humor inteligente
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¿Eres de las que se niegan a probar algo por mucho que te lo recomienden? A mi me pasó con La maravillosa señora Maisel. Amigas (con criterio) me la recomendaron cuando se estrenó la primera temporada en 2017. Asistí incrédula a cómo solo meses después de su estreno logró los Globos de Oro a Mejor Serie y Actriz de comedia y hasta 8 premios Emmy.
Ni los premios ni las recomendaciones lograron convencerme a darla una oportunidad. Para mi, contaba con un inconveniente importante: el personaje protagonista es una ama de casa de los años 50 que descubre su vocación de cómica de monólogos. No quiero generalizar, pero no soporto ese género. Me dan urticaria sus torpes intentos de intentar ser graciosos a costa de sus fracasos infantiles o amorosos.
No recuerdo ya si fue el aburrimiento o la curiosidad, pero cuando me decidí a ver un capítulo de La maravillosa señora Maisel ya no pude parar. Y ahora soy yo la que no para de recomendarla. Te cuento por qué:
Las actuaciones de la protagonista de la serie creada y dirigida por Amy Sherman-Palladino y Daniel Palladino, y que interpreta Rachel Brosnahan, son realmente ingeniosas. Tanto en el pequeño club neoyorquino donde empieza como en los teatros, las giras y, especialmente en sus monólogos ante los soldados, te hace reír por su ingenio y actitud.
Así como las tramas de cada capítulo, basadas en su empeño por tener éxito como monologuista frente al desprecio de sus colegas masculinos, la incomprensión de su familia y las zancadillas de los que han tenido éxito antes en la industria del entretenimiento, incluyen pequeñas situaciones absurdas e hilarantes que te dejarán con una sonrisa, aunque también viva momentos dramáticos.
¡Esos sombreros! Los coloridos vestidos y abrigos de Midge Maisel y de su estilosa madre son obra de la diseñadora de vestuario Donna Zakowska. En su libro Madly Marvelous: The Costumes of the Marvelous Mrs. Maisel los define como una «armadura multicolor». «Los considero como el equivalente a una capa de superhéroe: una armadura transfiguradora, protectora y emocional que la envalentona y empodera como personaje».
La diseñadora, con formación artística como pintora, ajusta también la paleta de colores del vestuario de cada personaje para intentar capturar el sentimiento y el significado de cada escena de acuerdo con la filosofía Maisel: «nunca hay suficiente color, accesorios y detalles».
Una serie bien hilada necesita personajes que arropen al protagonista y hagan avanzar la trama. En La maravillosa señora Maisel hay de sobra. Comenzando con el matrimonio de intelectual y casamentera que forman sus padres, extremos hasta la parodia pero tan humanos y divertidos, interpretados por Tony Shalhoub y Marin Hinkle. Sin olvidar a esa agente artística (Alex Borstein) que se esconde tras su masculino aspecto; los suegros, una pareja de tradicionales judíos; y uno de los mejores personajes de la serie, en mi opinión, la actriz Sophie Lennon (Jane Lynch), una gran dama que se ha hecho rica interpretando a una barriobajera ama de casa, inspirada en la cómica Phyllis Diller.
Al igual que el vestuario es una explosión de color, la banda sonora es una explosión de alegría a ritmo de jazz. El ambiente de los clubes neoyorquinos suena a Count Basie, Ella Fitzgerald, Nina Simone o Billie Holiday. La melodiosa voz de los crooners como Frank Sinatra o la potencia de Barbra Streisand puntúan los momentos más sentimentales.
También vivimos junto a la señora Maisel la época de los grupos de chicas como The Ronettes, Martha & The Vandellas o The Supremes cuando se convierte en telonera de Shy Baldwin, un solista de color que recuerda a Nat King Cole y al que presta su voz el actor y cantante habitual de Broadway Darius de Haas.
No creas que verás muchas escenas rodadas en exteriores, salvo contadas ocasiones como Coney Island, Washington Square Park o el Rockefeller Center. No en vano, el Nueva York de los 50 y los 60 apenas existe ya, pero la ciudad, sus clubes, los edificios de apartamentos con vistas a Central Park, es un personaje más de la serie, aunque se haya recreado en los estudios de Brooklyn.
La cafetería judía donde la señora Maisel se reúne con su agente se rodó en el ya cerrado Artie's Delicatessen, en el Upper West Side. También en esta zona se encuentra The Strathmore, el edificio señorial con marquesina y portero, que sirve de fachada exterior al apartamento donde vive con sus padres.
La química entre la señora Maisel y Lenny Bruce, ese consagrado monologuista con el que coincide en clubes y cárceles, es anecdótica pero innegable. Temporada tras temporada, esperamos el imposible momento en el que decidan ir más allá, aunque, siendo Bruce un personaje histórico con un trágico final, sabemos que es imposible. Pero Luke Kirby ha conseguido dotarle de un aura canalla pero atractiva que no tenía Dustin Hoffman en Lenny, la biografía del cómico que dirigió Bob Fosse.