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Vivimos rodeados de distracciones: desde las incesantes notificaciones de WhatsApp y el scroll infinito en las redes sociales hasta la hiperactiva y abrumadora bandeja de entrada del email. El personal y el profesional. Pero también las llamadas, la acumulación innecesaria de reuniones, el shopping furtivo on-line en horario laboral… Abocados a la multitarea −la auténtica bestia negra de la productividad−, nuestra capacidad de concentración es, cada vez, un bien más escaso y dificil de conquistar. Para combatir el caos de la vida moderna y cultivar una relación más sana y más productiva con nuestro trabajo, una nueva tendencia lleva meses tomando fuerza en las redes sociales. Dos palabras: monk mode. O modo monje.
Aunque el concepto se popularizó en TikTok hace unos meses (y ya ha superado los 68 millones de visualizaciones en la red social) en 2004 ya era un método con muchos adeptos entre los emprendedores y los CEOs de Estados Unidos. Solo necesitaba una pequeña dosis de cultura pop para conquistar el mainstream.
De eso se encargó el archifamoso podcaster y gurú de la autoayuda Jay Shetty que, con más de 15 millones de seguidores en Instagram, publicó su libro Piensa como un monje en 2020. El bestseller relataba su experiencia de tres años viviendo en una comunidad de monjes de la India y explicaba cómo su estancia le enseñó a superar los pensamientos negativos y a encontrar el propósito, pero también a conquistar a calma y la concentración.
Inspirado, precisamente, por esa autodisciplina, pero también por el aislamiento que caracteriza a ese tipo de congregaciones religiosas, el monk mode consiste en conquistar un estado elevado de concentración evitando todo tipo de distracciones hasta completar una tarea específica. Es, efectivamente, un método para aumentar la productividad, pero también, y al mismo tiempo, un desafío y un detox.
Cada cual, eso sí, tiene una idea diferente sobre en qué consiste su práctica. O sobre el periodo de tiempo en el que debe llevarse a cabo para resultar realmente efectivo. La interpretación libre de algunos influencers pasa por evitar el consumo de alcohol y dedicar 10 minutos al día a la meditación; otros abogan por dos meses ininterrumpidos de 12 horas diarias de trabajo hasta finalizar un proyecto particularmente exigente y escritores como Greg McKeown han confesado que utilizaron el método durante nueve meses para completar el encargo de un libro.
Su esencia, en realidad, consiste en darse permiso a uno mismo para ignorar todo lo que no sea la tarea a la que ha decidido dedicarse. Y estar plenamente presente para conseguirlo. Eso, como a menudo ocurre con los métodos destinados a mejorar la productividad, es más fácil decirlo que hacerlo. Pero algunos principios razonables pueden ayudarnos a conseguirlo.
Para empezar, todo pasa por asumir un compromiso firme y dedicar una cantidad de tiempo concreta a una tarea determinada. A partir de ahí, lo siguiente es aislarse de todas las distracciones. Y en la era de la hiperconectividad eso implica, básicamente, poner el teléfono en modo avión: apagar las notificaciones, ignorar el correo electrónico y silenciar el móvil. Y, por supuesto, mantenerse alejado de las redes sociales, un auténtico agujero negro para la concentración. Si la fuerza de voluntad y la convicción no son suficientes, hay apps como Freedom que lo hacen por ti.
El modo monje funciona mejor para unas tareas que para otras. Aunque puede emplearse para completar trabajos tediosos (como contestar los emails acumulados del día anterior) es especialmente recomendable para analizar datos, buscar soluciones creativas a problemas complejos o desarrollar planes estratégicos a largo plazo. Es en esas áreas donde un estado de concentración elevada marca realmente la diferencia.
Aunque la primera hora de la mañana, cuando todavía no ha empezado la avalancha de llamadas y emails, es un momento particularmente recomendable para sumergirse en el modo monje, hay quien prefiere reservarlo para su jornada semanal de teletrabajo, en la que siempre hay menos distracciones. Se puede empezar por bloques modestos de tiempo (30 minutos, por ejemplo) y ampliarlo gradualmente a varias horas al día, aunque hay quien consigue alargar el monk mode durante días o incluso semanas. Por último, escoge un espacio tranquilo y silencioso y aprovecha para poner en orden tu escritorio. Si las condiciones no son favorables, puedes utilizar auriculares de cancelación de ruido.