Nos pasamos el día tomando decisiones: desde lo que consumimos y lo que comemos, a cómo invertimos nuestros ahorros o cómo gestionamos nuestra carrera profesional. Y lo hacemos, la mayoría de las veces, con menos certezas que intuiciones. Como pese a las promesas futuristas de la inteligencia artificial todavía no somos capaces de predecir el futuro, la mejor manera de hacerlo es, paradójicamente, mirar al pasado y entender el secreto de lo perdurable. Es lo que se conoce como efecto Lindy y puede aplicarse a practicamente todo.
La regla, en realidad, es sencilla: que algo haya perdurado en el tiempo, significa, seguramente, que también lo hará en el futuro. En otras palabras: cuanto más viejo es algo (sea una tecnología, un producto o una idea) mayor será también su esperanza de vida a partir de ahora. Según esta teoría esa longevidad demuestra, también, resistencia al cambio, a la obsolescencia y a la competición.
Su autor es el controvertido estadístico y filósofo de origen libanés Nassim Nicholas Taleb, que desarolló su teoría en el libro de 2012 Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden. «Para lo perecedero, cada día adicional en su vida se traduce en una esperanza de vida adicional más corta. Para lo no perecedero, es justamente al revés», explica el intelectual.
La idea de Taleb partió, en realidad, de un artículo publicado en 1964 en la revista The New Republic y firmado por el autor estadounidense Albert Goldman. El reportaje narraba las acaloradas discusiones entre los actores neoyorquinos que se reunían en la tienda de delicatessen Lindy´s para debatir sobre la fórmula más efectiva de tener una carrera longeva en el show business. La creencia popular era que la fecha de caducidad del artista era proporcional a su nivel de exposición. Taleb, simplemente, elevó la anécdota a categoría.
«El efecto Lindy consiste en dejar que el tiempo sea el validador de la calidad de un producto. Cuando algo lleva 200 años en el mercado implica que ha conseguido convencer a generaciones que tienen maneras distintas de pensar y perspectivas muy diferentes. Es un principio de seguridad», explica el experto en estrategias de marketing Eduardo Celorio.
«Puede aplicarse al consumo, pero también a la ficción; funciona tanto para los mejores vinos como para una marca de relojes como Rolex», explica Celorio. Otro ejemplo: los edificios que perdurarán en una ciudad. Según el efecto Lindy esa catedral que ha visto pasar los siglos (y las guerras y los incendios) es una apuesta mucho más segura que la última obra del último arquitecto estrella.
La música es otro ejemplo perfecto: ahí están Beethoven o Mozart, pero también los Beatles, para demostrarlo. Igual que los libros. Según el efecto Lindy si una obra se ha publicado durante un siglo, probablemente, se seguirá editando dentro de cien años. De hecho, según Taleb, la regla de tres es sencilla: «Las cosas que han existido durante mucho tiempo no envejecen como las personas, sino a la inversa. Cada año que pasa sin que desaparezcan duplica la esperanza de vida adicional».
En el mundo de la empresa, de los negocios o del emprendimiento el efecto Lindy puede ser útil para preveer la esperanza de vida de un determinado producto o servicio, pero también para adivinar el porvenir de un sector empresarial concreto. Y eso puede ser muy útil si, por ejemplo, estamos valorando cambiar de trabajo y desarrollar nuestra carrera profesional en una industria diferente a la actual.
¿Haríamos mejor en ignorar las tendencias? « No hay que ignorar ni despreciar las tendencias. Tampoco hay que adoptarlas automáticamente solo porque lo sean. Debemos observarlas, estudiarlas y actuar con cautela. Además, hay que tener una cosa en cuenta: ser pionero implica abrir un nuevo mercado desde cero. Siendo el segundo o el tercero ya no tienes que explicarlo todo y tu negocio también puede funcionar fenomenal«, explica Celorio, que apunta a un indicio util para identificar tendencias actuales que sí podrían lindyficarse. «Cuando una herramienta cambia el estatu quo, aporta una nueva forma de hacer las cosas y su adopción no requiere mucho esfuerzo, puede dar luego al efecto Lindy». ¿Por ejemplo? «Ahora mismo el ejemplo más claro es, sin duda, la inteligencia artificial generativa», concluye el experto.
20 de enero-18 de febrero
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