Melinda French Gates. / jason bell.

REINA DE LA FILANTROPÍA

Melinda Gates después de Bill: cómo la multimillonaria quiere convertirse en la heroína de las mujeres

Tras abandonar la fundación que dirigió durante casi 25 años, Melinda French Gates acaba de estrenar un nuevo capítulo en su vida pero, sobre todo, en su misión filantrópica. Su objetivo: poner todo su poder (y la mayor parte de su fortuna) al servicio de las mujeres.

Y el periodo de prueba se agotó. Igual que antes había pasado con el amor. En realidad, era algo previsible. Cuando en mayo de 2021, Bill Gates, cofundador de Microsoft, y su esposa, Melinda, anunciaron su divorcio después de 27 años de unión, también adelantaron que, pese a seguir dirigiendo juntos su fundación, el arreglo tenía fecha de caducidad. En concreto, hasta que uno de los dos decidiera dar un paso atrás.

En mayo, la filántropa anunciaba que el 7 de junio sería su último día al frente de la Bill & Melinda Gates Foundation. También el primero de una nueva etapa marcada por el compromiso y la generosidad de siempre y una recién conquistada independencia. Pero, sobre todo, por una nueva y revolucionaria manera de hacer las cosas.

«Su salida de la fundación no es un paso atrás, sino adelante. Ahora, tendrá más flexibilidad para explorar nuevos enfoques y estrategias. Este movimiento no hace más que reafirmar su compromiso de dar a lo grande, de dar rápido y de generar un cambio en las cuestiones sociales que le preocupan», analiza Jacqueline Ackerman, directora del Women's Philanthropy Institute, de la Universidad de Indiana. Para la consejera filantrópica de grandes fortunas Kris Putnam-Walkerly, las ventajas de su nueva situación son obvias. «Esto le permite tener su propia agenda y ocuparse de los temas que quizá, en el marco más amplio de la Fundación Gates, había tenido que dejar de lado», analiza.

Después de un cuarto de siglo dirigiendo la fundación privada más grande del mundo, el acuerdo de salida le garantizaba, además, una inyección de 12.500 millones de dólares. «Su decisión ha asombrado a gran parte del mundo de la filantropía y demuestra que está escuchando a los críticos de los megafilántropos», opina Stacy Palmer, directora general del medio especializado The Chronicle of Philanthropy.

1.000 millones de dólares para las mujeres

La única duda que quedaba por resolver era en qué querría volcar ese dinero. La incógnita se despejó días más tarde con una carta abierta en The New York Times. Una carta que no ocultaba su enfado. O, mejor dicho, su rabia. Desde el mismo título: 'Los enemigos del progreso juegan al ataque. Yo quiero ayudar a equilibrar la partida'.

«En los casi 20 años que llevo trabajando en la defensa de las mujeres y las niñas, he aprendido que siempre habrá gente que dirá que no es el momento adecuado para hablar de igualdad de género. No, si quieres ser relevante. No, si quieres ser eficaz con los líderes mundiales, la mayoría de ellos hombres. (...) Durante demasiado tiempo, la falta de dinero ha obligado a las organizaciones que luchan por los derechos de la mujer a adoptar una postura defensiva mientras los enemigos del progreso jugaban a la ofensiva. Quiero ayudar a igualar la contienda», escribía, exhibiendo una vehemencia inusual en ella.

La filántropa junto a su ex marido, Bill Gates, en una visita al Elíseo en 2017. / getty

French Gates (la fórmula que prefiere desde su separación legal) también utilizaba la tribuna del diario neoyorquino para detallar sus planes. Para empezar, su decisión de donar 1.000 millones de dólares en los dos próximos años a organizaciones que trabajan para empoderar a las mujeres. De ellos, 200 irán destinados a proteger los derechos reproductivos en Estados Unidos y 250 se repartirán en becas a organizaciones que trabajan para mejorar la salud mental y física de las mujeres en todo el mundo.

Su alianza filantrópica con Jacinda Ardern

Pero, más allá de la lluvia de dinero, lo más interesante de todo es la fórmula que la filántropa ha escogido para repartir 240 millones adicionales. Este tercer paquete de cash estará en manos de 12 líderes globales −entre ellas Jacinda Ardern, ex primera ministra de Nueva Zelanda, la cineasta Ava DuVernay o la atleta Allyson Felix− que se encargarán de escoger a las organizaciones beneficiarias.

«Su énfasis en la colaboración y en el reparto de poder es muy interesante. Reclutar a 12 líderes que ella admira para que concedan 20 millones de dólares cada una es un planteamiento novedoso y subraya su compromiso con las donaciones basadas en la confianza y la colaboración», explica Ackerman, directora de la principal institución académica norteamericana dedicada a estudiar la filantropía femenina.

Los expertos coinciden en que es una manera audaz de incluir perspectivas más diversas para democratizar las donaciones. «Demuestra que no le importa ceder el poder y dárselo a aquellos que están más cerca del problema. Otra cosa notable es que no ha ignorado el papel que los hombres deben desempeñar en cerrar la brecha de género. Entre los beneficiarios hay dos conocidos líderes masculinos que ayudan a niños y hombres a aprender a crear oportunidades para las mujeres», apunta Palmer.

Sin la megaestructura de su antigua fundación como soporte, Melinda French Gates opera ahora a través de Pivotal Ventures, una firma con sede en el estado de Washington, fundada en 2015. «Fue creada como una empresa para financiar el progreso social, y lo hace de diversas maneras: desde inversiones de capital riesgo hasta subvenciones filantrópicas», añade Ackerman.

Melinda se moja por los derechos reproductivos

Esta vez, su arrollador poderío económico viene acompañado de un inédito mensaje político. Aunque en las últimas dos décadas, siempre ha preferido mantener cierta equidistancia ideológica, en esta nueva etapa (y en plena precampaña electoral norteamericana), Melinda Gates ha decidido dar un paso al frente en un asunto particularmente polarizante. Lo explicaba con un discreto guiño a su vida familiar. «Por chocante que resulte, mi nieta de un año puede crecer con menos derechos de los que yo tuve», escribía en su carta.

Melinda Gates junto a su hija, Phoebe, en 2023. / getty

Se refería, claro, a la decisión que el Tribunal Supremo de Estados Unidos adoptó en 2022 al anular la sentencia Roe vs. Wade, limitan o el derecho al aborto en muchos estados. «Aunque durante mucho tiempo me he centrado en mejorar el acceso a los anticonceptivos en el extranjero, me siento obligada a apoyar los derechos reproductivos aquí en casa», añadía.

«Su interés por los derechos reproductivos y la igualdad de género podría influir en las políticas públicas y animar a otros filántropos a apoyar causas similares, lo que tiene el potencial de cambiar el panorama político», vaticina la experta Kris Putnam-Walkerly. Stacy Palmer coincide y apunta otra vía de donaciones posibles: «Destinar muchas de las becas directas a apoyar la salud reproductiva es un movimiento muy relevante en un año electoral como este y, probablemente, irá acompañado de donaciones directas para promover a candidatas o partidos que apoyen la igualad de género».

MacKenzie Scott, la otra Melinda Gates

Además del dinero y del discurso, Gates tiene las conexiones. Las mejores y al más alto nivel. Con gobiernos y corporaciones, pero también con otros donantes. La más mediática de todas le une a otra «ex de» y filántropa ilustre: MacKenzie Scott. Desde su divorcio de Jeff Bezos en 2019, Scott ha donado más de 16.500 millones de dólares a centenares de organizaciones, grandes y pequeñas. Y lo ha hecho con una fórmula inédita basada en la llamada filantropía sin ataduras.

Tanto es así que muchas de esas ONGs y fundaciones han contado que pensaban que se trataba de una broma. O, incluso, de una estafa. A menudo, las donaciones de Scott suelen llegar precedidas de una única llamada. Apenas una comunicación del inminente ingreso en cuenta. Gates, que siempre ha trabajado bajo el paraguas de una gran organización, es conocida por ser más metódica y por hacer un seguimiento sobre las organizaciones becadas, pero ha empezado a utilizar una fórmula parecida.

MacKenzie Scott junto a Jeff Bezos en una imagen anterior a su divorcio. / getty

«La filantropía es notoriamente lenta, y algunas de las organizaciones beneficiarias se enteraron de que lo eran muy poco antes del anuncio. Eso demuestra lo decidida que está a sacudir el escenario actuando con rapidez y donando dinero a destinatarios no habituales de los grandes fondos filantrópicos», explica Palmer.

¿ Podrían Melinda y MacKenzie unir fuerzas? «No sería sorprendente, dado su interés compartido por la equidad social y la filantropía basada en la confianza. En 2021, ya colaboraron en el Equality Can't Wait Challenge. Creo que una futura asociación es posible», explica Jacqueline Ackerman. «Aunque no hay ningún anuncio oficial, la complementariedad de sus misiones y la importancia de sus recursos hace que una colaboración sea una posibilidad muy excitante», comparte Putnam-Walkerly.

Misión: reinventar la filantropía

De momento, French Gates, como la propia Scott, se enfrenta a la excitante misión de reinventar la filantropía moderna hacia un modelo más descentralizado y mucho más ágil. «Su estrategia incluye empoderar a otros líderes para que tomen decisiones influyentes, invertir en empresas que promueven la igualdad de género, pero también pronunciarse sobre cuestiones críticas. Es una estrategia filantrópica holística y muy poderosa», concluye Ackerman.

Para Stacey Palmer, la clave también se encuentra en su potencial inspirador. «Está animando a otras mujeres a sentarse a la mesa de la filantropía y eso es muy interesante. Siempre ha sido influyente, pero con más años de experiencia y más dólares en el bolsillo se convertirá en una de las filántropas más notables de su generación», pronostica.

En su carta en The New York Times, Melinda French Gates recordaba uno de esos consejos que resuenan en la cabeza en momentos clave. «Alguien me dijo una vez: « Establece tu propia agenda, o alguien la establecerá por ti». Llevo esas palabras conmigo desde entonces». Ahora, por fin, podrá ponerlas en práctica.

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