Alexandra Palt, CEO de la Fundación L'Oréal. /
Para Alexandra Palt (Viena, 1972) el compromiso con la justicia social que ha marcado su carrera viene determinado por su pasaporte. «Soy austriaca y crecí en los 80, una época en la que se debatió mucho sobre la responsabilidad histórica de un país que en 1938 dio la bienvenida a Hitler y contribuyó de manera decisiva al régimen nazi. Mi generación fue educada para pensar acerca de la responsabilidad individual, de lo que deberíamos o podríamos haber hecho. Como muchas familias austriacas, en la mía hubo quien resistió y quien no. Eso determinó mis valores, mi perspectiva acerca de la vida y mis ideas sobre en qué tipo de persona quería convertirme», explica en su despacho parisino de la Fundación L'Oréal, de la que es CEO.
Sobre el papel, no era la persona más obvia para ocupar el puesto. Tras estudiar Derecho en su ciudad natal, especializarse en derechos humanos y escribir su tesis acerca del Derecho Penal Internacional y la violencia contra las mujeres en conflictos armados, trabajó en varias ONG de ayuda a los refugiados y en Amnistía Internacional. En 2012, L'Oréal le invitó a incorporarse a su proyecto. El cambio llegó acompañado de un descubrimiento interesante: «Mi leitmotif es luchar contra la injusticia, hacer lo correcto y ser responsable. Y eso se puede hacer en cualquier sitio, no solo en una ONG o un organismo público. De hecho, descubrí que es más fácil hacerlo en el mundo corporativo. Buscaban una activista que señalara los problemas, pero que también activara soluciones. No solo he tenido el apoyo, sino también los recursos financieros y humanos para hacer esos cambios».
El programa más importante de la fundación que dirige, el premio L'Oréal-UNESCO For Women in Science , acaba de cumplir 25 años. Desde 1998 distingue a las investigadoras más importantes del mundo, y ha galardonado a 127 investigadoras y apoyado la carrera de más de 4.000 jóvenes científicas en 101 países. «Mientras, en términos generales, un 30% de las investigadoras abandonan su carrera, prácticamente todas las mujeres que han formado parte de nuestro programa siguen investigando. Creo que hemos contribuido a aumentar el número de mujeres que se dedican a la ciencia. Al final de los 90, eran un 25%; ahora son más de un 33%», explica a modo de balance.
Sin embargo, prefiere poner el acento en lo que queda por hacer y señala dos frentes. El primero: conseguir que haya más mujeres en posiciones de liderazgo en los grupos de investigación. «Es un gran problema, porque sabemos que la voz de las mujeres se escucha cuando alcanzan, al menos, el 33% de representación en una organización. Ahí está el punto de inflexión que hace posible el cambio cultural». El segundo: el abandono femenino de áreas de conocimiento como matemáticas, inteligencia artificial o ciencias computacionales. « No querremos que el futuro del mundo lo programen solo los hombres, ¿verdad?», advierte.
Asesora en materia de igualdad del presidente Macron, su compromiso feminista lo heredó de su abuela. «Era una mujer adelantada a su tiempo. No sé cómo hizo para ser tan valiente y liderar tantas batallas... Cuando tenía 18 años, cogió su bicicleta y se fue de Austria a Alemania sola y luego al Reino Unido para aprender el idioma. Fue educada para ser costurera, pero terminó siendo traductora. Tuvo a mi madre sola, algo que estaba muy mal visto en una época en la que las mujeres debían casarse, tener muchos hijos y quedarse en casa. Yo no sé si tendría su fortaleza. Solía decir que hagas lo que hagas, siempre debes mantenerte fiel a ti misma porque eso será lo único que, al final de tu vida, te permitirá mirar atrás con satisfacción», recuerda Palt.
La CEO de la Fundación, para quien el compromiso de las compañías con la igualdad de género debe trascender a sus organizaciones y tener impacto social, reconoce sentirse «malcriada» en L'Oréal. «Es una empresa muy, muy feminista –explica, citando programas como Stand Up, contra el acoso callejero– . Nunca debemos dar por hecha la igualdad de género, incluso donde tenemos la impresión de estar cerca de conseguirla. Debemos estar siempre alerta. Entiendo que haya gente que se canse de escucharlo, pero no hay otra forma de lograrlo que mantenernos despiertas y seguir empujando».
Liderar la Fundación L'Oréal solo es el 50% de su trabajo; Palt también es directora global de Responsabilidad Corporativa del grupo. Desde su llegada, la firma es referente por su compromiso con el desarrollo sostenible. « El cambio climático es una amenaza contra el planeta y contra la supervivencia humana. Cuando entendamos eso, seremos más exigentes con gobiernos y compañías. Creo que las empresas han entendido que no puedes operar un negocio en un mundo en destrucción que no tiene materias primas, agua o consumidores que compren tus productos», reflexiona.
En 2021, la ejecutiva publicó Corporate activism, un libro sobre el papel que las empresas deben desarrollar en los movimientos sociales. « No creo que las empresas tengan que dedicarse al activismo, su papel no es hacer la revolución. Necesitamos activistas, necesitamos a Greta Thunberg y grupos como Extinction Rebellion. Nos dan esperanza y nos desafían a pensar y cambiar. Nuestra responsabilidad es devolverles esa esperanza con comportamientos más sostenibles. No vamos a ser una organización perfecta mañana, pero tenemos que ser mejores cada día hasta que el sistema opere dentro de los límites del planeta», explica Palt, que es optimista, pero cree que viviremos un periodo marcado por el conflicto.
« Nos esperan años de mucha tensión social. La innovación nunca llega sin destrucción. Cuando tratas de crear un nuevo modelo, siempre hay un momento de fricción entre quienes quieren volver al pasado y quienes apuestan por un nuevo sistema. A veces es un proceso doloroso, pero no hay otra manera de reinventar nuestras sociedades», opina. ¿Y qué debemos destruir en el proceso? «La idea de la rentabilidad por encima de todo. Ésa es mi convicción personal, no hablo por L'Oréal, que obviamente debe ser una compañía rentable. Pero debemos entender que, si ponemos la rentabilidad por encima de la vida, llegará un momento en que ni habrá vida ni habrá rentabilidad».