entrevista exclusiva Blanca Miró: «La etiqueta de influencer me sabe a poco. Yo soy una emprendedora»

Convertida en un referente de estilo, a la empresaria, diseñadora e instagramer Blanca Miró se le acumulan los proyectos. Hablamos con ella sobre cómo descubrió la moda en el vestidor de su madre, cómo es trabajar con su mejor amiga María de la Orden y por qué su boda con el empresario Javier Fondevila no fue una boda más.

Georgina Millet

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Ninguna semana es como la anterior para Blanca Miró (Barcelona, 1992). «Nunca sé dónde voy a estar dentro de unos días y por eso me cuesta tener una rutina. Además, como todas las personas creativas, soy un poco dispersa, pero dentro de mi desorden, hay un orden», explica. Su archifamosa cuenta de Instagram es el testimonio perfecto de lo que cuenta: viajes, eventos, desfiles, sesiones de fotos.... Más viajes, más eventos, más desfiles, más sesiones de fotos. Convertida en un referente de estilo, pero también en una diseñadora y emprendedora de éxito al frente de marcas como La Veste o Delarge, Miró es una habitual de las Semanas de la Moda de París o Milán y mientras ponía en marcha sus propios proyectos, ha colaborado con marcas como Gucci, Dior o Chanel.

Hiperactiva y polifacética, su último reto es terreno inexplorado para ella. Miró será la curadora del Chandon Secret Garden, un evento que se celebrará los días 21, 22 y 23 de abril en Madrid de la mano de la marca de vino espumoso. «Me encantan los mercados franceses y esa es la idea estética, pero con producto español. Me han dado libertad total para crear mi pequeño universo en los jardines del Museo Lázaro Galdiano, que es un sitio espectacular. Pero no será solo un mercado, ¡quiero que la gente alucine!», explica.

En su cuenta de Instragram le siguen más de 600.000 personas. / chandom

Su gusto por la moda y la decoración lo heredó de su madre, la interiorista Rosario Scrimieri. «Tiene un armario estupendo y, cuando era pequeña, yo me lo probaba todo. Recuerdo que me metía en su vestidor y jugaba a que era una tienda de ropa. ¡Tenía el morro de venderle sus propias cosas!», dice riendo. Luego, con 15 años, estudió en un internado de chicas en Cambridge. Muchos fines de semana los pasaba en Londres. «Ahí se despertó mi interés definitivamente: volví con un look muy londinense: jerseys enormes, Martens… También descubrí que era el paraíso de las tiendas vintage. Desde entonces, soy una loca del vintage».

Una adolescencia rebelde

Aunque empezó a estudiar marketing y comunicación en moda, lo dejó antes de terminar. «Había tenido una adolescencia bastante rebelde y decidí dejarlo y ponerme a hacer mis pinitos. Mi madre me martirizó bastante porque, en ese sentido, mi familia es muy tradicional. Me cortó el grifo rápido, pero yo me espabilé enseguida».

En 2018, Miró y su amiga, la también diseñadora María de la Orden , pusieron en marcha La Veste, una marca de estética vintage, que de inicio solo iba a comercializar blazers. «Luego, nos fuimos por las ramas…», dice riendo. ¿Es fácil trabajar con una de sus mejores amigas? «Ya éramos amigas cuando decidimos montar este proyecto juntas. Estábamos paseando por París, entrando en el portal de su casa, cuando se nos ocurrió la idea. Sucedió de una manera totalmente orgánica. Las cosas que nos han ido pasando, han llegado solas», explica. Pero tampoco ha sido un camino sencillo o exento de complicaciones. « El primer año todo era un caos. Tuvimos pérdidas porque no teníamos ni idea de cómo gestionar un negocio. Después de casi cinco años, hemos formado un equipo de gente que puede llegar a donde nosotras no podemos. Se ha convertido en algo serio, pero al principio era un chiringuito». El otro negocio paralelo de Miró es Delarge, una marca de gafas de diseño XXL.

Todo su universo se apoya en su cuenta de Instagram, donde le siguen más de 600.000 personas. Uno de sus secretos es, sin duda, un estilo peculiar, personal y ecléctico. «Creo que en mi estilo sigue habiendo algo muy londinense, pero con la edad maduras, te refinas… Pasa igual con la decoración. Mi anterior casa era súper loca, llena de colores por todas partes. Ahora me gusta que todo esté más ordenado». Pero más allá de la moda, Miró reconoce otra clave que siempre ha definido su marca personal. «Es fácil decirlo cuando ya te ha pasado, pero creo que el secreto de mi éxito es que cuando empecé, no sabía adónde me iba a llevar. Cuando te marcas objetivos muy concretos, a veces sale peor que cuando dejas que todo fluya. El otro secreto es la naturalidad. Se suele decir que nadie se muestra tal y como es en redes sociales, pero yo bastante, la verdad. No me voy a dormir pensando que voy de un personaje que en realidad no soy».

Su especialidad, explica, es descubrir nuevos talentos y diseñadores, pero también compartir tips de estilo de vida sobre viajes o gastronomía. Eso sí, Miró prefiere esquivar la etiqueta que, automáticamente, se adjudica a cualquiera que se dedique a la moda en las redes sociales. «Ahora todo el mundo está en Instagram y es relativamente fácil tener muchos seguidores. Si tienes una historia que contar, eso te convierte en algo más que un influencer. Esa etiqueta me sabe a poco. Yo me considero una emprendedora».

Dueña de un estilo personal, peculiar y ecléctico, Blanca Miró se ha convertido en un icono de moda. / chandom

Su boda en Menorca con Javier Fondevila

Pese a la exposición que conllevan las redes sociales, Miró ha conseguido inmunizarse contra la presión que supone vivir siempre de cara al exterior. «Tengo la capacidad de que, aunque suene un poco mal decirlo, todo me resbale un poquito… No me tomo nada demasiado en serio. Supongo que es una forma de inteligencia emocional», explica.

Su regla de oro para conseguirlo es proteger al máximo su intimidad, que solo muestra muy de vez en cuando y en dosis muy calculadas. «No me interesa que nadie sepa demasiado de mi vida privada», explica. Sin embargo, el año pasado su boda en Menorca con el empresario tecnológico Javier Fondevila, cofundador de Holded, se convirtió en uno de los acontecimientos del verano. «Es verdad que, de vez en cuando, no está mal dar un poco de morbo…», confiesa. «Era evidente que iba a salir en algún sitio y quería que saliese bien. Mi boda también fue mi manera de expresar mi universo: quería montar una experiencia única y romper con lo que todo el mundo espera de una boda. Por eso, no me importó compartir toda esa parte más estética».

Sobre el futuro, Miró prefiere no pensar demasiado. «Decir ahora lo que me gustaría estar haciendo dentro de diez años sería mentir porque no tengo ni idea. Eso sí: tengo mucha energía y mil ideas. A veces, mi marido tiene que bajarme un poco a la tierra y decirme: 'Relájate y céntrate, estás metida en demasiadas cosas». Tampoco sabe si será capaz de mantener un ritmo tan alto durante mucho más tiempo. «Soy consciente de que quizá esto no sea algo que vaya a durar siempre. Igual es el momento de aprovecharlo. Ahora mismo, no tengo hijos y no tengo que estar en casa sí o sí. Ya habrá tiempo para frenar».

Lo que sí tiene son planes a corto plazo para el verano. Pero cuando se trata de descansar y desconectar Blanca Miró siempre prefiere hacerlo en casa. «Ya estoy en hoteles el resto del tiempo. Mis refugios son mis casas de Barcelona y de Menorca. Con mi madre, mi marido y mi perro».

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