El bautismo

La felicidad en invierno se mide en duchas calientes. Habrá quién diga que la felicidad en invierno es el olor del asfalto después de la lluvia...

La Imperfecta
La Imperfecta

La felicidad en invierno se mide en duchas calientes. Habrá quién diga que la felicidad en invierno es el olor del asfalto después de la lluvia, una velada frente a la chimenea, una taza de chocolate, una sopa de letras, un abrazo en la cama de esos que elevan la temperatura como pimienta de cayena. Pero no. En realidad, el verdadero placer invernal es ese primer chorro estuoso y resucitador que cae sobre tu cabeza después de haber estado unos segundos trotando helada en la esquina de la ducha, como un futbolista suplente que está calentando en la banda.

Ilustración: Raquel Córcoles. / RAQUEL CÓRCOLES

No existe una relación más sólida que la que tienes con tu ducha, con la que se puede llegar a cimentar verdaderos romances. Esto lo descubres cuando experimentas la ducha ajena y te sobreviene la frialdad de la grifería desconocida. Todos nos hemos enfrentado a rociadores y alcachofas modernas, de remates cromados con más funciones que algunos órganos parlamentarios; a aguas bipolares; a cortinas con más años que algunas vitrinas expositivas del Louvre... Seamos francas, regular la temperatura del agua en otras duchas forma parte de la licenciatura en ciencia de polímeros. Es en esos casos cuando tu pequeño reducto familiar adquiere una nueva dimensión: la de la nostalgia. Cuando estás en otra casa o en un hotel, llegas a extrañar más a tu ducha que a algunas personas.

No deja de ser curiosa la relación adulta con el baño porque existe un mundo paralelo en el que las normas de higiene funcionan a la inversa, donde las duchas son lo más parecido a una condena: la infancia. Pero ahora, cierras los ojos, dejas que el agua corra sobre tu cabeza, flotan tus problemas como luciérnagas y, por un instante, todo desaparece. Y puedes hasta sentir, por un instante, cómo desaparecen todos tus enemigos cotidianos.

Por Lucía Taboada (guión) y Raquel Córcoles (ilustraciones).

20 de enero-18 de febrero

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