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#MeToo el año que cambió Hollywood

Hace 12 meses, la industria del cine empezó a hablar de acoso sexual y se tranformó para siempre: las películas que se ruedan (y las que no), los contratos, los salarios, los castings. En la era post Weinstein, ni siquiera las escenas de sexo son lo que eran.

Varias actrices con el movimiento #MeToo. Vistieron de negro durante los Globos de Oro para protestar contra los abusos sexuales de Hollywood. (Pincha en la imagen para conocer parte de las mujeres que fueron acosadas por Harvey Weinstein)./getty

Varias actrices con el movimiento #MeToo. Vistieron de negro durante los Globos de Oro para protestar contra los abusos sexuales de Hollywood. (Pincha en la imagen para conocer parte de las mujeres que fueron acosadas por Harvey Weinstein). / getty

ixone díaz landaluce

Un año, solamente, ha pasado desde que el diario The New York Times y la revista New Yorker destaparon la caja de Pandora con dos reportajes en los que varias mujeres acusaban a Harvey Weinstein de acoso sexual. Más de 80 víctimas y varios presuntos delitos de violación, por los que el productor ya está siendo juzgado y se enfrenta a penas de hasta 25 años de prisión, acabaron saliendo a la luz. Pero lo que podría haber sido el funeral por la carrera del hombre más poderoso de Hollywood ha tenido un inesperado efecto dominó.

Durante semanas, el goteo de nombres de directores, actores y productores acusados de acoso sexual fue incesante, mientras en Twitter el hashtag #MeToo desencadenaba un movimiento global. Hubo confesiones desgarradoras de grandes estrellas (en diciembre, Salma Hayek publicó una carta titulada Harvey Weinstein también es mi monstruo); gestos unánimes (como la alfombra roja teñida de vestidos negros de los Globos de Oro) y discursos para la historia, como el que aquella misma noche pronunció la actriz y presentadora Oprah Winfrey. Y en enero, 300 mujeres del show business presentaron la iniciativa Time’s Up, para ofrecer asesoramiento legal a las víctimas de acoso sexual en el trabajo.

Vídeo. Haz click en la imagen para ver el discurso de Oprah Winfrey en los Globos de Oro. / getty

Al pie de la letra

Un año después, parece que aquella catarsis ha cristalizado en un cambio real. En muchos aspectos, Hollywood no volverá a ser lo que era. Para empezar, sus abogados tienen más trabajo que nunca. Según la revista Forbes, los estudios exigen que los actores firmen morality clauses [cláusulas de moralidad], que estipulan que si su comportamiento es “inadecuado” no recibirán su salario.

Así, las grandes productoras de cine y televisión se blindan ante las pérdidas causadas por una película que no se estrena o no encuentra distribución por culpa del escándalo provocado por una de sus estrellas. Por ejemplo, Kevin Spacey y su participación en el biopic de Gore Vidal que, de momento, no llegará a las salas y que ya ha provocado unas pérdidas de 34 millones de dólares.

Pero las actrices también están poniendo sus propias condiciones por escrito y en presencia de un abogado. En el último año, las cláusulas sobre desnudos se han endurecido. Según un reportaje del Hollywood Reporter, se ven menos escenas de desnudos y sexo; además, productores y directores tienen que demostrar que no son gratuitas, sino imprescindibles para el desarrollo de la historia que se cuenta.

¿Dónde están los acusados?

Kevin Spacey, Casey Affleck, Brett Ratner, Jeffrey Tambor y Louis C.K. / d.r.

Tras el escándalo Weinstein , los nombres de actores, directores y productores famosos acusados de acoso sexual empezaron a acumularse en los titulares: Brett Ratner, Kevin Spacey, Jeffrey Tambor, Louis C.K., James Franco... Algunos de ellos han vuelto tímidamente a la gran pantalla mientras que, para otros, su carrera en Hollywood podría haber terminado para siempre. Kevin Spacey, al que más de 15 hombres han acusado de acoso sexual, optó por desaparecer de la faz de la tierra mientras los productores de su biopic sobre Gore Vidal renunciaban a estrenarlo y era eliminado de la nueva temporada de House of Cards.

La comedia I love you daddy, del cómico Louis C.K., no ha logrado llegar a las salas, después de que él admitiera las graves acusaciones de sus víctimas. Sin embargo, Hollywood ha sido más indulgente con algunas de sus grandes estrellas. James Franco, acusado por varias mujeres de acoso sexual y conducta inapropiada durante sus clases de interpretación, ha conservado su papel en la serie The Deuce y tiene varios proyectos cinematográficos sobre la mesa. Y Casey Affleck, que fue demandado por dos mujeres que trabajaron a sus órdenes en el rodaje de I’m still here, ha buscado la vía de la redención en una entrevista y disculpándose públicamente por su comportamiento.

Probablemente porque, después de ganar un Óscar por Manchester by the sea, el caso había frenado su carrera en seco. De hecho, su última película, Light of my life, no se ha estrenado aún. Pese a todo, tiene varios proyectos a la vista. Igual que Morgan Freeman (ocho mujeres le acusan de acoso sexual) y Johnny Depp. Aunque su carrera sí se ha resentido (y su última película, City of lights, no acaba de llegar a las salas), las acusaciones de violencia doméstica de su exmujer, Amber Heard, no han terminado con su reputación. Curiosamente, una encuesta demostraba que, salvo en los casos de Weinstein y Spacey, la presencia de actores como Affleck, Franco o Dustin Hoffman (otro de los señalados) en el reparto de una película no desanima al público a acudir a las salas de cine. Por eso, muchos solo esperan a que el tiempo haga su trabajo. Si Hollywood pudo perdonar las decenas de escándalos de todo tipo de Mel Gibson, cualquier estrella en horas bajas puede limpiar su nombre.

30 de mayo de 2018: Harvey Weinstein, ante los tribunales por violación / getty

Derecho de veto

Estas cláusulas, que pueden tener hasta 40 puntos, especifican detalles como el tipo de prendas que se usarán para cubrir las partes íntimas de la actriz; pero también garantizan que, al rodar un desnudo o una escena de sexo, el set sea un lugar blindado.

La mitad de las series que han producido su piloto en 2018 están dirigidas por mujeres. En 2017, solo una."

También es cada vez más habitual que las grandes estrellas tengan control total sobre estas escenas. Emilia Clarke (Juego de tronos) o Elisabeth Moss (El cuento de la criada) tienen derecho de veto sobre cualquier escena de sexo o desnudo en sus series. “Tengo el control total de esas escenas. Literalmente, puedo decir: “No puedes usar ese corte”. Tengo que aprobarlo antes”, ha dicho Moss.

Algunos de estos contratos también especifican que todo el material que no se use debe ser destruido, aunque en la era digital eso sea casi imposible de garantizar. Además, algunas actrices están imponiendo una nueva cláusula: la inclusion rider les permite exigir un porcentaje de diversidad de género (y racial) delante y detrás de la cámara, una idea por la que abogó Frances McDormand en su discurso de los Óscar.

Las negociaciones económicas también están cambiando. Aunque la lucha por la igualdad salarial no es nueva, el movimiento #MeToo le ha dado una nueva dimensión. Cuando se supo que el salario de Claire Foy en The crown era inferior al de Matt Smith, la actriz –protagonista total de la serie– fue compensada con más de 250.000 €. “No volveré a ser tan naif. Eso me abrió los ojos sobre cómo debo expresar mi opinión y exigir ciertas cosas”, ha explicado Foy. Aunque las injusticias salariales se siguen cometiendo, también se están denunciando (y subsanando) más que nunca. Y las actrices cada vez son más conscientes de que deben ser implacables al negociar.

8 de marzo: las marchas del Día de la Mujer se hacen eco de la protesta. / getty

Ellas no son las únicas que han cambiado su actitud. Los sindicatos de la industria (directores, guionistas, productores...) han escrito nuevos códigos de conducta para sus miembros y algunos estudios de cine y televisión –Fox, NBC– han creado departamentos específicos para fomentar las políticas inclusivas y asegurarse de que sus empleadas disfrutan de un ambiente saludable en el trabajo.

También han cambiado los castings y las reuniones entre actrices y directores o productores. Antes era habitual que se llevaran a cabo en suites de hotel o en oficinas a puerta cerrada. A menudo, solo se buscaba la necesaria confidencialidad para discutir proyectos, pero para Weinstein y otros como él era la excusa perfecta para acorralar a sus víctimas. Ahora, las reuniones se han trasladado a lugares públicos y es habitual que haya una tercera persona presente –un agente o representante–, para evitar malentendidos o demandas.

Narrativas femeninas

La propia cartelera está cambiando. Ciertos proyectos, como el biopic sobre el director Russ Meyer (inventor de un género cinematográfico basado en los desnudos femeninos gratuitos) se han paralizado hasta nueva orden y Woody Allen, acusado por su hija de abusos sexuales en su infancia, no rodará en 2018, tras 40 años produciendo una película anual.

En cambio, las narrativas femeninas viven su edad de oro. Y no porque la industria piense que es lo políticamente correcto, sino porque cada vez son más rentables. En los próximos meses, llegarán Can you ever forgive me?, con Melissa McCarthy en la piel de una escritora que falsifica cartas de famosos; On the basis of sex, el biopic protagonizado por Felicity Jones sobre la jueza del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg; o Widows, donde Viola Davis lidera a una banda de viudas dispuestas a perpetrar el atraco planeado por sus difuntos maridos. Por fin, Hollywood apuesta por personajes femeninos complejos y alejados de los estereotipos.

Según la prensa especializada de Los Ángeles, las guionistas están entre los perfiles más demandados, una novedad en un sector donde algunas mandaban sus guiones firmados con un nombre masculino para pasar el primer filtro. Y es que la solución a todos los males de la industria podría pasar por contratar a más mujeres. Sobre todo, tras la cámara y en puestos de responsabilidad ejecutiva. Varios estudios y plataformas de televisión, como HBO y Netflix, se están aplicando el cuento y buscan más directoras, productoras, guionistas y técnicas para sus producciones. Iniciativas como el proyecto 50/50 abogan por que las grandes corporaciones se comprometan a tener un 50% de mujeres en sus consejos de administración y en puestos de alto rango para 2020.

Las agencias de representación más importantes se han sumado a la iniciativa, igual que creadores como Ryan Murphy, que quieren llevar la paridad a los equipos de sus ficciones televisivas. Y algunas estadísticas son esperanzadoras. Según Deadline Hollywood, 14 de las 42 series dramáticas que han recibido el encargo de producir un piloto esta temporada estaban dirigidas por mujeres. El año anterior hubo solo una.

Aún queda mucho por hacer, y eso también lo refrendan los datos. Según un estudio de la Universidad de San Diego, en 2016-17 solo el 28% de los trabajos tras la cámara fueron desarrollados por mujeres. Y solo el 42% de los papeles con diálogo. Pero es innegable que, en un año, Hollywood ha cambiado. Para muchos, demasiado. Según el medio especializado The Wrap, algunos de los hombres más poderosos de la industria se sienten incómodos; temen que un flirteo inocente termine en denuncia y se quejan en privado de que el negocio “ha dejado de ser divertido”. Otros lo hacen en público. Liam Neeson lo calificó de “caza de brujas”. Y Sean Penn dijo que el #MeToo solo ha servido para “dividir a hombres y mujeres”. Pero mientras se adaptan al nuevo escenario, la realidad es que la industria ya no es lo que era. Y no hay lugar para la nostalgia.

Asia Argento: un revés que ha sacudido el movimiento

Hace un año, la actriz Asia Argento le contó su historia a Ronan Farrow, que la publicó en su ya famoso artículo de la revista The New Yorker. Harvey Weinstein la había violado cuando ella tenía 21 años , en el Festival de Cannes. Se convirtió, junto a Rose McGowan y Ashley Judd, en un icono del #MeToo. Pero la narrativa a su alrededor cambió dramáticamente cuando, en agosto, Jimmy Bennett, un antiguo compañero de reparto, la acusó de haberle violado cuando él tenía 17 años y ella, 37 .

Asia Argento y Jimmy Bennett. / d.r.

Aunque la actriz lo ha negado, ha reconocido que le pagó 380.000 dólares como parte de un acuerdo extrajudicial para que el actor no hiciera pública su historia. Ahora Bennet está dispuesto a llevar su caso por la vía penal, mientras la actriz ha sido despedida como jueza de la edición italiana de Factor X y ha perdido credibilidad. En meses, ha pasado de icono de las víctimas a presunta victimaria.

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