A las 10 de la mañana, la sesión de fotos de Eva González (Mairena del Alcor, Sevilla, 1980) se ha convertido en una improvisada terapia para madres en apuros. La presentadora sevillana, Sonia, su maquilladora de confianza, y Mónica, su representante, comentan las últimas jugadas de sus hijos con sentido del humor, pero sin añadir ni un gramo de almíbar. "Cayetano tiene una energía inagotable; está empezando a andar y es una locura. Hay días en que el trabajo es una bendición", reconoce Eva sonriendo. "Pues tú disfruta, que enseguida te está pidiendo su primer móvil", le responden con veteranía.
Pero al margen de las quejas razonables, lo cierto es que Eva González está en su mejor momento. Una frase que suena a tópico complaciente pero que, en su caso, se ajusta a la realidad. Además de su mediático matrimonio con Cayetano Rivera y de la maternidad, su trayectoria profesional, al contrario de lo que les ha ocurrido a otros rostros televisivos, devorados por la popularidad, no ha dejado de crecer en los últimos tiempos.
Porque tras casi seis años al frente de las incontables ediciones de MasterChef, uno de los realities más vistos de la televisión, ha dado el salto a La voz, un talent show en el que su papel tiene mucho más protagonismo. "La tele me llegó por casualidad, pero me gustó desde el primer minuto. Desfilar está muy bien, pero no te permite mostrarte como eres y, con lo charlatana que soy y lo que me gusta contarlo todo, enseguida vi que ahí había un filón impresionante. Yo pensaba: "¡Mira qué bien, me pagan por hablar!" -reconoce-. EAl principio lo sentía como una responsabilidad tremenda porque en un directo pueden pasar muchas cosas y te exige estar muy preparada, pero no puedo estar más feliz con mi reto actual".
Y, ante posibles comentarios capciosos, ella tiene muy claro que su éxito no se debe solo a su belleza o a estar en el sitio justo en el momento adecuado. "No creo en los golpes de azar; la suerte llega como consecuencia del trabajo, nada es casualidad. Te pueden llamar para participar en un programa, pero si no lo haces bien, no te proponen otro. En mi caso, detrás de mi carrera hay mucha dedicación y algunas renuncias. Durante nueve años presenté en Canal Sur el programa Se llama copla y no disfruté de ningún fin de semana. El viernes lo preparaba y el sábado lo hacía. Mis amigas me decían "estás perdiendo tu juventud metida en la televisión", pero yo lo tenía claro", afirma con convicción.
Eva tampoco se olvida de la cultura del esfuerzo que aprendió en su casa. "Eso me lo transmitió mi padre porque para él era fundamental. El campo es durísimo y yo siempre le recuerdo levantándose a las tres de la mañana para ir a segar -cuenta-. Soy la hija de un agricultor y de un ama de casa que se desvivía por sus dos hijas. Yo vengo de ahí, de ese lugar, que no es mejor ni peor que cualquier otro".
Gracias a todo eso, las recompensas que ha recibido son muchas. Más allá de una avenida en su pueblo que lleva su nombre -"¡Cómo disfrutamos mi familia y yo aquel día!", recuerda-, el cariño de la audiencia que se traduce en 1.200.000 seguidores en Instagram y la fidelidad de importantes marcas que la quieren como imagen año tras año. Ese es el caso de la firma Cortefiel, que ha contado por tercera vez con Eva González como embajadora esta temporada bajo el lema Cámbiate mucho.
"Se puede decir que ya somos pareja estable... La primera la hice con José Coronado. En ese momento estaba embarazada, pero yo todavía no lo sabía. Y en la segunda tenía un tripón enorme", recuerda.
Esta vez, la marca propone prendas de colores cálidos y alegres estampados que la presentadora ya ha incorporado a su guardarropa para este verano. "Les voy a pedir también esta cazadora y este jersey, me encantan -dice mientras se los prueba para una foto-. Cortefiel es moda, pero siempre con un punto casual y cómodo, que es lo que a mí me gusta. Porque yo soy incapaz de ir en mi día a día con unas hombreras descomunales". ¿Qué importancia le da a las tendencias? "La justa, que creo que es la que tiene; la moda no te puede quitar el sueño. Que algo se lleve no significa que te siente bien ni que te lo tengas que poner. Tanto con la ropa como con el pelo y el maquillaje, confío en mi criterio. Llevo toda la vida en esto y sé qué es lo que me sienta bien. O, al menos, con lo que yo me encuentro mejor, aunque habrá quien piense que estoy horrorosa. Creo que la belleza y la moda son, en gran parte, cuestión de actitud, de lo que proyectes y de lo segura que te estés de ti misma. Si tú te sientes bien, eso se transmite", argumenta.
Sin duda, una de las claves de su éxito es la naturalidad. "¿Tú crees? -pregunta-. No lo sé, pero la verdad es que soy exactamente igual desfilando, en un plató de televisión que en mi casa; no tengo doblez". Con un gran sentido del humor, pero también una fuerte personalidad, no presta mucha atención a las redes sociales ni teme decir lo que piensa. De hecho, Eva, que iba para trabajadora social cuando se enfundó la corona de Miss España en 2008, y sigue defendiendo la validez del concurso a pesar de ir a contracorriente. "Yo lo veo y lo veré como algo positivo, siempre y cuando la persona que se presenta lo haga libremente y siendo consciente de a lo que va. A ver si ahora me van a decir a mí lo que me denigra como mujer o que yo soy responsable de los mensajes que reciben las niñas. ¿Que no es positivo? No es mi papel educar a las hijas de los demás; esa es una carga muy grande. Yo creo en la libertad individual y en que cada uno elija lo que quiera mientras no haga daño a nadie. Y pienso igual de la prostitución. Es dramático en el momento que entran las mafias y la trata de personas, pero si yo escojo voluntariamente vender mi cuerpo, sin que nadie me imponga nada, por qué no voy a hacerlo", argumenta.
También ignora a quienes la criticaron por incorporarse al trabajo al poco tiempo de dar a la luz -"cada una tiene que encontrar su momento para volver a la vida laboral; la tele no espera y yo lo decidí así", explica- y no duda en describir la maternidad tal y como es. "Cuando vas a ser madre te visualizas paseando con el carrito bajo el sol mientras tu hijo sonríe, y eso no es real. La maternidad es maravillosa, pero también es más dura de lo que imaginaba, sobre todo, al principio. He experimentado unos sentimientos increíbles, pero no todo es tan bonito", afirma. Incluso reconoce que tener un hijo no siempre estuvo entre sus planes. "Nunca he tenido un instinto maternal de esos de "quiero ser madre sobre todas las cosas". No era algo que me inquietara ni me he sentido presionada. Lo he vivido como todo en mi vida: con naturalidad".
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20 de enero-18 de febrero
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