de cerca

Javier Gutiérrez es el rey Felipe V en su nueva serie: «No puedo ser feliz viendo lo que me rodea»

Hay quien le define como «el Tom Hanks español», un actor de tipos corrientes que, al margen de modas, se sabe privilegiado porque en la última década no ha parado de trabajar. La serie La vida breve, en la que interpreta a Felipe V, es solo el primer título de un fructífero 2025.

Javier Gutiérrez, con traje de Emporio Armani y camiseta de Mango. / FOTOGRAFÍA: LUPE DE LA VALLINA ESTILISMO: MARÍA MONREAL

Irene Crespo
Irene Crespo

Le gusta mucho contarlo y a los demás escucharlo: Javier Gutiérrez (Luanco, 1971) llegó con 18 años a Madrid y con las 100 o 150 pesetas que tenía en el bolsillo se fue directo al Teatro Español a ver a José María Rodero. Le dio para una entrada en el gallinero. Tiempo después, ya asentado como actor, cuando trabajó en un espectáculo en ese mismo Teatro Español, cada noche, antes de la función, se subía a ese gallinero desde el que aquel chico de 18 años se imaginaba su futuro «con una maleta llena de sueños».

«Creo que los chicos que empiezan hoy no tienen esa idea tan romántica del oficio. Hay mucho talento y preparación, pero no ese espíritu ingenuo, casi inocente. Se ha perdido y es una pena», reflexiona. Desde una posición que sabe privilegiada, culpa a las redes sociales y a esa ambición de «ser carne de portada de revista o tener más likes o followers».

«Yo, por ponerte un ejemplo, jamás soñé ni fantaseé con ser protagonista de una serie de televisión o de una película. Quería vivir como cualquier trabajador en este país, pero subido a un escenario y recorriendo España, algo que a día de hoy sigo haciendo. Aunque me cueste quitarle tiempo a la gente que quiero y a mí mismo, creo que estar pegado al espectador es lo que te conecta con este oficio».

Por eso le gusta recordar al chaval que fue persiguiendo ser actor y sigue compatibilizando giras intensas de teatro (como la que lleva un año y medio protagonizando, El traje, junto a Luis Bermejo) con muchos rodajes. Desde los Goya por La isla mínima (2015) y El autor (2017), y el éxito de Campeones (2018), Gutiérrez no ha dejado de trabajar, pero sigue buscando el trabajo; no espera a que llegue, porque no siempre llega.

Solo en 2024 estrenó dos películas (Pájaros, Estación Rocafort), una serie (El caso Asunta) y rodó otro filme (Rondallas) y otras dos series: La agencia, que filma estas semanas, y La vida breve, que estrena ahora en MovistarPlus+ y es la excusa para esta entrevista, en la que interpreta al rey Felipe V en el momento en el que abdicó en su hijo, Luis I, el monarca más breve. Una miniserie histórica y cómica de Adolfo Valor y Cristóbal Garrido (Reyes de la noche, Días mejores), en la que comparte palacio real con Leonor Watling o Pepe Viyuela.

El actor lleva esmoquin de Mirto y zapatos de Martinelli. FOTOGRAFÍA: LUPE DE LA VALLINA ESTILISMO: MARÍA MONREAL

MUJERHOY. ¿Esta es la primera vez que interpreta a un rey? Aunque sea un rey sin corona...

JAVIER GUTIÉRREZ. Es la primera vez, sí. De hecho, hice un espectáculo acerca del rey emérito, El rey, dirigido y escrito por Alberto San Juan, pero yo interpretaba a Franco, además de otros personajes.

¿Y cómo se siente como rey? ¿Es uno de esos papeles que pensó que nunca haría?

Hombre, visualizarse en mitad de El Pardo con esos taconazos y esos pelucones es difícil [risas]. Pero el hecho de hacer un personaje sobre el que manejas muchísima documentación es muy goloso. Ha sido un placer meterme en la piel del primer rey de los Borbones en nuestro país, que es todo un personajazo y hay que entender de dónde viene: es un adolescente expulsado de la Francia de Versalles que llega a una España gris. En la serie nos hemos permitido la licencia de que hable español, pero no hablaba ni papa, y si a eso le sumas que detestaba profundamente nuestro país y a los españoles... Desde ahí, compones un personaje que lo último que quiere hacer es reinar. Yo les pedí ahondar en esa grieta y encontrar el dolor y la oscuridad para, a partir de ahí, componer una locura o una enfermedad mental más entendible.

La serie habla de este drama y otros, pero desde la comedia. Y, por fin, con recursos.

Totalmente. Uno de los valores de esta producción son esas localizaciones de Patrimonio Nacional, que son una auténtica maravilla. Una producción tan lujosa y tan vistosa es poco frecuente en una comedia. Y es uno de los grandes atractivos de la serie. Creo, además, que en este año que hemos gozado de un músculo audiovisual muy potente, con series de todo tipo, que irrumpa una comedia es algo bueno, se agradece. A mí al menos, como espectador, me apetece desengrasar un poco con algo diferente. Eso es La vida breve, creo yo.

¿Necesita desengrasar de vez en cuando con proyectos más ligeros?

Es todo cuestión de suerte, de lo que llegue. Creo que en este país muy pocos actores pueden elegir, y yo no soy de los que pueden elegir muchísimo tampoco. Es cierto que digo no a proyectos porque no me veo, pero también es cierto que últimamente me apetece algo más ligero; he estado en proyectos con hondura y me parece que, por momentos, viene bien cierta liviandad. La vida breve tiene de ligero lo que quiera el espectador; es una serie con muchísimas capas y, como te decía, mi personaje lo he afrontado desde el drama más absoluto.

¿Entre ese «algo más ligero» estaría La agencia, la versión de la francesa Call My Agent, que está rodando ahora?

Sí, tiene ciertas reminiscencias de la francesa, aunque es algo mucho más nuestro y en capítulos de 70 minutos para televisión abierta. Pero sí, el espectador va a conocer las tripas y las miserias de esta profesión, que parece que vivimos solo de alfombras rojas pero hay mucho trabajo detrás y mucha gente que se queda en el camino. Para muchos compañeros y compañeras, existe una pelea incesante por acceder a un papel que les permita cierta visibilidad.

Habla mucho del teléfono que no suena. Incluso desde Campeones y los dos Goya. ¿Sigue sin estar tranquilo?

Esta es una profesión en la que siempre estás en el alambre; que un proyecto funcione no te asegura que vayas a tener continuidad en el futuro. Hay casos infinitos de actores y actrices que, después de ganar un premio importante o de hacer un trabajo relevante, caen en el olvido. Siempre me remito a un estudio de hace algo más de un año que habla de un 92% de compañeras y compañeros que no pueden vivir dignamente de este oficio, con lo cual yo pertenezco a ese 8% que va encadenando un trabajo tras otro y, en ese sentido, me siento tranquilo dentro de la intranquilidad que supone este oficio.

Nunca sé por qué suena el teléfono, pero tampoco sé si mañana dejará de sonar. De lo que sí estoy seguro es de que no soy un actor de moda, porque eso sí que es el horror. Yo produzco teatro, voy haciendo mis espectáculos, desde hace ya muchísimos años hago televisión, cine más ambicioso, más pequeño... Y creo que es lo que me salva: estar muy abierto y ser muy permeable a lo que llega, y no encerrarme esperando a que llegue el gran papel o el gran proyecto. Teniendo familia sería un poco suicida; hay que llenar la nevera y esto es lo que hay.

Adolfo y Cristóbal, directores de la serie, le definen como «el Tom Hanks español», lo más parecido a la estrella de Hollywood, por su capacidad para hacer de todo.

Son muy generosos. Yo diría que me encuentro bien en cualquier género –comedia, drama o thriller–, y no quiere decir que lo domine. He transitado el musical, aunque no acaba de sentarme bien ese traje. Pero sí es cierto que soy una hormiguita de esto, un obrero del oficio, y me gusta picotear de aquí y de allá, probar y arriesgar. Si acierto, bien; y si me equivoco, pues a otra cosa, pero creo que estamos en esto para probar y para divertirnos. Hay un aspecto lúdico que no pierdo nunca de vista y, en ese sentido, cuando hago comedia soy muy feliz, pero cuando hago drama también.

Hace unos años decía que no creía en la felicidad y que quizá por eso tendía a personajes perdedores. ¿Sigue siendo así?

Es que me fío bastante poco de la gente que dice que es feliz o que vive instalada en la felicidad casi permanentemente. Yo no puedo ser feliz viendo lo que me rodea, no hace falta estar conectado al televisor, a la radio o a las redes, es salir de tu casa y ver la miseria. No hace falta irse a Gaza para saber que el ser humano lo está pasando mal y la pandemia lo fagocitó todo. Si no quieres verlo y vivir de espaldas a ello, me parece perfecto, es una opción de vida, pero yo elijo la otra forma, que es ser consciente de lo que me rodea, hacerme cargo desde la preocupación, desde el malestar e incluso desde la queja a veces. Y todo eso me lleva a no ser feliz, obviamente.

Si me llegan personajes felices e inconscientes, bienvenidos sean, pero creo que los actores deben conocer hasta dónde pueden llegar. Yo tengo un físico determinado y hay papeles que es imposible que haga. Con mi físico puedo optar a personajes que forman parte de esa nómina de perdedores o de fracasados, con los que yo, he de decir, me llevo muy bien.

Pero en los últimos años parece que el físico ya no es un límite en general y en su caso, en particular. Por su talento o por suerte, ha roto muchos límites...

Pero seguimos viviendo en la cultura de la imagen. Yo me considero humildemente de ese tipo de actores como Alfredo Landa o José Luis López Vázquez, o por lo menos quiero mirarme en ese espejo. El tipo de personajes que pueden encarnar esos actores no son siempre los que se quiere hacer llegar al gran público. Esta es una sociedad más hermosa y más guapa, en la que no se enseña tanto la fealdad o la normalidad del individuo, ¿no? En ese sentido, me reconozco como un actor que interpreta a tipos corrientes. No sé si entra ahí lo de Tom Hanks o lo de Jack Lemmon, como me dijeron un día también. Tiene que ver con el tipo con el que nos reconocemos, con el señor con el que nos cruzamos en el metro o en el pasillo del autobús.

¿Le quedan sueños por cumplir?

Tampoco soy tan mayor y espero que me quede mucho por hacer. Sobre todo, viendo la cantidad de talento que hay en este país, me encantaría trabajar con muchos compañeros y compañeras. Como te decía antes, arriesgar, probar y, si me equivoco, pues a otra cosa...Pero me queda mucho por hacer.

¿A 2025 qué le ha pedido?

Pues mira, ya sé que es muy manido, pero sobre todo salud, porque a medida que vas cumpliendo años... Yo ha sido cumplir los 50 y, de repente, no voy a decir que ha habido un frenazo en seco, pero he tenido un par de sustos menores que te hacen ser consciente de la edad y del paso del tiempo. También el hecho de tener hijos hace que quiera vivir cuanto más, mejor. Así que mi propósito es cuidarme para poder enfrentarme a lo que tengo por delante, que es un 2025 cargado de trabajo, por fortuna. Y afrontarlo con salud.

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