La actriz Rita Hayworth leyendo en su casa del Lago Tahoe, en / getty

LA CARTA DE LA DIRECTORA

Misterios y sorpresas

Lourdes Garzón
Lourdes Garzón

Cada año, desde hace muchos, he esperado, con la alegría con que se anhelan las vacaciones, la nueva entrega de las aventuras policiaco-gastronómicas del comisario Montalbano. Nunca decepcionaban porque nunca variaban mucho, amparadas, imagino, en esa sabia máxima de que lo que funciona no debería cambiarse.

Los fieles recibíamos nuestra ración de intriga detectivesca, personajes surrealistas y recetas de cocina siciliana con un protagonista que indefectiblemente se reía de sus jefes, se peleaba con su novia, se dejaba deslumbrar por alguna femme fatale y resolvía los enigmas de manera atropellada pero eficaz.

Su autor, Andrea Camilleri, nunca me defraudó porque nunca me dio ni más ni menos que lo que esperaba. La relación entre nosotros era perfecta. Y rara, porque en las relaciones la demanda no suele estar nunca de manera tan milimétrica a la altura de la oferta, ni las expectativas cubiertas con tanta precisión.

Desde que nos dejó el maestro Camilleri, busco el mismo consuelo en Benjamin Black, el pseudónimo con el que John Banville nos regala a los lectores sus entregas anuales protagonizadas, no por un comisario socarrón, sino por un oscuro patólogo, Quirke.

En los libros de Benjamin Black no se come, se bebe. Quirke está siempre en la cuerda floja decidiendo si se toma el enésimo whisky, ése que va a lanzarle por el precipicio, con la misma regularidad con que Montalbano arriesga seriamente su salud con la enésima ración de salmonetes.

Los lectores lo sabemos. Y nos gusta que sea así. Cambian cosas en el argumento, claro, pero hay una cierta constancia en las debilidades de los personajes, en sus miedos, en sus manías y en sus arrepentimientos. Quirke y Montalbano vuelven como un viejo amigo que nos visita en casa unos días de tanto en tanto.

Quizá es que me reconfortan las costumbres, lo nuevo con cierto aire familiar, los gestos repetidos, las celebraciones que se convierten en una tradición. A lo mejor por eso me gusta también esta época del año, porque es fácil dejarse llevar por una sucesión confortable de citas previstas, de encuentros programados y, en teoría, alegres.

Pero precisamente por esta tendencia que me reconozco, pero en la que no quiero sumergirme demasiado, espero muchas sorpresas para el año que viene. Y quiero desearles lo mismo. Que nos sacudamos la pereza por encontrar nuevos caminos, aunque estén lejos del calor y la amabilidad de los que conocemos.

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

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