Se acabó la ropa barata: la curiosa estrategia de los franceses para librarse de Shein, Temu o Aliexpress

Puedes comprarte un vaquero por 7 euros y un vestido de novia (el más barato de todos) por 8. El precio de las camisetas arranca en 1,48 euros; el de los bikinis en 2,70. Así es la ultra fast-fashion de Shein, la plataforma china que arrasa en Internet y que vende desde ropa y complementos hasta decoración y artículos para el hogar. Pero su controvertido modelo de negocio podría tener los días contados en Europa después de que Francia se convirtiera, hace unos días, en el primer país en explorar una regulación para poner freno al comercio salvaje de este tipo de plataformas on-line.

La Cámara Baja del parlamento francés acaba de aprobar por unanimidad un proyecto de ley que pretende establecer un canon a cada pieza de ropa comercializada por la plataforma. Pero el impuestazo (como ya se ha bautizado a la medida en el país vecino) solo es una parte de la legislación que el parlamento francés pretende sacar adelante en los próximos meses.

«La ley engloba dos medidas. La primera consiste en prohibir la publicidad, como se hace en el caso del tabaco o del juego», explica Ximo Lizana, experto en marketing y profesor de la Universidad Europea. Esta medida también podría afectar a los influencers que publicitan ropa comercializada por la plataforma en sus redes sociales.

«La segunda es un impuesto que se plantea como progresivo», apunta el profesor. Se trata, en efecto, de una imposición de sobrecoste que, en 2030, podría llegar hasta los 10 euros por prenda, aunque no podría superar nunca el 50% del precio de venta del producto. Esta medida no solo se aplicará a Shein, sino a cualquier plataforma que comercialice más de 1.000 productos nuevos cada día. En la actualidad, Shein añade más de 7.000 nuevas referencias a su catálogo cada 24 horas.

Impulsada por el diputado conservador Antoine Vermorel Marques y apoyada en redes sociales a través del hashtag #StopShein, el ministro para la Transición Ecológica francés Christophe Béchu, encargado de presentar la norma, ha denunciado que «estas empresas obtienen beneficios pero dejan que los daños causados por su modelo de producción corran a cargo de los recursos públicos». No se refería solo a Shein, sino también a otras plataformas famosas por sus agresivas políticas de precios como Temu o Aliexpress. «Es una cuestión de soberanía económica y de reconstrucción de la industria textil francesa», apuntaba Béchu.

« Prohibir a Shein en Francia enviaría un fuerte mensaje sobre la importancia de la sostenibilidad, la ética y la responsabilidad corporativa en la industria de la moda, estableciendo un precedente para otras empresas», opina Lizana.

Algunos grupos ecologistas franceses han criticado que la medida no afecte a otros gigantes textiles como Zara , pero existe una razón para eso. «Han puesto sus ojos en Shein o Temu, pero ya están valorando otras marcas de fast fashion, dejando fuera de la propuesta, de momento, a gigantes como Inditex o H&M, por considerar que estas firmas están lanzado proyectos de sostenibilidad para alinearse con los valores más europeos y, en principio, más sostenibles», explica el experto.

El caso de Shein es, efectivamente, muy diferente. «Algunos de los argumentos que han esgrimido los políticos franceses para defender esta norma es que la sobreproducción de ropa es perjudicial para el medioambiente, contribuyendo al aumento de residuos textiles y las emisiones de CO2. Shein y otras marcas similares promueven el consumo excesivo de ropa a precios bajos, fomentando una cultura del desperdicio y el descarte rápido. La rápida rotación de productos incentiva el uso de materiales de baja calidad y prácticas de fabricación poco sostenibles y el modelo de negocio, centrado en la producción masiva y barata, socava los esfuerzos por promover la moda sostenible», analiza Lianza.

También es un problema para las marcas locales y el sector textil francés. « La competencia desleal con marcas francesas compromete la diversidad y la calidad del mercado de la moda en Francia. Y las prácticas comerciales agresivas, como la promoción constante de descuentos y ofertas, fomentan una mentalidad de compra compulsiva y poco reflexiva, creando adicciones psicológicas similares a las de las redes sociales», denuncia el experto que también apunta a la falta de transparencia en la cadena de suministro, la saturación de los vertederos locales o la amenaza la diversidad cultural y la identidad francesa al promover una estandarización global de la moda.

Fundada en 2008 por el empresario Chris Xu, Shein dio un salto exponencial durante la pandemia hasta alcanzar una valoración histórica que ya ronda los 100.000 millones de dólares y mientras se especula que su salida a bolsa podría ser inminente. En Estados Unidos, la compañía también está en el punto de mira de los legisladores por esquivar una ley arancelaria de los años 30 que exime a la compañía del pago de impuestos.

Shein, por su parte, ha contestado a la iniciativa legislativa francesa a través de la agencia AFP alertando de que la media puede comprometer el poder adquisitivo de los franceses y asegurando que su modelo de negocio es «totalmente diferente al de la fast fashion» y que la compañía se rige por «las mejores prácticas internacionales en materia de desarrollo sostenible y compromisos sociales».