algunos casos (insistimos, muy pocos), pueden incluso forzar un coito sin que por ello despierten en cualquiera de las fases de su acto.

Tarea de una sexóloga o sexólogo es el detectar la posibilidad de sexomnia en un o una paciente (personalmente, yo nunca me he topado con un caso así en unos años de servicio) y, en tal caso, el dirigirlo hacia un especialista de trastornos del sueño, pues l a sexomnia, aunque no lo parezca, guarda más relación con la condición de durmiente que con la sexualidad. Aunque tarea nuestra sí es el abordar las problemáticas que ello pueda comportar en la asociación pareja y realizar un seguimiento de los resultados que puedan ir produciendo las distintas soluciones terapéuticas que se apliquen.

"Esto lo hago yo hasta dormido…"

Así que, dicho lo dicho, si en medio del sueño se nos arrima el 'partner' con las intenciones muy claras y sin previo aviso para luego justificarlo con la sexomnia, lo más probable es que sea un jeta al que le ha dado un calentón, pero que sepamos que, como aquello de las meigas, 'haberlas haylas' …Y es que hay alguno y alguna que, con esto del follar, andan tan sobrados que cuando fanfarronean con aquello de 'esto lo hago yo hasta dormido', pues, a lo mejor, hasta tienen razón.

También te interesa...

- Método Kivin: consigue el orgasmo en tres minutos

- ¿Qué es la inteligencia erótica?

- El 'ChemSex': el uso de las drogas en el sexo

- Pero, ¿qué le pasa a la censura con nuestros pezones?

Temas

Sexo