"Me duele la cabeza" o "Hoy no me apetece" suelen ser dos de las frases más utilizadas cuando no queremos mantener relaciones sexuales con nuestra pareja. Algo totalmente normal: hay veces que no te apetece y no pasa absolutamente nada. No obstante, cuando la falta de apetito sexual se convierte en algo asiduo, puede ser consecuencia de otro problema más serio.
La ausencia de libido o de deseo en general puede, incluso, llegar a ser un problema que afecte a vuestra relación de pareja, ya que el sexo es una forma más de comunicación que sobre todo, dibuja la línea cuando hablamos de intimidad. Es, básicamente, lo que diferencia a tu pareja de un amigo. Por lo que es importante que el sexo sea sano y satisfactorio para ambos. Pero... ¿Qué pasa cuándo tu deseo se va para no volver? Que debes encontrar una explicación si se prolonga de forma continuada en el tiempo.
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El estrés por el trabajo, episodios de ansiedad, mucho trabajo, sumado a las tareas de la casa o al cuidado de la familia puede provocar falta de deseo sexual, ya que se tiende a priorizar otros aspectos de la vida antes que el sexo. Dedicar un período de tiempo determinado a mantener relaciones sexuales no significa una pérdida. Es decir, no deberías sentir que la hora invertida en disfrutar con tu pareja podrías haberla invertido en algo más 'útil'. La solución no es fácil, pero se encamina a elegir primero las acciones que te hagan sentir bien. Empieza por pequeñas cosas primero, pero poco a poco conseguirás sacar tiempo para todo si te organizas.
Si únicamente consideras como 'exitosa' una relación sexual en la que llegas al orgasmo de forma rápida, estás muy equivocada. El objetivo principal de una relación debería ser disfruta. Hay veces que no se alcanza el clímax pero que la relación es satisfactoria porque has sentido sensaciones distintas o nuevas. La clave es conocer tus gustos: qué te hace sentir bien, qué te encanta, qué no... así podrás hablar con tu pareja de forma libre, sabiendo qué es lo que te hace disfrutar.
Las inseguridades siempre desencadenan comportamientos que impiden que la relación sexual sea satisfactoria del todo. Si estás pendiente todo el tiempo de lo que siente la otra persona no disfrutarás del todo, y debido a esto, no te sentirás completamente a gusto y será más complicado que disfrutes y llegues al orgasmo.
La comunicación es la clave. Hablar, hablar y hablar de lo que te gusta y de lo que no. Tu pareja no es adivino, por lo que necesitará algún tipo de guía a la hora de mantener relaciones y saber lo que te hace sentir bien y lo que no. Si no te gusta hablar del tema o expresar de forma explícita lo que te gusta, puedes hacérselo saber a tu pareja mediante gestos o guiando su mano hacia tus zonas erógenas.