Tema tabú donde los haya. El punto G masculino es aquella caja mágica que muy pocos quieren abrir. Cuando hablamos del punto G femenino, el 'topic' se convierte en un espléndido tema de conversación lleno de 'ohhs' y 'ahhs' en el que ellos se regocijan con sorna porque lo encuentran y estimulan fácilmente y ellas, reconocen que nadie (ni siquiera con masturbación) ha conseguido dar con ese punto de placer. Cavilaciones a parte, al igual que con el squirting, hay cierta parte de la población que afirma que el punto G (para ambos sexos) es solo una invención del mercado capitalista.

El punto G femenino, que supuestamente, está situado en la cavidad vaginal a algunos centímetros de la entrada, pareciera ser el santo grial del placer, sobre todo, cuando el hombre consiguía estimularlo a través de la penetración. La pregunta entonces, derivó: ¿Si las mujeres tenían un punto erógeno que las hacía gritar de placer... los hombres también? Ahí comenzó la búsqueda sobre dónde exactamante (si es que lo había) se ubicaría el punto G masculino.

Vídeo. Pincha en la fotografía para conocer qué tipos y formas de penes existen. / Unsplash

Porque no hay nada que las mujeres puedan tener y los hombres no, los investigadores empezaron a explorar la posibilidad de este punto de éxtasis en el cuerpo masculino.

Los resultados fueron rápidos y dado que el punto erógeno más potente de los hombres es la glándula prostática, se estableció que este sería el punto G (o punto P como lo llaman algunos) que equivaldría al femenino.

¿Cómo se encuentra?

El camino para llegar a esta panacea es lo más tabú de todo el proceso. ¿Por qué? La glándula se encuentra situada entre el ano y los testículos, por lo que para estimularla hay dos posibilidades: la primera y la que menos exaltación le provocará a tu pareja, será la que aboga por un masaje externo, en el que se estimule esta zona de manera suave, con el objetivo de encontrar la glándula mientras se realiza, por ejemplo, sexo oral.

Sin embargo, la posibilidad más polémica (no porque no sea placentera, sino por la reticencia de muchos hombres a probar esta práctica) llega cuando la estimulación se hace de manera interna a través de la penetración, introduciendo los dedos en el ano y masajeando en dirección a la glándula para estimularla y así conseguir un clímax, según los expertos -o los valientes que lo cuentan-, inigualable.

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