Diane von Furstenberg. / Thomas Whiteside.

entrevista exclusiva

Diane Von Furstenberg: «En los 60 conocí en Madrid a un joven socialista llamado Felipe González. Creo que era ese Felipe González...»

En el 50 aniversario de su icónico wrap dress, Diane Von Furstenberg vuelve la vista atrás para repasar su increíble vida en un fascinante documental. Hablamos con ella, en exclusiva, sobre todo lo que le enseñó su madre, su matrimonio fallido con un príncipe alemán y su vida secreta en el Madrid de los años 60.

Pese a la aparente frialdad del teléfono, en apenas 30 segundos una entrevista con Diane von Furstenberg (Bruselas, 1946) se convierte en la conversación más fascinante de tu vida. Primero, porque insiste en hablar en español y lo hace perfectamente, con un precioso acento afrancesado, aunque pronto cambia al inglés. Y segundo, porque suelta la bomba nada más empezar.

« Pasé un año en Madrid cursando Estudios Hispánicos en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue un año en el que hubo muchísimas huelgas», recuerda antes de entrar en harina. «En la cafetería, conocí a un chico joven y muy apasionado, un poco más mayor que yo. Se llamaba Felipe González. Era un joven socialista, que me escribió algunas cartas, aunque después nunca lo volví a ver ni a saber nada de él. Creo que era el Felipe González que más tarde sería presidente. Pero nunca lo supe a ciencia cierta. Sería, quizá, 1966... Tienes que ayudarme a saber si era él».

Nada de todo eso forma parte del documental de Disney+ Diane von Furstenberg: Definiendo estilo, del que habíamos quedado para hablar. Fundamentalmente porque comprimir toda su vida en menos de dos horas es, sencillamente, imposible. Dirigido por su amiga Sharmeen Obaid-Chinoy, no faltan, por supuesto, ni los años del Studio 54 con Andy Warhol o Halston ni las fiestas salvajes (y las proposiciones indecentes) con Mick Jagger o David Bowie.

Tampoco su boda con un príncipe alemán ni su fluctuante, pero icónico, imperio de la moda. «Yo no quería hacer un documental sobre mi vida, pero Sharmeen me dijo que podría inspirar a muchas mujeres. Por eso, acepté. Pero me costó muchísimo verlo. Cuando por fin lo hice, fue como estar en la consulta del ginecólogo durante dos horas. Me puse paranoica:«¿Por qué lo he hecho? ¿Por qué he prostituido así a mi familia? ¡Estoy harta de ser yo misma!». Cuando me escuché decir eso, pensé: «Eso no es verdad. No estoy harta y no quiero ser nadie más que yo». Ahora me gusta mucho esta película, porque creo que es muy honesta», explica la diseñadora, cuyo diálogo interior es casi tan fascinante como su increíble biografía.

Fotograma del documental de Disney+ Diane von Furstenberg: Definiendo estilo. / disney+

Su madre, Liliane Halfin, llegó al campo de concentración de Auschwitz en un tren de ganado en 1944. Tenía 21 años. En el momento de la liberación, solo pesaba 23 kilos. Los médicos le anunciaron que no podría tener hijos porque no lograría sobrevivir al parto. 18 meses más tarde y después de reencontrarse con su prometido, dio a luz a Diane. Cada noche, junto a la cama de su hija, daba las gracias por las sábanas y la manta, la almohada y el colchón.

MUJERHOY. «Mi vida es el triunfo del amor sobre el horror», narra en el documental. ¿Una vida tan intensa y folclórica como la suya ha sido su forma de hacer justicia al milagro que fue su nacimiento?

DIANE VON FURSTENBERG. Tengo 77 años, pero he tenido una vida tan plena que podría tener 300. Nunca he ido a terapia pero siempre he tenido una relación muy íntima conmigo misma: siempre he escrito un diario, me hablo a mí misma constantemente y soy mi mejor amiga y también mi mejor refugio. Ahora que estoy en el invierno de mi vida, entiendo muchas cosas que se han ido revelando con los años. ¿Quieres escuchar una historia?

¡Claro!

Un día me hicieron un escáner de todo el cuerpo durante un reconocimiento médico. Mientras estás en la máquina, no te puedes mover y me puse a pensar en qué aspecto tendría un escáner de mi alma. No encontré la respuesta inmediatamente, pero esa idea se quedó grabada en mi cabeza. ¿Qué aspecto tendría una fotografía de mi alma? Meses después, al inicio de la primavera, estaba paseando por los bosques que rodean mi casa de campo en Connecticut. Había muchísimas hojas muertas de todo el invierno y, de pronto, en el centro de todas ellas, vi una luz verde resplandeciente. Un tallo y una pequeña cabeza rizada. Era el inicio de un precioso helecho. Tienes que verlo. Espera, te voy a mandar una foto...

Al otro lado del teléfono, la diseñadora busca en su galería de imágenes. Después de un rato, llega la foto a través de WhatsApp. Efectivamente, se trata del brote de un helecho antes de florecer. Un tallo que se enrosca sobre sí mismo en forma de espiral y en el que se resguardan las incipientes hojas antes de desplegarse. Según Wikipedia, los helechos son una de las especies vegetales más primitivas del planeta, pero también una de las más resistentes.

Es una metáfora preciosa.

¡Me di cuenta de que ésa era yo! Un pequeño brote de vida con el pelo rizado que salió de las cenizas para convertirse, después, en una gran hoja verde con oportunidades infinitas. Esa es la imagen de mi vida. Nací de las cenizas porque mi madre no tendría que haber sobrevivido y yo no tendría que haber nacido, pero nací. Mi madre me empujó a la vida y, desde entonces, soy la dueña de mi existencia. Eso lo explica todo.

La diseñadora junto a Andy Warhol en 1977. / getty

Siempre habla de su madre como la persona más importante de su vida. ¿Cuál es la herencia más valiosa que le dejó?

Mi madre me enseñó dos cosas muy importantes. La primera es que el miedo no es una opción. Si me daba miedo la oscuridad, me encerraba en un armario. Hoy la arrestarían y la meterían en la cárcel, pero como resultado de eso yo no le tengo miedo a nada. El miedo es estúpido. No cambia la situación. En cambio, si te deshaces de él, puedes gestionarla sin esa desventaja.

¿Cuál fue la otra lección vital que le enseñó?

Pase lo que pase, nunca seas una víctima. Mi madre estuvo en la situación más horrible imaginable, pero se negó a ser una víctima. Obviamente, tuvo suerte, quizá fue la voluntad de Dios o como quieras llamarle, pero no quería ser una víctima y no lo fue.

Justo tras su paso por Madrid, a finales de los 60, Diane aterrizó en Ginebra para continuar sus estudios. En un pub, conoció a Egon von Fürstenberg. No sólo era príncipe, también era un Agnelli. Pese a la oposición familiar, se casaron en 1969, cuando ella ya estaba embarazada. El matrimonio duró tres años, aunque el divorcio no fue oficial hasta 1983, y la ex pareja mantuvo una estrecha amistad hasta la muerte de Egon, en 2004.

Poco después de casarse, se puso a trabajar. ¿El cuento de hadas de la princesa europea no le resultaba atractivo?

¡Yo ni siquiera quería casarme! Me casé porque conocí a Egon en la universidad, nos enamoramos, me dio un anillo y me prometió que nos casaríamos algún día. Luego, me quedé embarazada, que era lo último que yo quería en ese momento. Él era un príncipe, un Agnelli, un partidazo, pero no era lo que yo quería. De hecho, él era quien quería casarse, porque deseaba tener hijos conmigo. Y se lo agradezco cada día porque me dio los mejores hijos del mundo. Fue alguien instrumental en mi vida que, además, me introdujo en un mundo que yo desconocía por completo.

Con su primer marido, el príncipe alemán Egon von Furstenberg. / getty

«Me convertí en la mujer que quería ser», dice en el documental. ¿En qué momento decidió lo que quería hacer con su vida?

Cuando era joven no sabía lo que quería hacer, pero tenía claro el tipo de mujer que quería ser. Quería ser una mujer al mando. No sabía cómo lo conseguiría, pero ese sentimiento estaba arraigado en mí: quería viajar, salir y entrar de los aeropuertos, tener la vida de un hombre en el cuerpo de una mujer.

No estudió diseño, pero había aprendido todo lo que se podía saber sobre tejidos y estampados en la fábrica textil del industrial italiano Angelo Ferretti. En uno de sus viajes a Nueva York, sus primeros diseños, hacinados en una maleta, pasaron el severo filtro de la mítica editora de Vogue Diana Vreeland, que le hizo un hueco en la Semana de la Moda de Nueva York.

Dos años después, en 1976, el ahora icónico wrap dress, símbolo del estilo y el empoderamiento femenino, había vendido un millón de unidades y su creadora era portada de los semanarios de la época mientras la prensa económica la apodaba como la «mujer más comercial desde Coco Chanel». Prueba de ello es que, en el último medio siglo, ha vestido a todo tipo de celebridades: desde Michelle Obama y Kate Middleton hasta Madonna.

Más que un vestido, el wrap dress se convirtió en un símbolo. ¿Le sorprendió el impacto social que tuvo?

¡Me sorprende mucho más ahora! Cada 20 años, las veinteañeras lo redescubren y vuelve a ponerse de moda. Y eso es aún más impresionante. Entonces, simplemente, lo estaba viviendo. Cuando estás en la cima, estás muy ocupada, no te dedicas a pensar en tu propio éxito. Solo estás tratando de sobrevivir. Yo, además, estaba separada y con dos niños pequeños. La vida sigue, no se detiene cuando tienes éxito o eres feliz, es un trabajo en curso. Dices que eres feliz y, al minuto siguiente, tropiezas, te caes por las escaleras y terminas en el hospital.

No sé por qué intuyo que no ha conocido eso que ahora llaman el síndrome de la impostora…

¡Odio esa expresión! No sé lo que significa. Me parece muy despectiva. Diseñar tu vida y convertirte en lo que deseas no es ser una impostora. Ser una impostora es mentirte a ti misma. Si quieres ser libre, la única forma de lograrlo es no engañarte. Mi mejor consejo para cualquiera es quiérete, sé fiel a ti misma. Es algo que requiere trabajo y hay que ser estricto y disciplinado. Ese es el verdadero significado de estar al mando. No es ninguna declaración agresiva, sino, ante todo y sobre todo, un compromiso con uno mismo sobre quién quieres ser, pero también lo importante que es aceptar tus imperfecciones. Cuando era joven, odiaba mi pelo rizado. Hasta que, un día, lo acepté. En ese momento, se convirtió en parte de mi personalidad y en una fortaleza en lugar de una debilidad.

La diseñadora en su apartamento de Nueva York bajo los retratos que Andy Warhol pintó de ella. / getty

Casada con el empresario Barry Diller desde 2001, von Furstenberg vive con un pie en Nueva York y otro en Venecia, donde pasa parte del año y posee un palacio con vistas a los canales.

A sus 77 años, continúa siendo una auténtica fuerza de la naturaleza que reparte su tiempo entre la acción filantrópica de su fundación y la gestión de un imperio de la moda que ha conocido muchos altibajos a lo largo de su medio siglo de historia y que la diseñadora está delegando en su nieta Talita, de 24 años.

Suele decir que la edad es el «mapa de la vida que debe ser celebrada». ¿Siempre ha sido así o ha tenido que aprender a abrazar la madurez?

Cuando era joven, ya fingía ser más mayor de lo que era. Para cuando cumplí los 20, llevaba años diciéndole a todo el mundo que los tenía. Para mí, parecer mayor siempre ha sido un halago. Con 28 años fui portada de la revista Newsweek y recuerdo que mandaron a un periodista a Bélgica para comprobar mi partida de nacimiento. ¡No se creían la edad que tenía! Y ahora, no quiero pretender tener una semana menos de lo que aparento porque solo en esta última semana he aprendido muchísimo. Y no quiero renunciar a eso.

Si, como dice, este documental ha sido como ir a terapia, ¿qué ha aprendido en el proceso?

Puedes proyectar hacia el futuro y concentrarte en hacer tus sueños realidad, puedes escribir un diario o guardar un álbum de fotos para no olvidar el pasado, pero lo más importante de todo es vivir y honrar el presente.

Después de este viaje por su propia vida, ¿con qué capítulo se queda?

Mi mejor trabajo, el mayor éxito, es mi familia: mis dos hijos y mis cinco nietos. Ninguno es perfecto, pero todos controlan su propia vida, son quienes quieren ser. Además, son generosos, amables, considerados y buenas personas. Ese es, sin ninguna duda, mi mayor orgullo.

Antes de despedirse, la diseñadora insiste en tratar de resolver el misterio alrededor de aquel joven socialista que le escribía cartas en los años 60. «Me encantaría saber si era el mismo Felipe González. Tengo muchísima curiosidad. En una ocasión, se lo pregunté a Ricardo Bofill, que era amigo mío y también suyo, pero no supo ayudarme. Supongo que él es la única persona que podría saberlo. Habría que contactarle y preguntarle si se acuerda de una chica belga llamada Diane...».