«No éramos ricos en términos financieros, pero los valores que internalizamos nos proporcionaron otro tipo de riqueza». Así recordaba Kamala Harris en 2019 la infancia de clase media, pero sin aparentes estrecheces, que les proporcionaron sus padres, dos profesores universitarios emigrados a Estados Unidos, a su hermana Maya y a ella.
A punto de cumplir 60 años, la situación financiera de la que podría convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos ha cambiado mucho desde entonces, pero tampoco responde al perfil de quien, antes de plantearse su salto a la Casa Blanca, ha amasado una fortuna escandalosa o, directamente, la ha heredado.
De hecho, en 2019, Harris tuvo que retirarse de la carrera a la Casa Blanca precisamente por falta de cash. «No tengo los recursos financieros suficientes para continuar. No soy una multimillonaria, no puedo financiar mi propia campaña», explicó entonces. Pese a todo, en aquel momento, y según la revista Fortune, tenía seis millones de dólares en la cuenta corriente.
Harrris, que en octubre cumplirá 60 años, ha logrado acumular un patrimonio personal estimado en unos ocho millones de dólares, según Forbes. Dedicada desde hace más de 20 años al servicio público, sus salarios como fiscal han oscilado entre los 140.000 dólares que ganaba en 2003 a los 202.000 que ingresaba como Fiscal General de California. En los últimos años, la candidata también ha ingresado más de medio millón de dólares en concepto de royalties y adelantos por libros como The Truths We Hold: An American Journey, una biografía publicada en 2019.
Pero sus finanzas dieron un salto cualitativo después de su boda con Doug Emhoff , con quien acaba de celebrar su décimo aniversario. Hasta 2020 Emhoff, un abogado especializado en la industria del entretenimiento y socio de un importante bufete de Los Ángeles, declaraba unos ingresos anuales de alrededor de un millón de dólares.
Cuando Harris alcanzó la vicepresidencia en 2020, y para evitar cualquier tipo de conflicto de interés, su marido abandonó el bufete del que era socio, vendió la mayoría de sus acciones y aceptó un trabajo como profesor de Derecho en la universidad de Georgetown que ahora le reporta unos ingresos de 200.000 dólares cada año.
Después de que la vicepresidenta vendiera su apartamento de soltera en San Francisco en 2021 y se desprendiera de otro piso en Washington, la pareja tiene una sola propiedad en común. Se trata de una casa, adquirida por Emhoff en 2012, cuyo valor se ha multiplicado por cuatro en sólo tres años. Valorada en más de 4 millones de dólares, se trata de una residencia en el exclusivo barrio de Brentwood, en Los Ángeles.
Actualmente, el sueldo de Harris como vicepresidenta asciende a 218.000 dólares al año. Además, recibe una asignación adicional de 100.000 dólares al año para gastos relacionados con su cargo y ella y su marido viven en Number One Observatory Circle, la residencia oficial de los vicepresidentes en Washington, donde todas sus necesidades y gastos están cubiertos.
Si el próximo 5 de noviembre logra ganar a Donald Trump en las urnas, el ascenso vendrá con una importante subida de sueldo: la presidencia de Estados Unidos está remunerada con un salario de 400.000 dólares al año.
20 de enero-18 de febrero
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