El nerviosismo de un nuevo trabajo, especialmente cuando requiere tareas más complejas y nos obliga a salir de nuestra zona de confort laboral , puede ser muy intenso. Si le sumas el síndrome de la nueva de la clase , la sensación de que todo el mundo está pendiente de ti, se entiende que nos invada una rigidez que no nos representa ni nos ayuda de ninguna manera. ¿Podemos evitar atenazarnos así?
Algunas encuestas señalan que el 60% de los managers piensan que el mayor reto en un nuevo trabajo es integrarse : no solo aprender rápidamente cómo funcionan los flujos de trabajo sino conocer a jefes y compañeros. Conforme vayamos acumulando ese conocimiento irá disminuyendo el estrés, un efecto colateral que será menor conforme se movilice la inteligencia emocional . Ahí está la herramienta que marca la diferencia. Harvey Deutschendorf, experto en este área, subraya tres trucos .
1. Sintoniza con tus emociones
Solo si estamos muy pendientes de lo que sentimos en cada momento en esos primeros días en la oficina podremos recurrir con efectividad a la prudencia. No reaccionar es fundamental . Con cada sensación incómoda o desagradable deberemos frenar para darnos un tiempo y evaluar sensatamente la situación que la ha producido.
2. Establece relaciones
No se trata de que desde el minuto cero establezcas los vínculos que te van a sostener a lo largo de tu trayectoria en tu nuevo destino, sino de mantener una actitud abierta . Céntrate en mostrarte disponible, con un talante amistoso y procura presentarte a cada una de las personas de la oficin a. Que esa primera impresión sea buena es crucial.
3. Pregúntalo todo
Las personas con inteligencia emocional practican la escucha activa y, por tanto, preguntan muchísimo. Se aseguran de aclarar cuáles son las expectativas de jefes y colegas , sin dar nada por supuesto. Además, preguntar es síntoma de empatía y de una actitud proactiva, o sea, dispuesta a ofrecer soluciones.