Por cada euro que un creador gana en el mercado del arte, una artista obtiene 10 céntimos. Puede que estemos ante la descompensación de valor en razón del sexo más escandalosa, un desequilibrio incomparable en otros ámbitos donde también se ha registrado una entrada tardía de las mujeres. "Las mujeres no pintan demasiado bien" , sostuvo el artista alemán Georg Baselitz en una entrevista para el diario 'The Guardian', en 2015. "Es un hecho: el mercado no miente", insistió. El dato es incontestable. Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci , se vendió por alrededor de 450 millones de dólares. Georgia O’Keeffe , la artista más cara, no llega a los 45.
Si salimos del marco incomparable de los grandes maestros y nos limitamos al arte contemporáneo , la brecha continúa abierta. Un Jeff Koons puede llegar a valer 91 millones de dólares, mientras que cualquier obra de Jenny Saville , la artista viva que posee el récord, no superará los 12,5. Se trata de la misma proporción de 10 a 1 que encontramos en prácticamente todos los niveles de la jerarquía del arte, desde la galería más humilde hasta Art Basel. Según el estudio de Helen Gorrill 'Women Can’t Paint' ('Las mujeres no saben pintar'), la obra femenina vale la décima parte que la masculina. El dato, efectivamente, es incontestable. Lo que sí se puede rebatir es la explicación del dato. ¿ Y si no es exactamente la calidad lo que premia la inexpugnable mano invisible?
Los tests que se han realizado para detectar sesgos en la valoración de las obras de arte son tan escandalosos como la brecha de género del mercado del arte. La profesora de economía en Oxford, Renée Adams, pidió a los participantes que identificaran el género del autor de diez obras de arte, algo que lograron hacer el 50% de las veces. Claramente, es imposible adivinar este dato mediante la simple observación. Además, mostró a un grupo de coleccionistas una pintura creada mediante Inteligencia Artificial . Si la atribuía a un hombre, gustaba más a los compradores que si la atribuía a una creadora.
Este sesgo de valoración , de alguna manera presente en todos los sectores que tienen que ver con lo intelectual y lo creativo, parece estar deshaciéndose lentamente. Se trata, indudablemente, de un cambio cultural a largo plazo , pero que viene acompañado por acciones institucionales que lo sustentan. Por ejemplo, la de los museos que tratan de equilibrar sus colecciones comprando más obra de las artistas. Es la mejor herramienta para revalorizar sus piezas. Aún así, algunas galerías penalizan a las artistas si se quedan embarazadas . Sostienen que al dedicar menos tiempo a producir obra, su cotización en el mercado está condenada a decaer. Suena a profecía autocumplida.
20 de enero-18 de febrero
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