Un récord histórico detrás de otro. Las cifras, en el primer año de Marta Ortega al frente de Inditex , son apabullantes: la multinacional textil registró un beneficio de 4.130 millones de euros y unas ventas que alcanzaron los 32.569 millones de euros, un 17,5% más que en el anterior ejercicio. Un éxito empresarial sin paliativos. Y en un año que, además, ha estado plagado de desafíos: desde la incertidumbre económica y la inflación a los efectos colaterales de la guerra en Ucrania.
También ha sido el año de la sucesión. Una sucesión que, según el periodista Jesús Salgado, autor de De Zara al cielo: Marta Ortega y el futuro de Inditex, siempre había formado parte del plan desde que, en 2006, la hija de Amancio Ortega , que estudió Empresariales en la Universidad de A Coruña y completó su formación en la European Business School de Londres, se estrenó en el universo Inditex trabajando como dependienta en una de las tiendas de Zara en la capital británica donde nadie sabía quién era.
«El plan iba según lo previsto hasta su boda con Santiago Álvarez. No es que a Amancio no le gustara que se casase con él, eso le daba igual, el problema es que pensó que su relación podría apartarle del mundo de la moda. Pero aquello pasó, después Marta se casó con Carlos Torreta y, como venía del mismo mundo, el problema se resolvió solo», explica Salgado.
Aunque la hoja de ruta estaba trazada desde hacía años (entre otras cosas por el manifiesto desinterés de su hermana, Sandra Ortega , por formar parte de la cúpula de Inditex), la confirmación definitiva no llegó hasta agosto de 2021, cuando la hija del fundador de Zara anunció su intención de dar un paso al frente en la portada de la revista del Wall Street Journal.
Se desmarcaba así de la hermética cultura empresarial que había impuesto su padre, pero la ocasión, evidentemente, lo merecía. En la misma entrevista, Ortega reconocía que ignoraba las cuentas de la compañía. Salgado defiende que, en cierta manera, sigue siendo así.
«En realidad, los resultados que acaban de anunciarse no tienen nada que ver con la llegada de Marta Ortega a la presidencia. Para empezar, estamos hablando de los resultados del año 22, y ella se incorporó a mediados de ese ejercicio», argumenta Salgado. «Pero también porque ella es la presidenta no ejecutiva de Inditex.
Igual que hacía su padre, Marta Ortega está volcada en la parte del diseño. De la gestión y de los números se encarga el consejero delegado, Óscar García Maceiras. Amancio siempre delegó ese aspecto. Y Marta está siguiendo el mismo esquema», explica Salgado que apunta a la ejecutiva de Inditex Beatriz Padín como «la mentora» de la nueva presidenta de Inditex.
Durante este año, en el que la dirección financiera de la compañía se ha deshecho de sus 500 sucursales en Rusia y ha resuelto el conflicto salarial con las dependientes de sus tiendas que convocaron movilizaciones en todo el territorio nacional, Ortega ha establecido colaboraciones con diseñadores como Narciso Rodríguez , marcas como Good American (la firma de tallas grandes de Khloe Kardashian), start-ups como Circ, que trabaja en el desarrollo de fibras sostenibles; iniciativas volcadas en la economía circular, como la Fundación Ellen MacArthur, y proyectos innovadores como la puesta en marcha de una plataforma de reventa de prendas (Zara Pre-Owned). A cambio, Ortega percibe un salario de 900.000 euros al año más 100.000 por sus responsabilidades como consejera.
Su discurso, durante su primera junta general de accionistas celebrada en julio, reforzó la idea de que Ortega venía a asumir el liderazgo cultural de la compañía: no habló de cifras, sino de valores. «Inditex siempre han sido sus personas, los que trabajan con dedicación, que no se rinden y no se conforman (...) El sentimiento de responsabilidad es inmenso, pero el orgullo de representar al mejor equipo lo supera con creces», dijo entonces. Quería, repitió una y otra vez, estar «cerca del producto».
Y no eran solo palabras, sino un estilo de liderazgo que aprendió en casa. «Su padre tenía un despacho por si tenía que recibir alguna visita, pero no lo utilizaba nunca. Siempre estaba en las mesas de los diseñadores. Y Marta sigue esa misma línea. No está hecha para estar en un despacho, en ese aspecto es igual que su padre: tiene que estar a pie de obra, supervisando el trabajo de los diseñadores», explica Salgado sobre su manera de trabajar.
Pero, ¿en qué se diferencia de él? «En el nivel de exposición. Son otros tiempos, hay mucha competencia y tiene que dar más la cara. Ella, por ejemplo, suele ir vestida de Inditex, algo que su padre no hacía. Le toca ser un poco el escaparate de la compañía».
Pero solo un poco. Ortega sigue sin conceder entrevistas y su faceta pública continúa siendo limitada, aunque este año ha puesto en marcha su proyecto más personal hasta la fecha. La Fundación MOP (acrónimo de sus iniciales), en cuyo patronato la acompañan su madre, Flora Pérez , y su marido, Carlos Torretta, tiene como objetivo la difusión del arte y la cultura y ya ha organizado exposiciones dedicadas a la obra de fotógrafos de moda tan icónicos como Steven Meisel o Peter Lindberg .
La llegada de Marta Ortega a la cúpula del gigante textil ha reforzado, además, el carácter familiar de la multinacional. «Lo que a Amancio Ortega más le preocupa es la continuidad de Inditex, con independencia de lo que reciban después sus hijos. Y la continuidad está garantizada. Inditex sigue siendo una empresa familiar. La familia Ortega controla todavía el 67% de la compañía», explica Jesús Salgado.
Pero el futuro de Ortega al frente de Inditex también está plagado de frentes abiertos. Desde el descenso del consumo a la competencia feroz. «Antes Inditex no tenía competidores, ahora le han salido algunos muy fuertes que vienen de China, como Shein», explica el periodista.
Otros desafíos son puramente logísticos. «Se han dado cuenta de que cuando las cosas se complican, la cadena de suministro se resiente y por eso quieren apostar por fábricas de proximidad en el Norte de África, Europa y Latinoamérica».
Por si fuera poco, Inditex se ha comprometido a alcanzar la neutralidad climática para el año 2040. El trabajo de Marta Ortega, que el año que viene cumplirá 40 años, será gestionar todos esos retos. El objetivo: hacerlo al menos con la misma habilidad que siempre demostró su padre.
20 de enero-18 de febrero
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