estreno el 24 de noviembre

Greta Fernández se convierte en monja en Teresa, su nueva película: «Soy ambiciosa, pero no me vuelvo loca»

Entregada a la misión de ser una santa en Teresa, la actriz celebra su herencia magnética y una libertad a prueba de focos.

Greta Fernández lleva top de punto, pantalón de cuero y bolso Squeeze, todo de Loewe. / FOTOGRAFÍA: RUBÉN VEGA / ESTILISMO: GERVASIO PÉREZ

Manu Piñon
Manu Piñon

Greta Fernández (Barcelona, 1995) vio hace poco un vídeo en el que cantaba mirándose fijamente al espejo. Tendría unos 10 años, pero ya generaba «algo». «¿Magnetismo? Queda feo decirlo de una misma, parezco una chula, pero no me gusta tampoco ir de modesta», explica la actriz, vestida de Loewe , mientras entorna los párpados.

«He heredado la mirada de mi padre [el actor Eduard Fernández]. Para lo bueno y para lo malo; a veces en los castings me dicen que transmito poca ligereza», enuncia con la precisión poética que le ha legado su madre, la escritora Esmeralda Berbel. «Vamos fuertes en mi familia, ¿eh?». El 24 de noviembre estrena Teresa, en la que Blanca Portillo y ella prestan cuerpo mortal a la santa en dos momentos claves de su vida.

Cazadora, vaquero y botas de Loewe. FOTOGRAFÍA: RUBÉN VEGA / ESTILISMO: GERVASIO PÉREZ

MUJERHOY. La visten de época, pero usted asegura que es muy moderna.

GRETA FERNÁNDEZ. [Risas] ¡Es que lo soy! Vistiendo, por ejemplo, no soy nada clásica. ¿Qué es ser moderna? Supongo que estar abierta a hacer otras cosas, y yo lo estoy siempre. El caso es que me siguen viendo rostro de época y he hecho personajes de guerra, de postguerra, antiguos...

Cuando se rueda ficción histórica, como en Teresa, ¿el hábito hace a la monja?

El vestuario ayuda muchísimo. Te pones la ropa y ya tienes medio personaje hecho. Hay una cosa física que te ayuda a entenderlo todo.

¿Pensó alguna vez en meterse a monja?

Es verdad que hay gente que de pequeña se lo llega a plantear, pero a mí nunca me ha llamado. Lo más cerca que he estado fue a los 16 años, cuando acompañé a mi padre a Brasil un par de meses, para rodar una serie sobre el obispo Pedro Casaldáliga. Convivimos con él y, como yo tenía tiempo libre, acabé ayudándole a traducir mails y cosas así.

¿Y cuánto tiene de mística?

Yo diría que un punto sí. Mi madre es escritora y desde niña he estado rodeado de poesía y metáforas, que es como yo entiendo el misticismo.

Vestido y bolso de Loewe. FOTOGRAFÍA: RUBÉN VEGA / ESTILISMO: GERVASIO PÉREZ

La directora Paula Ortiz la visualiza de mayor como Blanca Portillo. ¿Cómo se imagina usted dentro de 30 años?

No como en la película, eso seguro. [Risas] No suelo pensar demasiado en el futuro. De pequeña lo hacía mucho y me agobiaba con cada relación, pensando que tenía que ser para siempre. Soy ambiciosa, tengo objetivos que quiero cumplir, pero no me vuelvo loca para conseguirlos. Soy feliz con poco: trabajar de forma estable y tener proyectos que me gusten. Aunque en verdad es mucho.

Ha contado que, después del boom que supuso protagonizar La hija del ladrón, el teléfono dejó de sonar una temporada.

Son momentos complicados y está bien que lo comentemos entre nosotros. Hay mucha idea preconcebida de lo que es esta profesión, de lo que se gana y lo que se deja de ganar. Está bien desmitificarla. A mí me gusta mucho mi trabajo y sufro cuando no me llaman, lo paso mal porque lo echo mucho de menos.

¿Y cómo combate esa ansiedad?

Intento ocuparme con muchas cosas. Soy un culo inquieto. Estoy estudiando francés, que es un idioma que tenía pendiente. También me gusta mucho la fotografía y el vídeo. Escribo desde que soy muy pequeñita, que es algo que mi mamá me inculcó. Pero siendo tan social, lo que mejor me funciona es estar con mis amigos.

Abrigo bicolor de cuero y paño, jersey de punto, zuecos y bolso Squeeze, todo de Loewe. FOTOGRAFÍA: RUBÉN VEGA / ESTILISMO: GERVASIO PÉREZ

Entre ellos hay algunos muy famosos, como la actriz Anna Castillo, el cantante C Tangana y hasta figuras internacionales como Hunter Schaffer, una de las protagonistas de Euphoria. «Hunter es lo más, la adoro desde que hicimos juntas Cuckoo. Vive muy lejos y hablamos de vez en cuando y como podemos. Nos entendimos muy bien desde el principio y, a pesar de que rodábamos una película de terror, nos moríamos de risa. El director nos pedía que parásemos».

A pesar de ser una actriz reconocida, ¿sigue disfrutando de cierto anonimato?

Sí, completamente.

¿Quizás un poco menos desde que este verano se le relacionó con el actor Miguel Bernardeau?

[Risas] Quizás un poco, sí, aunque creo que me van a dejar en paz pronto... Estas cosas duran muy poco. Los paparazzi se fijan en ti un rato, pero de repente hay otra persona que llama más a su atención y se van. Es la sensación que tengo, de que son como modas. Aparte, mi vida privada siempre ha sido eso, privada, y no me siento nada expuesta, pero nunca me he escondido de nada.

CRÉDITOS: Peluquería: David Bello para Chanel y Shu Uemura. Asistente de fotografía: Sandra Angstadt. Asistente de estilismo: Julieta sartor.

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