Yulia Navalnaya Alexei Navalni

Opositora

Yulia Navalnaya: ¿dónde está la 'first lady' de la oposición rusa y enemiga número 1 de Vladímir Putin?

Después de que un tribunal ruso sumara nueve años más a la pena de prisión del opositor ruso Alexéi Navalni, su mujer, Yulia Navalnaya, ha convertido su resistencia y estoicismo en un símbolo contra el régimen de Vladímir Putin, pero también contra la guerra en Ucrania.

Nueve años más de cárcel por un delito de fraude a gran escala. La enésima sentencia contra Alexéi Nalvani , al que la justicia rusa acusa ahora de enriquecerse a través de las donaciones a su plataforma política , se anunció hace dos semanas mientras los ojos del mundo estaban puestos en la guerra de Vladímir Putin en Ucrania. El Kremlin se aseguraba así de mantener en prisión a su opositor político más famoso. Su mujer, Yulia Navalnaya, conocida como la 'first lady de la oposición rusa' , utilizaba su cuenta en Instagram para pronunciarse sobre la sentencia contra su marido: "El número nueve no significa nada en absoluto. Te quiero, eres mi persona favorita en el mundo . Y nunca he dejado de estar orgullosa de ti en todos estos años".

Desde que el político fue envenenado hace dos años con el agente tóxico novichok mientras viajaba en avión desde Siberia a Moscú, Navalnaya ha estado siempre a su lado.  Lo estuvo en Alemania, mientras cuidaba de él cuando todavía estaba en coma, pero también desde que el matrimonio decidió volver a eRusia y Navalni fue encarcelado de manera inmediata nada más poner un pie en el país. Le apoyó cuando se declaró en huelga de hambre y su vida corrió peligro inminente y cada vez que ha tenido que enfrentarse a un nuevo juicio.

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Hija del prestigioso científico Boris Alexandrovich Abrosimov, conoció a Navalni mientras estaba de vacaciones en Turquía en 1998. Se casaron, tuvieron dos hijos y mientras él se convertía en un famoso opositor al Kremlin (primero como bloguero y más tarde, liderando su propio partido político) ella siempre se mantuvo a su lado, apoyando su causa. Pero el peaje que ha tenido que pagar ha sido muy alto . La pareja lleva años soportando ataques, presiones y vigilancia constante, pero también denuncias fabricadas por el gobierno ruso por las que Navalni fue juzgado y condenado en 2014.

Aunque se llegó a decir que Navalnaya  podría perseguir una carrera política propia y presentarse a las próximas elecciones legislativas, el círculo más próximo a Navalni siempre ha mantenido que esos rumores tenían como origen al propio Kremlin. En cambio, Yulia Navalnaya, que durante un tiempo se refugió en Alemania, ha convertido su cuenta en Instagram en su principal arma política . En ella da cuenta de las visitas en la cárcel a su marido, como la que realizó en verano pasado durante tres días y que resumió de manera conmovedora en su feed. "En la colonia de Pokrovsk todo tiene un aspecto muy decente y parece un hotel de 2 estrellas, incluso hay cuadros en las paredes. Entonces traen a un hombre muy delgado, bronceado y sonriente con un traje de prisión: ese es su marido. Y en un espacio tan cerrado, con salita de estar y una cocina, pasas tres días. Es como la canción "tres días felices he tenido". Realmente felices. No hay ventanas ni rejas. La persona que amas está ahí. Alarga la mano y re toca, todavía un poco sorprendido de que nadie intente detenerle. Tres días más tarde, se acaba y el marido vuelve a ponerse la bata y se lo llevan", escribía en agosto de 2021.

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En Instagram, Navalnaya también se ha pronunciado sobre la guerra en Ucrania en un mensaje que acompañaba a una foto con su hijo. "¡ Putin no es Rusia ! No queremos bombardear a nadie. No queremos disparar a nadie. No queremos conquistar a nadie. Queremos la paz. Somos decenas de millones. No seremos cómplices de un crimen de guerra. Y no nos quedaremos callados. ¡ No a la guerra !".

Sus resistencia se suma a la de otras opositoras famosas como Liubov Sobol , abogada de Navalny y muy activa en las redes desde que estalló la guerra, o la parlamentaria rusa Helga Pirogova que ha convertido su corona de girasoles y su blusa azul en un desafío a la ley mordaza impuesta por el Krémlin que impide pronunciarse contra la guerra en Ucrania.

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