La vida al límite de Lilí Álvarez, la reina de la pista y la modernidad: Olimpiadas, intelectuales y coches de carreras

Hablamos mucho de la Residencia de Estudiantes y de algunos de sus inquilinos más ilustres, caso de Lorca, Dalí o Buñuel, pero muy poco o nada de la también madrileña Residencia de Señoritas. Y eso que fue donde se alojaron las adelantadas de la época como Lilí Álvarez. Una exposición fotográfica viene ahora a recordarlo y a recordarla. Y ya de paso festejar el centenario del olimpismo femenino .

« La señorita: Lilí Álvarez y los inicios del deporte femenino (1915-1936)», dentro del festival PHotoESPAÑA, está abierta hasta el 29 de septiembre precisamente en lo que fue dicha residencia y ahora es la Fundación Ortega-Marañón (FOM). O sea, allí donde se alojaron ella y otras figuras claves de la vanguardia política, intelectual y social.

Basta con ver las fotografías para comprobar hasta qué punto estas «señoritas» estaban en la primera línea de todas las parrillas de salida. Empezando por la propia Elia María González-Álvarez y López-Chicheri, alias Lilí (Roma, 1905 – Madrid, 1998), que figura en el podio como pionera del deporte español y como primera mujer española en participar en unos Juegos Olímpicos.

Lo hizo como tenista hace justo un siglo, en París para mayor coincidencia y junto a su compañera de dobles, la catalana Rosa Torras, quien, por cierto, se peinaba a lo garçon, fumaba larguísimos cigarrillos y llevaba siempre pantalones. Nada de cursiladas ni mojigatería.

Con el mismo espíritu, Elia María, proveniente de familia aristocrática, no fue solo la reina de la raqueta que revolucionó las pistas en 1931 con su falda pantalón, diseñada por la siempre extravagante Elsa Schiaparelli. La susodicha, cosmopolita como ninguna, no sabía de barreras y, en consecuencia, fue mucho más que una mujer sujetando una raqueta de tenis para representar alegóricamente el verano, como en las postales antiguas.

Saboreó las mieles del patinaje, el billar, la equitación, el esquí, el alpinismo -se curtió en los Alpes- e incluso las carreras de coches, porque la imparable Lilí también se coronó como piloto. ¿Quién dijo que los circuitos eran cosa de hombres? Ya con 19 años venció en el Campeonato de Cataluña de Automovilismo y, más mérito aún, en la categoría masculina al no haber femenina.

Predecesora, por tanto, de Paula Badosa , por ejemplo, pero también del mismísimo Fernando Alonso . La vemos blandiendo su raqueta en pleno vuelo tenístico sobre la pista y sonriendo en su flamante coche perfectamente ataviada para la ocasión. No le va a la zaga la instantánea que la muestra con maillot y tacones a punto de aventurarse sobre las dos ruedas de su bicicleta en un claro campo a través.

Entonces nos vienen a la cabeza unas palabras resaltadas en la exposición. Se empezaban a respirar nuevos aires en las sociedades occidentales avanzadas y, en concreto, «la noción de lo que es saludable y del buen físico, popularizándose gracias a la aparición de los gimnasios modernos». Álvarez también presenció el nacimiento de los en nuestros días tan cacareados «fitness» y «gym».

Su palmarés es de quitar el hipo. Ganadora de 40 torneos individuales, tres veces finalista en Wimbledon - Alfonso XIII dijo de ella que se movía «como un torero»-, vencedora en Roland Garros y número dos de la clasificación mundial tres años consecutivos.

Y en esta carrera por alcanzar la gloria deportiva y derribar fronteras de género, aún tuvo tiempo para brillar como escritora, periodista (publicaba crónicas para el británico «Daily Mail» o la revista española «Blanco y Negro») y, en definitiva, como referente. Se codeó con Churchill, Ignacio Zuloaga o George Bernard Shaw.

Hay que subrayar y en rojo que hablamos de la Residencia de Señoritas, pero muy lejos de lo que uno a priori podría imaginar. ¿Señoritas? Fundada por la pedagoga y humanista María de Maeztu, fue el primer centro que f omentó en España la enseñanza universitaria de las mujeres, además del intercambio escolar con estudiantes del otro lado del Atlántico. Había filosofía, laboratorios de física y química, idiomas, arte, bailes, excursiones, campeonatos de tenis, hockey… Todo por estrenar.

La verdad es que emociona pensar en una residencia por la que pasaron grandes como María Zambrano, Victoria Kent, Maruja Mallo , Rosa Chacel, Concha Espina, Clara Campoamor o Zenobia Camprubí. Y que tuvo conferenciantes de la talla de Marie Curie, Gabriela Mistral, José Ortega y Gasset, Maria Montessori, Gregorio Marañón y hasta Miguel de Unamuno. Por algo se llamó la Edad de Plata. Estas joyas eran de índole intelectual.

A Lilí, que para colmo era elegante, la terminaron llamando en la prensa extranjera The Señorita. Tal vez un personaje de novela sobre unas tablas que ella misma describió en unas notas expuestas: «Mi escuela verdadera fue ese encuentro cosmopolita con gentes diversas en ese momento histórico de 1914. Suiza (a donde se trasladaron sus padres) era el centro neutral donde todo se tramaba en un ambiente de espías, millonarios, príncipes y reyes destronados. Era un cosmopolitismo elevado al cubo, un cosmopolitismo de guerra».

Nos topamos con Elia María en los jardines de la Residencia de Señoritas (calle Fortuny, 53), donde una sucesión de paneles ilustrados con fotografías invita al visitante a colarse en su apasionante vida y sus primeros éxitos deportivos. Ahí están las páginas de una revista ilustrada de los años veinte del siglo ídem, citas literarias salidas de su desinhibida pluma y algunos reveladores extractos de prensa. También fotos de archivos internacionales, como el de la Biblioteca Nacional de Francia o la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos -tal era su alcance-, y españoles como el General de la Administración, el de «ABC» y el familiar.

El viaje se completa con imágenes de deportistas contemporáneas: de la médico Aurora Villa, la primera oftalmóloga de España, que logró la mejor marca mundial en lanzamiento de martillo en 1931; o Irene González, la primera futbolista española, que incluso fundó su propio club, Irene C.F. Así se las gastaban estas precursoras. Para enmarcarlo todo y tener un mejor retrato se ofrece una selección de fotografías originales de época en la biblioteca de la misma Residencia.