El escritor suizo Joël Dicker. /
Para Joël Dicker (Ginebra, Suiza, 1985) escribir siempre ha sido un juego sin más reglas que divertirse un rato. Cuando tenía veintipocos, acababa de licenciarse en Derecho, soñaba con ganarse la vida tocando la batería y sus primeros cinco libros fueron rechazados por todas las editoriales. También ahora, que ha vendido 20 millones de copias y es una estrella indiscutible de la literatura global.
Saltó a la fama antes de cumplir los 30 gracias a La verdad sobre el caso Harry Quebert (2012), al que siguieron dos libros de la saga, El libro de los Baltimore (2016) y El caso Alaska Sanders (2022), pero también otros como El enigma de la habitación 622 (2020) o Un animal salvaje (2024). Ahora, con más argumentos que nunca para no tener que preocuparse por las expectativas, da un giro radical e inesperado. Como en sus novelas.
Con La muy catastrófica visita al zoo (Alfaguara), aspira a reunir a lectores de todas las edades para abordar temas como la diversidad, la democracia o la educación con mucho sentido del humor, pero sin meterse en demasiados charcos. Es su forma de opinar sobre el estado del mundo, pero permaneciendo relativamente neutral, algo que en su caso viene dado con el pasaporte suizo. También es su manera de contribuir a fomentar la lectura y combatir la deriva de las sociedades contemporáneas, la epidemia de la desinformación o los desafíos que plantean la tecnología y las redes sociales .
Mujerhoy. Un libro para toda la familia es una propuesta inesperada viniendo del maestro del thriller. ¿Por qué decidió tomar este camino?
Joël Dicker. Gente de todo tipo disfruta de mis libros: mayores y jóvenes; unos leen un libro a la semana y otros, uno al año. Era la forma de reunirlos. El deporte o el cine son capaces de hacerlo, pero creo que la literatura puede lograrlo de una manera más poderosa.
La escuela es una de las protagonistas de esta novela. ¿Cómo era la suya?
Tuve profesores maravillosos y otros, menos buenos o amables. Además de estudiar gramática o matemáticas, aprender a leer o a sumar, la escuela te enseña a construirte a ti mismo. Allí aprendes algo que se aplica a la vida en general: no esperes demasiado de los demás. No construyas tu vida alrededor de las expectativas de otros y haz lo que tengas que hacer por ti mismo.
¿A qué se refiere exactamente?
La escuela es el primer lugar en el que tienes que relacionarte con gente que no te gusta y con la que no te llevas bien. Y en la vida, vas a estar rodeado de ese tipo de personas. Por eso, aunque todos soñamos con tener un profesor maravilloso que nos inspire, los malos profesores nos enseñan a vivir con esa realidad. Y esa es quizá la lección más importante que vas a aprender en el colegio.
La muy catastrófica visita al zoo en la última novela de Joël Dicker. /
Este libro, que también pueden leer los niños, habla de la democracia o la diversidad, una palabra que se ha convertido en arma arrojadiza. ¿Por qué quería tocar esos temas?
Siempre me ha interesado la democracia como concepto. Cuando era un niño, seguía con mucho interés las elecciones en Suiza. Más tarde, mientras estudiaba Derecho, me fascinó la antigua Grecia, que sentó las bases del sistema en el que vivimos ahora. Sin embargo, cuando empecé a escribir este libro no tenía una idea precisa. Solo se trataba de un experimento. Decidí probar la voz de una niña pequeña y ver adónde me conducía eso. A los niños les dejamos expresarse de manera muy contundente sin que pase nada y me di cuenta de que eso me permitía hablar de estos temas sin sonar excesivamente crítico o moralizante.
Carga contra las redes sociales y los «algoritmos diabólicos». Como padre, ¿qué es lo que más le preocupa sobre el futuro de los nativos digitales?
No estoy en contra de las pantallas, pero me preocupa la manera en la que se construyen los algoritmos para que pasemos cada vez más tiempo en nuestros teléfonos. Yo, por ejemplo, ya no dejo que mi móvil entre en el dormitorio. A veces, te vas a la cama con la intención de leer o ver una película, coges el teléfono para mirar tu correo por última vez y lo siguiente que sabes es que llevas una hora en Instagram. Apagas la luz sin haber leído tu libro ni visto tu serie. Así que ahora lo dejo en la cocina. Es necesario poner ese tipo de límites.
Usted defiende, además, que es necesario volver a leer en papel. ¿Por qué?
Leer en papel permite lo que se llama la lectura profunda que, como explica la experta Maryanne Wolf, nos proporciona las herramientas para desarrollar la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Esto no es algo que digamos las editoriales o los autores para vender más libros, lo dicen los científicos. Wolf cree que esto tiene un efecto directo en las democracias. Esa es una de las razones por las que quería escribir este libro: para ponerlo en las manos de gente que quizá no lee de manera habitual. Para dejar claro que es divertido y que no hace falta reservar la noche de los martes para hacerlo: puedes leer 10 minutos al día, en el bus o el metro, o en la hora de la comida. La clave es hacerlo dos semanas seguidas y convertirlo en un hábito.
El mundo está particularmente loco desde enero. ¿La actualidad política afecta a su proceso creativo o consigue mantenerse al margen de eso?
Lo que más me preocupa, el mayor peligro de todos, está en la desinformación y las fake news. Pero, para mí, la responsabilidad no está solo en quienes la generan, sino en quienes la reciben. Tenemos más herramientas, más medios de comunicación veraces y más acceso a la información que nunca. No hay excusas para no estar informados. No es culpa de Instagram. Instagram es una plataforma que deberíamos usar para ver las fotos de nuestros amigos en vacaciones, no para buscar noticias. Cuando vas a un restaurante, no abres la puerta del local y les dejas las camisas sucias para que las laven y las planchen. Estás en un restaurante. No es su función. Y esto es igual.
Por si no había suficientes desafíos, la inteligencia artificial amenaza con reinventarlo todo. También la literatura. ¿Se encuentra entre los optimistas o los pesimistas?
De nuevo, no es responsabilidad de la IA. La IA es una herramienta capaz de hacer cosas increíbles y cosas estúpidas. La cuestión no está en la tecnología, sino en nosotros. Si la utilizas para escribir un libro, primero, eres estúpido y segundo, no eres un buen escritor, solo un vago. Y eso no es culpa de la IA. Ocurre con cualquier tecnología. Puedes utilizar Youtube para ver contenidos de la NASA, documentales de National Geographic o una ópera, pero también para ver un vídeo de alguien que mete un gato en un microondas. No es responsabilidad de Youtube, sino tuya.
El escritor sueco fotografiado en las calles de París. /
¿Cómo se digiere un éxito tan temprano y contundente como el suyo?
El éxito puede desestabilizarte y desconectarte de tu motivación. Yo he tenido mucha suerte por dos motivos. El primero es que, aunque fue un éxito bastante precoz, también era mi sexta novela. Mis cinco libros anteriores no habían tenido ninguna repercusión. Eso me ayudó a darme cuenta de que el sentimiento que te proporciona una novela de cero éxito y una que vende millones de copias es exactamente el mismo. El resultado es diferente, pero el proceso es el mismo. Por otro lado, tengo mucha suerte con mis lectores porque son muy diferentes entre sí: a algunos les gustó mucho mi primera novela de espías, otros disfrutan con los thrillers, otros prefieren la saga Goldman...
Es famoso por trabajar sin ningún plan preconcebido. ¿Escribir sigue siendo algo misterioso para usted?
Para nada. Sé exactamente cómo funciona, aunque no tenga un plan definido sobre cómo llegar adonde quiero. Eso me da más flexibilidad y opciones. En este caso, no tenía ninguna historia en la cabeza. Intenté varias fórmulas narrativas. Probé a la niña. La niña me llevó a hablar de algunos temas que me interesan. Primero, pensé que podrían ser relatos breves, luego una historia más larga. Más tarde, pensé en introducir una investigación. No tener un plan es mi plan, si es que eso tiene sentido...
Para algunos autores escribir es un placer; para otros, una tortura. ¿Y para usted?
Me divierto muchísimo, pero eso no quiere decir que sea fácil. Hay momentos en los que no sé adónde estoy yendo. Pero para mí esas dudas son como un juego. Es como cuando sales a correr y estás cansado, pero quieres seguir y ver hasta dónde puedes llegar. No te paras y te pones a llorar en el arcén. Sigues un kilómetro más y luego, otro. ¡Vamos, tú puedes hacerlo!
¿Es fácil caer en la autocomplacencia de vez en cuando?
Eso son proyecciones que hacemos sobre las vidas de los demás. La realidad es que nunca estamos del todo contentos y nada es suficiente. Yo trato de no mirar atrás y siempre estoy pensando en el siguiente movimiento, pero también se me da fenomenal arrepentirme y sentirme mal por algo que hice o no hice.
¿Publicará las novelas que las editoriales le rechazaron?
Quizá cuando me muera alguien lo haga por mí, pero yo no... Amo este trabajo porque siempre me da la oportunidad de crear y evolucionar. Por eso no le encuentro ningún sentido a publicar libros que ya he escrito.
Dicker ha vendido ya más de 20 millones de libros en todo el mundo. /
Muchos de sus personajes tienen una doble vida. Desde fuera, usted mismo tiene lo que parece la existencia perfecta. ¿Todos tenemos una cara B?
Claro. No hay nada que me guste menos que esa gente que siempre dice que todo es perfecto y está fenomenal. Siempre hay algo de lo que preocuparse, siempre vamos cargando con algo. Es lo que nos hace humanos.
Su otra pasión es la música. ¿Qué le proporciona tocar la batería que no logra escribiendo?
Tocar con la banda me conecta con otras personas y me permite construir algo con ellos. Cuando escribo lo hago solo y no hay una sincronización con el público. Escribí este libro hace un año y tú acabas de leerlo. De la música me gusta esa conexión con los demás.
Ya que lo comenta, ¿cuánto piensa en sus lectores mientras trabaja en una novela?
Quiero asegurarme de que jueguen conmigo y por eso me preocupo por darles las herramientas suficientes. Cuando terminen de leer, quiero que se den cuenta de que tenían toda la información para resolverlo solos. Gana el autor si, a pesar de las pistas, el lector no es capaz de descubrirlo. Siempre estoy pensando: ¿verán las señales? ¿Les parecerá demasiado obvio? ¿Lograré engañarles? Es un juego muy divertido.
Y más allá de escribir o tocar, ¿con qué cosas cotidianas disfruta más?
Con mi familia. No hay mejor plan que una noche de pizza y película con mis hijos.
La última: ¿tiene un plan para el resto de su carrera o prefiere ir libro a libro?
Mi único plan es vivir. Pienso a diario que la vida es muy corta y me planteo lo que estoy haciendo con ella. A veces, estamos demasiado pendientes de la aprobación de los demás, de los likes en Instagram. Mi preocupación es si estoy yendo en la dirección adecuada para mí mismo. No sé cuánto voy a vivir: quizá sean 40 años o cuatro días. Cuando llegue el momento, ¿estaré en paz conmigo mismo? Esa es la pregunta que me hago. La única pregunta real.
¿Y qué se contesta a sí mismo?
¡Solo espero que ese momento no llegue demasiado rápido!