Cada nueva edición de ARCO , la feria de arte contemporáneo más importante de la península ibérica, los telediarios y periódicos abren sus portadas con la obra más provocadora, polémica o incomprensible de Ifema. Es ya tradición apelar al shock de un espectador/lector del que se espera poco entendimiento de la creación artística. La presencia de los reyes Felipe y Letizia en la inauguración de Arco juega un poco en la misma liga: otro dulce para las cámaras, además de una constatación del peso de la feria en la llamada 'marca España'. Letizia, consciente de la vertiente de show que posee el evento, ha querido siempre colaborar. Hasta hoy.
Los observadores 'royal' y, sobre todo, las notarias del estilo de Letizia escribieron su decepción al levantar acta del look con el que la reina inauguró ARCO 2024. Ni rastro de experimentación, vanguardia o riesgo en lo que, de momento, pudo verse: un abrigo negro de Carolina Herrera, una blusa blanca y pantalones rectos también negros. Lujo silencioso, dijeron. Minimalismo, sumaron. Bueno, no tanto. Debajo del imponente gabán, la reina lució un top de Adolfo Domínguez la mar de entonado con lo contemporáneo. Pero, sí. El mensaje era sobrio.
Lo cierto es que a la reina no le hace falta ya echar el resto con la ropa para imponer: con los años ha ganado luz propia. La melena es su gran aliada en cualquier versión, pero este nuevo corte le favorece aún más . Si los 50 no fueran los nuevos 30, diríamos que Letizia comienza ya a ensayar el estilo que la va a llevar derecha a su versión de madurez. No será una monarca que vista vestidos de flores clónicos y trajes de falda y chaqueta. Llevará diseño. Cada vez más sofisticado.
La blusa que Letizia llevó (pero no enseñó) a ARCO era un diseño 100% Adolfo Domínguez, una de esa marcas que la reina no se cansa de apoyar , probablemente sabedora del esfuerzo que hace para sanear sus cuentas para apostar por un estilo de moda que se salta las normas de lo masivo que arrasa, para ofrecer un compromiso con la sostenibilidad, lo made in Spain, la elegancia y la originalidad. La blusa, pura vanguardia, superponía a un cuerpo blanco una especie de enrejado de tiras anchas espectacular. Una belleza de diseño, seguramente al alcance de casi todos los bolsillos.
Estamos, sin duda, ante una nueva Letizia, una reina madura que puede relajar el grado de espectacularidad que se exige a sí misma de manera rutinaria y reservar esos esfuerzos ímprobos para fechas señaladas. De hecho, desde que Leonor diera un paso adelante con la jura de la Constitución en su mayoría de edad y su asistencia a la apertura de la XV Legislatura, comprobamos menos tensión de estilo en las apariciones de la monarca. Como si el medio siglo le hubiera servido, también, para quitarse presión de encima.
Sumemos una observación que puede, o no, ser intrascendente. En las últimas 30 apariciones de Letizia junto al rey Felipe, solo ha llevado falda o vestido en 14 ocasiones, cinco de ellas por presidir actos protocolarios en el Palacio Real. En otras cinco la exigía la etiqueta del evento: la cena de gala en la Alhambra tras la Cumbre de la Unión Europea, los Premios Princesa de Asturias, la celebración del Día de la Hispanidad, la jura de la Constitución de Leonor o la Apertura Solemne de las Cortes Generales de la XV Legislatura. También insiste en llevar pantalones cuando comparte protagonismo con Leonor y Sofía.
Convengamos que el invierno es proclive al pantalón y que, es cierto, la reina abunda en los vestidos veraniegos en cuanto entra el calor. Sin embargo, la insistencia en el pantalón en esta nueva era Leonor no deja de ser sintomática, sobre todo, en lo que se refiere a sus apariciones con el rey Felipe. Son ya muchísimas las fotografías de un 'team royal' de traje pantalón, en el que más que visualizarse una reina consorte se pone sobre la mesa la idea de un equipo de iguales. No es casualidad que la reina Letizia insista en el pantalón cuando sale a trabajar, mano a mano, con el rey.
Que la reina vaya pudiendo modular la expectativa de espectacularidad que se le exige desde los medios es una buena noticia, sobre todo porque ya no son solo sus looks los que logran titulares. Cada vez más los discursos de Letizia llaman la atención de crítica y público. Más que una monarca sumergida en una especie de período perfil bajo, vemos una reina que ya no ha de esforzarse terriblemente para pagar una deuda de fascinación, tendencia y sorpresa. Una Letizia que ya no tiene nada que demostrar.
Hay quien insiste en ver a una Letizia repentinamente apocada o temerosa, refugiada en una intrascendencia de estilo que se quiere proyección de un estado de cosas en Zarzuela. Otras vemos a una mujer de talento a la que cada vez le hace falta menos para deslumbrar. Y si no, que se lo digan al nuevo ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que sí se vio fascinado por la conversación y la presencia de la reina. En total, los reyes pasearon ARCO durante una hora y media, con la monarca bien pertrechada de preguntas y observaciones, como siempre. La impresión general: Letizia lo hace todo fácil.
20 de enero-18 de febrero
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