Esta no es una carta de despedida, sino de agradecimiento. Gracias a todos ustedes que, durante cinco años, han estado ahí, que me han animado y empujado para buscar historias, personajes que pudieran interesarles, informarles, entretenerles. Créanme cuando les digo que, para un periodista, nada tiene sentido sin sus lectores, sin los ojos que imaginamos a ese otro lado recibiendo lo que escribimos, lo que construimos.
Me llevo su cariño (gracias a esos mensajes que me han enviado durante todos este tiempo, llenos de comentarios, de ideas, de sugerencias). Es un capital maravilloso que tenemos la suerte de disfrutar los que nos dedicamos a este oficio.
Gracias, claro, a todos los que han creado conmigo esta Mujerhoy que ahora dejo en otras manos. El orgullo de un director es siempre el talento de los que están a su lado. Y, en esta cabecera, hay mucho, como seguirán viendo y disfrutando.
Guardo para mí y, para siempre también, el calor de mi equipo que me ha emocionado como no pueden imaginarse. Han sido cinco años intensos, un viaje que ha atravesado, entre otras muchas cosas, una pandemia que ahora parece lejanísima. Momentos personales felices y también tristes, que he compartido con ustedes porque siempre les he sentido muy cerca.
Cinco años en los que hemos trabajado para hacer de esta cabecera algo a la altura de su inteligencia. Ojalá lo hayamos conseguido. Espero volver a encontrarles en otros lugares, desde otras ventanas. Ojalá. Porque, como les decía al principio de esta carta, sin ustedes no hay nada.