El diputado Gabriel Rufián en una imagen de archivo. /
En una nueva entrega de Lo de Évole , Gabriel Rufián se reencuentra con Jordi Évole y ninguno de los dos se corta un pelo a la hora de confesar pasadas rencillas. «Te tengo que confesar una cosa, Gabriel. Me has caído muy mal», le decía el periodista en avance de su entrevista en LaSexta. «Tú a mí, peor. He rajado mucho de ti», era la respuesta tajante del diputado de ERC. «¿Qué ha pasado en estos años para que no nos cayésemos bien?», se pregunta Jordi. «Yo era un gilipollas, ¿tú?», aclara Gabriel. «Yo no», le responde finalmente el entrevistador, antes de que acaben los dos riéndose.
Su faceta más combativa en el Congreso de Diputados y en las redes sociales, que le ha granjeado tantos admiradores como detractores a lo largo de los años, es la más conocida del político catalán. Pero la vida personal de Gabriel Rufián también ha sido fuente de sonados titulares en la crónica de sociedad.
Casi una década duró su relación sentimental con Mireia Valera, la madre de su primer hijo. Tras una separación muy complicada en 2018, el catalán rehizo su vida junto a Marta Pagola , que comenzó su carrera en la política cuando se unió al PNV en 2008. Su romance, forjado en los pasillos del Congreso, salió a la luz en 2019, terminando en matrimonio en 2022.
La ceremonia se llevó a cabo en Irún y dos años después el matrimonio daba la bienvenida a su primer hijo. Pero la felicidad de la pareja se veía en cierto modo empañada por las dramáticas declaraciones de Mireia Varela, que expresó con vehemencia sus sentimientos y su dolor en las redes sociales.
Según relató el propio político, la primera vez que vio a la futura madre de su hijo, filóloga hispánica, escritora y locutora de profesión, fue en el metro. Tras coincidir en varias ocasiones, se decidió a darle un papel en el que había apuntado su número de teléfono y su dirección de correo electrónico, y así comenzó su historia de amor.
La pareja se enamoró y poco tiempo después fueron padres, instalándose en un modesto piso del barrio de la Creu Alta, en la ciudad de Sabadell, muy cerca de Barcelona. Mientras tanto, la pareja se hacía viral de cuando en cuando demostrando sus habilidades bailando tango y sevillanas, uno de los bailes preferidos de Mireia, que no en vano tiene orígenes andaluces.
Gabriel Rufián y Mireia Varela en una imagen de sus redes. /
Pero a finales de 2018 se producía de forma inesperada la ruptura de la pareja, y parece que la filóloga fue la que se llevó la peor parte. Mireia compartió mensajes desgarradores en sus redes que revelaban el difícil momento que estaba atravesando después de perder al que calificaba como «el hombre de su vida».
Mientras el político afianzaba su noviazgo con Marta Pagola, su ex relataba el «infierno personal» por el que estaba atravesando desde su ruptura. «Despedí 2018 llorando, sabiendo que perdía al amor de mi vida. Le lloré todos los días, tardes y noches. Le supliqué mil perdones y deseé cada hora su vuelta», escribía en 2020 junto a una imagen completamente negra, añadiendo que había pasado «centenares de noches en vela» y atravesado un «sufrimiento inconmensurable».
Tras perder al que hombre al que consideraba como «mi mejor amigo, mi apoyo incondicional, mi alma gemela, mi amante fiel», se tatuó el pecho con la fórmula del amor y siguió mostrándose devastada ante sus seguidores. No llevó bien tampoco la boda de su ex, compartiendo ese mismo día la letra de una canción de la colombiana Karol G en la que se oía: «Recuerda que no te cambian por algo mejor, y ni siquiera por algo más rico».
Pero al fin, tras varias decepciones también en el plano laboral, parece que ha dejado atrás sus «momentos más duros», a tenor de un mensaje que publicaba el pasado mes de enero en su cuenta de Instagram. «Con el paso del tiempo y una mirada con perspectiva desde la distancia, ya no me parecen ni tan difíciles ni tan inabordables», dice sobre los traumas del pasado. «Es pronto para hablar de heridas curadas y, algunas veces, todavía escuecen, pero la experiencia me ha dado herramientas para paliar las embestidas de ansiedad y tristeza que me sacuden de tanto en cuanto», añade Mireia con optimismo.