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Por qué estamos enganchados a El caso Asunta: los cabos sueltos del crimen que Netflix ha convertido en la serie del momento

Protagonizada por Candela Peña y Tristán Ulloa, El caso Asunta ya es la serie más vista de Netflix. El true crime que obsesionó a España sigue siendo un puzzle al que le faltan muchas piezas y que la serie producida por Ramón Campos intenta resolver.

Imagen promocional de El Caso Asunta, la serie de Netflix protagonizada por Candela Peña y Tristán Ulloa. / neflix

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Once años después, el Caso Asunta , que tantas horas de televisión y tantos titulares acaparó en 2013, vuelve a ocupar la conversación tras el estreno en Netflix de la serie producida por Ramón Campos, el hombre que más sabe sobre el caso que conmocionó a España hace algo más de una década.

El éxito inapelable de la serie, que desde su estreno es número uno en la plataforma de streaming, responde, claro, a varias razones. Por un lado, a la portentosa exhibición de talento dramático de sus dos actores protagonistas, Candela Peña y Tristán Ulloa, transformados en Rosario Porto y Alfonso Basterra y elogiados por espectadores, críticos y compañeros de profesión. Por otro, la fascinación por el true crime y la maldad humana que el propio Campos ha explicado como nuestro miedo por convertirnos en eso que estamos viendo en la pantalla.

Pero quizá, y sobre todo, por nuestra necesidad de entender lo que sucedió. Y no hablamos solo de los detalles exactos del crimen, sino de comprender cómo en menos de un año « una familia normal» (como reza la brillante campaña promocional de Netflix) terminó con la hija adoptiva de 12 años abandonada sin vida en una pista forestal y con sus dos progenitores en la cárcel.

El 21 de septiembre de 2013, Asunta Basterra, hija adoptiva de la abogada Rosario Porto y el periodista bilbaíno Alfonso Basterra, fue encontrada sin vida en un camino cercano al chalet propiedad de su madre en Montouto, a las afueras de Santiago de Compostela. Sin indicios de agresión sexual, la autopsia certificó que la niña había muerto por asfixia y que en su cuerpo había restos de una cantidad equivalente a 27 pastillas de lorazepam. Hasta ahí, los hechos.

Fotograma de El Caso Asunta. / netflix

El mediático juicio determinó que el asesinato de la niña fue fruto de un «un plan premeditado, ejecutado de forma gradual», que hubiera resultado «imposible sin la participación, o al menos el consentimiento, de ambos imputados». La sentencia, que condenó a ambos progenitores a 18 años de cárcel, también estableció que Rosario mató a Asunta y que Basterra fue su colaborador, pese a que no se hallaron pruebas de su ADN y ni siquiera se consiguió demostrar que él abandonara su domicilio de Santiago aquella tarde.

Los «ensayos» del crimen y las grabaciones en el calabozo

La decisión judicial se apoyó, fundamentalmente, en las cuerdas rojas encontradas junto al cadáver y en la finca familiar, en las altas dosis de ansiolíticos halladas en el cuerpo de la pequeña y en las grabaciones de las cámaras de seguridad que demostraron que Porto fue con la niña a la casa de Montouto aquella tarde.

Sin embargo, en el caso Asunta, los cabos sueltos abundan más que las certezas y son una de las razones que explican la fascinación que, más de una década después, todavía despierta el caso.

Quizá la más inquietante de todas tiene que ver con los episodios previos de somnolencia de la niña, que le confesó a su profesora de música que sus padres le obligaban a tomar unos «polvos blancos». Pero, sobre todo, con un extraño suceso ocurrido dos meses antes del asesinato y que Porto nunca denunció. La abogada contó en el juicio que el 5 de julio alguien había entrado en su domicilio de madrugada y había tratado de asfixiar a la pequeña antes de huir precipitadamente. Nunca se esclareció quién había podido estar detrás del intento de asesinato, pero las sospechas del fiscal y el juez intructor siempre apuntaron a Basterra.

Tampoco llegó a aclararse nunca a qué se refería el matrimonio en las conversaciones entre ellos que la Guardia Civil grabó durante su estancia en los calabozos. « No te dio tiempo a eso, ¿verdad?', le preguntó Porto a su ex marido antes de que este la interrumpiera abruptamente para que no siguiera hablando. «Tu imaginación calenturienta nos va a traer muchos problemas», le decía en otro momento mientras él trataba de reconducir la conversación hacia la tesis de su inocencia.

Candela Peña da vida a Rosario Porto. / netflix

Otra de las claves del caso reside en por qué la ex pareja, y sobre todo Basterra, escogió mantener una defensa conjunta cuando todas las pruebas apuntaban a Porto y ninguna certificaba la implicación de su ex marido en el asesinato. La serie de Netflix ofrece un par de explicaciones a esa incógnita.

Para empezar, la falta de liquidez de Basterra, cuya defensa costeó su ex mujer, única beneficiara de una herencia de más de tres millones de euros después de la muerte de sus padres, un par de años antes de los hechos. La otra la verbaliza el personaje de la abogada del Basterra, interpretado por Alicia Borrachero, y que apuntaría a un supuesto secreto que la ex pareja compartía y que era peor que el propio asesinato.

El misterioso móvil del caso Asunta

Y luego, está el móvil. El auténtico misterio del caso: ¿por qué querría el matrimonio terminar con la vida de su hija de 12 años? La serie de Netflix se encarga de trasladar la teoría de su creador, Ramón Campos, una de las personas que más ha investigado el caso.

Todo se remonta al mes de enero de ese mismo año, cuando el día de Reyes Basterra descubre que Porto le engaña con otro hombre y, un par de días más tarde, se pone en marcha el proceso de divorcio. Después de una crisis psiquiátrica que llevó a Porto a permanecer ingresada en el hospital, Basterra y ella retoman su relación, aunque mantienen domicilios separados. Tras varios meses sin verse, el día antes del asesinato de la pequeña, Porto vuelve a encontrarse con su amante, Basterra lo descubre, discuten…

Una de las dos teorías que desarrolla la serie de Netflix presenta a una Porto desesperada que, para librarse de la relación tóxica que mantiene con su ex, decide eliminar a su hija de la ecuación suministrándole un potente cóctel de ansiolíticos. En esta versión de los hechos, Basterra actúa solo como encubridor del crimen de su ex mujer.

Tristán Ulloa en la piel de Alfonso Basterra. / netflix

Aunque la serie ofrece otra tesis alternativa, que coloca al padre como cerebro y brazo ejecutor de un asesinato orquestado para tratar de ocultar un secreto que la niña conocía, el caso sigue siendo un rompecabezas que los implicados nunca se esforzaron en esclarecer.

Después de varios intentos, Rosario Porto, que siempre negó su participación en el asesinato, se ahorcó en su celda de la prisión de Brieva en noviembre de 2020. Basterra, que sigue proclamando su inocencia desde prisión, continúa cumpliendo su pena y no saldrá en libertad hasta 2031.

Durante años, el periodista intercambió correspondencia con Ramón Campos, productor tanto de la serie de Netflix como de Operación Nenúfar, el documental sobre el caso. En una de esas misivas, le anunciaba sus planes. «Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes. De hecho ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo, pero todo acaba llegando».