El cielo de Madrid está despejado, pintado de un azul deslumbrante, que sin embargo recuerda los luminosos cielos grises que retrató Alfonso Cuarón en Roma, la película por la que ganó tres Óscar en 2019. En aquella carta de amor del cineasta a las mujeres que lo criaron, Marina de Tavira (Ciudad de México, 1974) encarnaba a Sofía, la madre de familia que sacaba adelante a cuatro hijos con la ayuda de una joven sirvienta, Cleo ( Yalitza Aparicio ), cuando su marido se fue. Su gesto contenido y su mirada profunda, que decía tanto sin apenas decir nada, siguen ahí, aunque muchas cosas han cambiado en su vida en estos cuatro años.
Entre ellas, la posibilidad de rodar aquí Now and Then, la primera ficción española para Apple TV+. Con un reparto en el que destacan Maribel Verdú, Juana Acosta, Rosie Pérez o Manolo Cardona, la serie de Bambú Producciones cuenta con la dirección y coproducción de Gideon Raff (Homeland). «Ha sido increíble: uno de mis primeros proyectos fuera de México, con una productora española, un reparto multinacional y en un género, el thriller, que me encanta como espectadora pero que no había interpretado».
Un gran secreto marca la vida de sus protagonistas, «a esa edad donde tienes todos los sueños por delante y todo es una promesa. Pero 20 años después, te preguntas qué paso con todos esos sueños», explica la actriz, que pertenece a una de las sagas teatrales más reconocidas de México y es pareja del también actor Diego Luna.
Mujerhoy. ¿Y qué ha sucedido con los sueños que usted tenía a los 20 años?
Marina de Tavira. A mí la vida me ha sorprendido con creces. Yo supe que quería ser actriz desde muy niña, pero no me imaginaba cuánto me iba a dar esta vida, cuántas veces me iba a sorprender, cuántos personajes increíbles me iba a regalar. Cuando empiezas a estudiar actuación te preguntas: ¿seré capaz, tendré el talento necesario, la disciplina, la resistencia...? Y, para mí, cada vez se pone mejor, cada vez encuentro personajes más interesantes. Cuando era mucho más joven, pensaba: «Ah, ya se me está yendo la juventud». Pero he descubierto que, conforme pasa el tiempo, la vida y la carrera se vuelven más interesantes.
¿Disfruta ahora más de la vida?
Sí, porque estoy más en paz conmigo misma. Oigo a muchas mujeres que pasan los 40 y lo dicen, pero no sé cómo podemos hacer que lo oigan las que tienen 20 años; a mí me hubiera encantado entenderlo entonces. A los 20 estás en tu mejor momento físico, pero tienes más miedos, te ves en el espejo y te odias. Ahora me siento más a gusto en mi piel, me exijo menos y disfruto el presente mucho más. Siento que la vida es ahorita y ya no estoy esperando a que suceda.
¿Y eso tiene que ver con la edad o con la situación que hemos vivido por la pandemia?
En mi caso siento que por la edad, aunque claro que la pandemia nos afectó a todos, nos condicionó, nos hizo crecer y aprender mucho. Ya no estoy todo el tiempo pensando en el futuro. La vida es ahorita: ahorita la voy a disfrutar, ahorita voy a leer ese libro, ahorita voy a conocer ese país... Ya no estoy pensando en lo que vendrá, aunque espero que todavía venga mucho más.
Contaba antes que, desde niña, quería ser actriz. ¿Qué recuerdos tiene de su infancia, en una familia vinculada al teatro como la suya?
Mi primer recuerdo es estar viendo teatro desde la cabina, ese lugar privilegiado, porque mi tío es un director muy reconocido en México que ha dirigido la Compañía Nacional. Con él tuve la oportunidad de ver el teatro desde dentro y eso me hacía sentir muy importante: tenía un lugar especial para ver un mundo fascinante, que me atraía como un imán...
Lo que pasaba en el escenario me parecía extraordinario, mágico, distinto de la realidad y, al mismo tiempo, espejo de ella. Poder ser espía de ese mundo me hizo enamorarme profundamente de él. Yo quería estar de ese otro lado, tenía el sueño de habitar algún día ese mundo. Me fascinaba ir a saludar a los actores y a las actrices al camerino cuando acababa la función. Ese mundo transitorio entre la ficción y la realidad que sucede en los camerinos siempre me apasionó.
¿Su familia alentó esa vocación?
Muchísimo. Mi padre quería ser actor, pero en su familia, que era muy tradicional, no se lo permitían. En esa casa, o eras abogado, como mi abuelo, o eras jesuita. Más tarde, mi tío lo logró, porque estuvo primero en la Compañía de Jesús y de ahí se fue al teatro. Mi padre fue abogado, hizo su doctorado en la Complutense y se dedicó al mundo penitenciario: fue director de muchos penales en México [dirigió la prisión donde estuvo detenido por primera vez El Chapo Guzmán].
Pero siempre amó el teatro; tenía un grupo con el que ensayaban en casa los fines de semana y yo los veía apasionada. También hizo teatro penitenciario. Fui a verlo desde niña y era tremendo; las cárceles son un lugar de un profundo dramatismo. Él vivió en ese mundo muy peligroso, pero que le apasionaba. Su vida estuvo siempre en constante riesgo, y lo admirábamos y respetábamos, porque eso era lo que él había escogido.
Su padre estudió en Madrid, pero usted tiene otros vínculos con España...
Mis dos familias, tanto la materna como la paterna, son de origen español. Y seguimos teniendo contacto con ellos, aunque más mi madre y su generación que nosotros. Cuando éramos niños, nos traían todos los años a ver a la familia. Mis bisabuelos eran de Cataluña y de Aranjuez, pero mis abuelos nacieron en México.
Su abuelo materno fue fundador del Grupo Bimbo. ¿Es cierto que la desheredó por dedicarse al teatro?
[Risas] No, para nada. Tuve una relación muy hermosa con él y fue a verme muchas veces al teatro. Teníamos conversaciones muy interesantes, porque quiso ser escritor.
El teatro está unido a muchos de los mejores momentos de su vida, pero también al peor: el asesinato de su padre.
Sí, la última vez que lo vi fue en el teatro. Fue justo en el estreno de mi primera obra profesional, Feliz nuevo siglo, doktor Freud, de Sabina Berman, y tuvo mucho éxito. La última vez que fue a verme, el día antes de que lo asesinaran, hablamos en el camerino. Me da mucho gusto que viera que lo conseguí...
¿Qué habría pensado de sus éxitos?
Pienso mucho en él, porque fue quien me inyectó esta pasión por la interpretación. Me hubiera gustado que viera que, efectivamente, me he sostenido muchos años.
En España la conocimos en 2018, por su papel en Roma. ¿Qué supuso para su carrera?
Ha sido un antes y un después desde muchos lugares. Tener la oportunidad de trabajar con alguien como Alfonso [Cuarón], que es un artista en todos los sentidos; que me invitara a hacer una historia tan personal que tenía todo que ver con la historia de mi madre y con la generación en la que yo fui niña... Y la forma en la que el mundo recibió esa película, que resonó en los corazones de tantos espectadores y tuvo tantos reconocimientos... Agradezco el personaje, la historia, el trabajo con Alfonso y la oportunidad que me dio de salir de México.
Desde entonces, ha hecho cine y televisión fuera de su país, pero sigue estando sobre todo vinculada al teatro. ¿Qué tiene el escenario de especial para usted?
La actuación es como dar en el clavo de lo que es la experiencia humana. Cada personaje te invita a pensar la vida desde unos zapatos, desde unos ojos diferentes; y eso hace que entiendas la realidad de muchas maneras y que te puedas adentrar en otros mundos, en otros dolores y alegrías. He entendido el mundo a través de los personajes y las ficciones que me ha tocado interpretar.
¿Qué personajes le interesan más?
Me gustan los que te llevan a un mundo interior: no de muchas palabras, sino de una profundidad y una contención, como la vida es. Me interesa la subjetividad, el mundo profundo en el que estamos sumidos.
Tras la pandemia, ha estrenado Blindness, una obra basada en Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, pero solo con su voz grabada. ¿No tiene ganas de volver a pisar las tablas?
Sí, fue increíble estrenar una obra de teatro sin estar yo ahí. En México, se tardó mucho en abrir los teatros, no como aquí. Nunca pensé que la vida me llevaría a ver los teatros cerrados. Es un arte que subsiste a pesar de la guerra y a pesar de todo. Pero afortunadamente ya aquí está otra vez.
Y usted está deseando volver...
¡Me muero por volver! Tengo ganas de hacer teatro en España, pero con algún texto mexicano. Creo que eso es el arte: crear un puente entre culturas. Y España y México tienen muchísimo que decirse, en una conversación iniciada hace siglos pero inacabada, que me parece importante fortalecer, sanar, agradecer, reconocer, reconocernos...
¿Cree que nos conocemos?
Nos conocemos muchísimo y que nos podemos conocer aún más. Nuestras historias están ligadas profundamente, tenemos heridas que sanar y mucho que agradecernos.
Usted es muy activa en su país contra la violencia de género...
Todo artista tiene un compromiso con la realidad. La verdadera función del arte es transformar la realidad, hacer un mundo mejor para todos. Si eres una figura a la que la gente escucha, tienes una responsabilidad. He aprendido muchísimo del movimiento de las mujeres más jóvenes: me han dejado boquiabierta, me han enseñado cosas que yo no había visto, que había normalizado.
Las admiro profundamente y les agradezco todo lo que me han enseñado. México es un país con un alto índice de feminicidios y el movimiento de las mujeres es importantísimo, urgente y muy doloroso. Hay que decirlo: basta ya. No podemos no ser feministas, aunque es muy importante incluir a los hombres en este movimiento y darnos cuenta de que, si no atendemos a la educación que se les da a ellos, nada va a cambiar para las mujeres.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
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