Sin confinamiento, con pocas restricciones y al frente de una coalición de cinco partidos, el 63% de los finlandeses apoya su lucha contra la covid. /
A veces, 16 meses pueden dar para mucho. En ese lapso de tiempo, Sanna Marin (Helsinki, 1985) alcanzó la jefatura del Gobierno finlandés, creó un Ejecutivo de coalición de cinco partidos liderados por mujeres, se casó en secreto con su novio de toda la vida (boda a la que asistió su hija en común de dos años), perdió a su padre biológico y se enfrentó con éxito a la peor pandemia de la historia reciente. Además, sus dotes de liderazgo hicieron que fuese elegida entre las 100 mujeres más influyentes y poderosas del mundo en 2020 por la BBC y la revista Forbes. “ Marin tiene la capacidad de inspirar a las niñas y mujeres jóvenes. Demuestra que es posible alcanzar posiciones de influencia a un ritmo muy rápido si se tienen cualidades y determinación”, afirma Antton Rönnholm, secretario del Partido Socialdemócrata de Finlandia (SDP), al que pertenece.
La historia de Sanna Marin es un ejemplo de superación . Siendo aún una niña, su madre se divorció de su padre alcohólico y formó pareja con una mujer. Tuvo que compaginar sus estudios con trabajos eventuales desde los 15 años, entre ellos como cajera de supermercado. Fue el primer miembro de su familia con un título universitario al graduarse en Administración Pública. Y fue precisamente en la universidad donde empezó a interesarse por la política, afiliándose a las juventudes del SDP. A partir de ahí, su carrera política fue fulgurante. Tras su paso por el gobierno local de la ciudad de Tampere, en apenas un lustro pasó de conseguir su primer escaño en el Parlamento finlandés a convertirse en la primera ministra más joven en la historia del país escandinavo (y del mundo). Llegó antes de lo previsto gracias a un “golpe de suerte”. En diciembre de 2019, el primer ministro socialdemócrata, Antti Rinne, se vio forzado a dimitir por su principal socio de coalición, el Partido de Centro, y ella fue elegida para sustituirle al frente del partido y del Gobierno.
¿Pero cómo es Sanna Marin como dirigente? “ Es una persona muy carismática y muy decidida. Tiene sus ideas y no le asusta ponerlas en práctica. Y por encima de todo es una excelente comunicadora", subraya Rönnholm. Pauliina Ståhlberg, directora del Instituto de Cultura Finlandesa de Madrid. “Está muy enfocada en su trabajo y es una persona muy modesta, quiere hablar de los asuntos y no de sí misma. Y, sobre todo, sabe resolver los problemas, encontrando soluciones escuchando el consejo de los expertos”. Y añade: “ Toma las decisiones con el cerebro, no con el corazón. Los finlandeses la respetan y valoran que sea capaz de explicar cuestiones complejas con claridad y con calma”.
Su llegada a la jefatura del Gobierno devolvió la estabilidad a la coalición gubernamental, que pasó a estar liderada por cinco mujeres, cuatro de ellas menores de 35 años. El Ejecutivo mantuvo la mayoría de ministras (11 frente a ocho ministros), aunque una de ellas, Li Andersson, cedió su cartera a un compañero de su partido el pasado diciembre para disfrutar de su baja por maternidad. Marin no ha convertido ninguna de estas circunstancias en parte de un discurso, simplemente las ha normalizado.
Göran Djupsund, profesor emérito de Ciencias Políticas de la universidad Åbo Akademi, cree que el origen humilde de Marin ha sido fundamental a la hora de moldear sus convicciones políticas. “Da una enorme importancia al estado de bienestar en su agenda política, porque sabe por experiencia que, sin él, no hubiera podido emprender su carrera profesional”, sostiene Djupsund. La igualdad de oportunidades –especialmente en la educación–, la justicia social, el feminismo y el medio ambiente son los cuatro pilares básicos de su programa político. De hecho, la medida más destacable de su mandato ha sido la ampliación de la enseñanza obligatoria y gratuita desde los 16 hasta los 18 años.
Apenas ha habido tiempo para más. La pandemia alcanzó Europa al poco de asumir su cargo y desde entonces la crisis del coronavirus ha acaparado sus esfuerzos. El Gobierno finlandés reaccionó con rapidez e impuso medidas de contención estrictas, pero proporcionadas –entre ellas el cierre de fronteras o la declaración del estado de emergencia–, cuando aún no se habían producido víctimas mortales. Después adaptó las restricciones a la situación epidemiológica, y fue relajándolas o endureciéndolas en función del ritmo de contagios.
Más de un año después, los datos corroboran la buena labor que han hecho Marin y su Ejecutivo. Según la OMS, Finlandia es el país de la Unión Europea con un menor número de contagios (poco más de 1.500 por cada 100.000 habitantes, casi cinco veces menos que España), con menor número de muertes (160 por millón de habitantes, 10 veces menos que nuestro país) y el tercero que más vacunas ha administrado en relación a su población (por detrás de Malta y Hungría). Y todo ello sin necesidad de confinar a la población, sin toques de queda y con una economía resistente: el PIB finlandés cayó solo un 2,8% en 2020 por la pandemia, muy por debajo del 10,8% de España o el 6,2% de la media comunitaria, según datos de Eurostat. ¿La clave? Su modelo se basa en los servicios tecnológicos, totalmente adaptado al teletrabajo.
Sanna Marin, con las otras ministras de su Gobierno /
Gracias en buena medida a esta gestión, Marin es la política mejor valorada de Finlandia. Aunque los últimos sondeos evidencian una ligera pérdida de respaldo popular, el 63% de los finlandeses sigue estando satisfecho con cómo ha afrontado la pandemia el Gobierno de su primera ministra.
Tras la crisis sanitaria, su mayor reto quizá ha sido tener que soportar las actitudes misóginas de una parte minoritaria, pero ruidosa, de la opinión pública. Incluso en un país como Finlandia, considerado uno de los más igualitarios del mundo, las mujeres deben lidiar a menudo con actitudes machistas, especialmente en las redes sociales. Según un informe publicado el mes pasado por el Centro de Comunicaciones Estratégicas de la OTAN, el Ejecutivo liderado por Marin está siendo objeto de un abrumador acoso en internet “que ataca sus valores, degrada su aptitud para tomar decisiones y cuestiona su capacidad de liderazgo”. Tras publicarse el informe, la primera ministra no pudo contenerse y escribió un tuit en un tono ligeramente agresivo, muy poco habitual en ella: “Incompetente, sin experiencia, cajera de supermercado, niña, gobierno de niñas, gobierno de pintalabios, gobierno de pantis, amenazas, discurso del odio, acoso. Sí, las mujeres presiden el Gobierno. Aceptadlo”.
Muy celosa de su privacidad, apenas han trascendido detalles de su vida personal. Su marido, Markus Räikkönen (no es familia del piloto), a quien conoció con 18 años, fue futbolista aficionado y actualmente trabaja en una consultoría de comunicación con sede en Tampere. Ambos viven con su hija de tres años, Emma, en Kesäranta, la residencia oficial.
Aunque escrutada con lupa, ha dado poco juego a los analistas de estilo. Viste de forma muy discreta, repitiendo el mismo tipo de prendas, apenas se maquilla y su corte de pelo no ha variado en los últimos años. La idea es que la atención se centre en lo que quiere comunicar y no en sus looks. Tan previsible es que la entrevista que concedió en octubre pasado a la revista Trendi causó gran revuelo por un detalle absurdo: en una foto del reportaje, vestida solo con una americana negra, dejaba ver su escote. Para algunos sectores, resultó intolerable y frívolo que una mandataria posase como una modelo en una pandemia.
Denna Marin con Angela Merkel /
Lejos de dañar su imagen, esas críticas la favorecieron. Instagram se inundó de fotos de mujeres –y algún que otro hombre– con chaqueta y luciendo un generoso escote en apoyo a la primera ministra. “Cuestionaron que la primera ministra tuviera tiempo para este tipo de sesiones de fotos en una revista femenina”, afirma Mari Karsikas, directora de la revista Trendi. “Ese escándalo evidenció que, aunque creemos que en Finlandia hemos alcanzado la igualdad, todavía existen todo tipo de actitudes y comentarios claramente misóginos. Hizo patente que, incluso en un país que ha avanzado tanto en igualdad, no siempre es fácil ser una mujer trabajadora”, sentencia Karsikas.
Intentar cambiarlo es una de las máximas prioridades en la agenda de la primera ministra. Para algo así, 16 meses es poco tiempo. Incluso para Sanna Marin.