confesiones de una campeona

Carolina Marín, Premio Princesa de Asturias del Deporte 2024: «Nunca he tenido miedo a decir que necesito ayuda»

Poner nombre a lo que le pasaba le ayudó a superar su peor etapa. La campeona de bádminton recibirá el Premio Princesa de Asturias del Deporte 2024 mientras lucha por volver a escribir otra de sus palabras favoritas: ganar.

Carolina Marín lleva vestido de Ralph Lauren y pendientes de Gold&Roses. / FOTOGRAFÍA: ELENA OLAY / ESTILISMO: ALMUDENA CARNICERO

María José Barrero
María José Barrero

Carolina Marín recibirá el próximo mes de octubre de manos de la princesa Leonor el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024 «por su extraordinario palmarés en bádminton, un deporte en el que ha llegado a ser una referente internacional», tal y como ha anunciado este 8 de mayo el Patronato de la Fundación Princesa de Asturias . Hace unos meses, Mujerhoy habló con ella sobre las lesiones, el miedo, la resiliencia, el éxito y la salud mental.

Calma, alegría, fuerza. Tres sencillas palabras acompañan las tres imágenes en blanco y negro de Carolina Marín (Huelva, 1993) que hay pegadas en una de las paredes del pabellón de bádminton del Centro de Alto Rendimiento de Madrid. El póster en el que aparece la campeona olímpica y triple campeona mundial lo colocó allí su entrenador, Fernando Rivas, después de que Carolina consiguiera el oro olímpico en los Juegos de Río de 2016 y cuando estaba preparando el Mundial de 2018, que también ganó.

«Hoy cambiaría esas palabras. Fuerza, la sustituiría por determinación; calma, por madurez... Mantendría alegría, porque sigo disfrutando de lo que hago», asegura la deportista, que lleva dibujada en su piel otra: « Resiliencia», la capacidad del ser humano para superar experiencias traumáticas.

Es uno de los cinco pequeños tatuajes que luce. Los otros son unos aros olímpicos; una G con un infinito en recuerdo de su padre, Gonzalo, fallecido en 2020; cuatro puntos con un corazón, dedicado a sus primas; y su propio nombre, Carolina, por su abuela materna, de la que, dicen, también heredó su fuerte carácter. Más palabras importantes.

Marín acaba de terminar su intensa sesión matinal de entrenamiento y se prepara para las fotos. Hace un hueco en una planificación organizada al milímetro, con sesiones físicas, tácticas y de recuperación. Su mirada, y la de su equipo, está puesta en los torneos previos a la gran cita del año, el Mundial de Copenhague (Dinamarca), que se celebra en agosto. Un poco más allá en el horizonte, los Juegos Olímpicos de París, en 2024, donde espera volver a lo más alto del podio, después de que una grave lesión en su rodilla izquierda le impidera acudir a los de Tokio en 2021.

Cómo han afectado las lesiones a la carrera y a la salud mental de Carolina Marín

La lesión –la segunda importante de su carrera, después de la que la obligó a parar en 2019– la mantuvo casi un año en el dique seco. La recuperación, «lenta y dolorosa», le permitió volver a las pistas el pasado verano, pero durante estos meses ha tenido que seguir conviviendo con el dolor.

«Ha sido una de las cosas más frustrantes que he vivido en mi carrera deportiva –asegura–. Tienes que aceptar un dolor que no quieres, levantarte todos los días con la incertidumbre de no saber cuánto te va a doler y con el miedo de si la rodilla va a aguantar. Mentalmente ha sido muy, muy duro; un año intenso, triste y largo, porque no sabíamos cómo atajar ese dolor. Hemos tocado muchas teclas y al final no puedo decir cuál ha funcionado, quizá todo en conjunto, pero por fin estoy aguantando horas de entrenamiento a tope, que era lo que yo quería», reconoce la deportista, que se ha olvidado del malestar y ha recuperado las sensaciones dentro de la pista.

Ambos procesos, la lesión y la recuperación, han supuesto un duro aprendizaje para Carolina Marín. «Me ha cambiado, he desarrollado mucho la paciencia. Yo soy una persona muy impaciente, siempre me esfuerzo para conseguir las cosas cuanto antes. Pero el proceso de una lesión es muy lento, lleva mucho tiempo que tu cuerpo se recupere», reflexiona.

Carolina Marín con top de Louis Vuitton y pendientes de Gold&Roses. Fotografía: Elena Olay / Estilismo: Almudena Carnicero

También le ha ayudado a conocerse mejor, «a dar nombre y voz a muchas emociones que tenía dentro de mí y que no salían. Me ayuda a soltarlas, a sacar fuera lo que me pasa, antes de que salga en forma de dolor o de lesión». ¿Y cuál ha sido la más recurrente en todo este tiempo? «Sobre todo, la frustración. La primera lesión, la de 2019, me la tomé con un poco de alivio porque la temporada en el bádminton es muy intensa: no tenemos lo que en otros deportes se entiende como pretemporada, ni inicio o final de temporada. Competimos durante todo el año, año tras año, sin parar. Así que me sirvió para pasar más tiempo en casa. Pero volver a lesionarte dos años después, a unos meses de los Juegos y estando en buena forma, con una lesión aún peor que la primera, ya es otra cosa. La vida te da un vuelco, te vuelve a frenar, a poner un gran obstáculo en tu carrera», afirma.

Carolina Marín fue una de las primeras deportistas españolas que habló sobre salud mental y siempre ha dejado claro que la ayuda que recibe de sus psicólogos es clave en su carrera. «Para ser una perfecta jugadora de bádminton necesito esa ayuda psicológica, igual que necesito la de mi entrenador en la parte tecnico-táctica y la de mi preparador físico», señala.

«No sé si he servido de ejemplo a otros deportistas a la hora de hablar de salud mental. Lo que sí he tenido siempre claro en mi vida es que no me escondo. No he tenido nunca miedo a decir que necesito una ayuda externa, y desde bien pequeña. Me vine sola a Madrid con 14 años para entrenar, mientras mis padres se quedaban en Huelva, y empecé a trabajar con un psicólogo. Llevo muchos años. ¿Si es algo que recomiendo? Por supuesto que sí, sin ninguna duda. Para cualquiera, no solo para un deportista. Hay muchos problemas que no podemos solucionar porque muchas veces no sabemos ni qué nos está pasando. Siempre digo que no hace falta estar loco para ir a un psicólogo. Yo estoy bien, pero quiero estar mucho mejor, me quiero conocer más y para eso necesito ayuda».

El ejemplo de figuras de la talla de Simone Biles, Michael Phelps, Naomi Osaka, Ricky Rubio o la propia Marín ayudan a descubrir el lado más humano del deporte, demuestran que se puede ser fuerte en la pista y vulnerable fuera de ella. «Por supuesto. Muchas veces el público cree que no sentimos ni padecemos, y obviamente eso no es así. Yo, por ejemplo, soy dos personas: una es la Carolina deportista, la que se mete en una pista de badminton a entrenar o competir y lo da todo. Y otra la que. cuando sale por la puerta de un pabellón, hace su vida normal», reconoce Marín, que se define como «activa, exigente y con mucho carácter».

Medallas olímpicas y ser abanderada del equipo español en París: las metas y sueños de Carolina Marín

Ese carácter es, quizá, el que le hace fijarse metas sin miedo. Por ejemplo, conseguir un segundo oro olímpico el próximo año en París. ¿Piensa alguna vez en la posibilidad de que otra lesión frustre ese ansiado camino? «Ni siquiera me lo planteo, porque si no, ¿para qué vengo cada día a entrenar? ¿Para tener miedo? Pues no. Vengo a entrenar porque es lo que me gusta, lo que disfruto. Volver a lesionarme es algo que podría pasar, algo dentro de lo normal, porque si tú mismo te pones límites, nunca consguirás ser el mejor. Pero miedo como tal no tengo. Y si alguna vez me llega ese pensamiento, te digo que igual que viene se va».

Dice Fernando Rivas, su entrenador, que «tardará mil años en haber otra Carolina Marín», ¿Qué piensa la deportista cuando escucha una declaración de ese calibre? «Por una parte, estoy muy agradecida a Fernando por esas bonitas palabras, y por otra, creo que estoy de acuerdo con él. Es complicado el relevo a nivel nacional».

A los Juegos Olímpicos de París, Carolina llegará con 31 años y con otro sueño pendiente: convertirse en abanderada del equipo olímpico español. «Los sueños de todo deportista son, primero, conseguir una medalla de oro olímpica y, luego, ser el abanderado de tu país. No depende de mí, pero yo he hecho todo lo posible para conseguirlo», asegura.

¿Y después de París? «Ahora mismo sólo me planteo las metas más cercanas. Obviamente estoy más cerca del final de mi carrera deportiva que de la mitad, así que lo iré viendo. No sé cuándo voy a colgar la raqueta, de momento no tengo una fecha marcada, pero en todo caso espero que dependa de mi decisión y no de una lesión».

Mientras llega ese momento, ella sigue intentando mejorar su juego, porque « siempre hay algo que mejorar, en todos los aspectos. Por eso digo que esto es un camino eterno». Y espera seguir disfrutando en la pista. «A veces es complicado, porque una es muy exigente y, durante este tiempo atrás, el dolor tan frustrante que he tenido me lo ha impedido. En ocasiones se hace complicado disfrutar de algo que, al fin y al cabo, llevas mucho tiempo haciendo, que supone entrenar muchas horas y hacer grandes sacrificios en tu vida. Pero, obviamente, si sigo entrenando y jugando es porque algo en el bádminton me sigue enganchando, porque todos esos esfuerzos me siguen compensando».

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