Hay historias de amor que parecen de película y hay películas que relatan grandes historias de amor . Hay pocas en cambio que sean las dos cosas. Es lo que sucede con Augusto Góngora y Paulina Urrutia, la pareja que protagoniza el documental La memoria infinita, recién estrenado en la cartelera española, seguramente la película más romántica que puede verse este año.
Augusto Góngora, periodista combativo y comprometido, y Paulina Urrutia, actriz, directora y ministra de Cultura en el gobierno de Michelle Bachelet, han sido dos personalidades destacadas de la sociedad Chilena desde los años 80. También una pareja profundamente enamorada que se mantuvo unida cuando a Augusto le diagnosticaron Alzheimer. La memoria infinita muestra cómo a medida que la enfermedad avanzaba, él iba olvidando quién era, llegando a no reconocer a la mujer que permaneció a su lado hasta que falleció en mayo de 2023.
«Yo los había admirado toda mi vida en la distancia, pero no me acerqué a ellos por sus carreras», explica Maite Alberdi, directora de La memoria infinita, cuya película anterior, El agente topo, estuvo nominada al Óscar y el Goya como mejor documental en 2021. «En realidad fue un encuentro casual en la Universidad de Talca, en Santiago de Chile, donde yo estaba impartiendo un curso. Vi que Paulina, que daba clases allí, llevaba a Augusto con ella al trabajo y que estaba todo el día junto a esta mujer tan enamorada. Me llamó mucho la atención que hubiera una persona con demencia tan integrada socialmente, con un grupo de personas en ese ámbito laboral dispuestas a andar a otro. Era un ejemplo de cómo había que pensar las políticas de cuidados. Así que los invité a hacer la película, no tanto para contar quiénes eran, sino para hacer un seguimiento de su día a día y de la historia de amor que tenían».
En ese aspecto, fue fundamental la confianza que la pareja depositaron en Maite Alberdi para abrirle las puertas de su casa, pero también para exponerse en una situación tan complicada. «Augusto aún tenía consciencia de lo que estábamos haciendo y fue definitivo para hacer esta película», recuerda la directora. «Él dijo que no le daba vergüenza mostrarse así, especialmente porque por su trabajo como periodista y documentalista se había beneficiado muchas veces de que otros le abrieran las puertas y compartieran su dolor con él. ¿Cómo no iba a mostrar su fragilidad?»
Durante cinco años, Alberdi acompañó a Augusto y Paulina, filmando su intimidad, desde que se despertaban hasta que se acostaban. También cuando en medio de la noche, Augusto se desvelaba sobresaltado porque no recordaba qué hacía en ese lugar y quién era la persona a su lado. « Creo que es fiel a esta realidad», confía la directora, cuyo principal temor era fallar a quienes no le habían puesto límites.
«La primera vez que me sentí incómoda filmándoles fue cuando Augusto dijo: «yo ya no soy». Dos días antes había dicho que ya no quería vivir así, cuando Augusto siempre había dicho que quería llegar a muy viejito. Ahí supe que en ese espacio que habíamos creado de confianza mutua entre los tres, yo ya había llegado al límite».
La memoria infinita está plagada de pequeños momentos de gran emoción, especialmente cuando el mundo se detiene para Augusto y Paulina y nada es más importante que vivir el momento. «A mí me gusta mucho cuando ella le pregunta si recuerda cuántos años llevan juntos y él contesta 18 [los que habían convivido antes del diagnóstico]. Y en ese mismo diálogo, cuando Augusto dice que no tuvieron hijos porque Paulina no quería, que era verdad. Eso no se le olvida nunca».
Tampoco el sufrimiento de la pérdida, cuando a Augusto, que denunció los crímenes de Estado durante el gobierno militar de Pinochet, llora como si fuera la primera vez al recordar el asesinato de un amigo. «Ese es un dolor histórico. No sabe en qué años sucedió la dictadura, pero sí que a su amigo le cortaron la cabeza frente a todo el mundo», reflexiona Alberdi.
En Chile, La memoria infinita ha sido un éxito de crítica y público. Se estrenó el pasado septiembre, compitiendo el mismo fin de semana que Barbie y Oppenheimer, y se colocó en el primer puesto de la taquilla. Ha batido récords de recaudación en aquel país, donde ha sido la película designada para competir por el Óscar a mejor película en lengua extranjera. Sin embargo, la opinión que realmente importaba a Alberdi era la de Juliana Urrutia.
«Más bien la temía», bromea. «Los únicos espectadores que me ponen nerviosa son los protagonistas, porque es muy difícil que les guste. En el caso de Paulina, que ha sido ministra de Cultura, se trata además de una espectadora muy exigente, muy crítica. La vi a su lado y comprobé cómo se rió, se emocionó, que la vivía como yo la había vivido». Es decir, la historia de amor más romántica que se puede ver ahora mismo en una pantalla de cine.
20 de enero-18 de febrero
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