periodista, escritor y referente

Patrick Radden Keefe: «No quiero escribir para gente que ya está de acuerdo conmigo. Quiero llegar a un público más amplio, cambiar mentes»

El autor de No digas nada y El imperio del dolor, dos de los libros de no ficción más importantes de los últimos años, nos habla de su nuevo lanzamiento en España, las elecciones presidenciales en Estados Unidos y la situación actual del periodismo.

Patrick Radden Keefe, autor de No digas nada y EL imperio del dolor, en una imagen tomada en una de sus visitas a España. / archivo abc

Aloña Fdez. Larrechi
Aloña Fdez. Larrechi

En la primavera de 2005, los periódicos sensacionalistas de Nueva York seguían al detalle el juicio de la hermana Ping. El afable apodo por el que todo el mundo en Chinatown conocía a la quincuagenaria Cheng Chui Ping. Nacida en una humilde aldea china, desde los años 80 vivía en el barrio neoyorquino, donde regentaba una tienda y dirigía una red de contrabando de personas con la que introdujo a tres mil compatriotas en Estados Unidos.

Un negocio que le permitió embolsarse más de 40 millones de dólares. Convencida de que no había hecho nada malo, Ping asistía impasible al proceso en el que se le juzgaba por tres delitos. Mientras, en la facultad de derecho de la ciudad, Patrick Radden Keefe (Boston, 1976) se preparaba para presentarse al examen de abogado . «Había ido a la facultad de derecho no porque quisiera ser abogado, quería ser periodista», reconoce Radden Keefe al otro lado de la pantalla.

«Pero no estaba seguro de poder ganar dinero haciendo eso. Así que pensé: «debería ir a la facultad de derecho, por si acaso».Mientras asistía a conferencias sobre fideicomisos como paso previo a la prueba final, algo que encontraba «realmente aburrido», el escritor «leía los periódicos que hablaban sobre el juicio de la hermana Ping, en el que estaba muy interesado». Tanto que lo escogió como su enésimo intento para convertirse en lo que realmente quería ser, periodista.

El abogado que quería ser periodista

Patrick no deseaba ser un reportero cualquiera, quería trabajar en The New Yorker. La revista que le «encantaba leer cuando tenía 16 años.» A los 20 empezó a enviar a la redacción de la publicación semanal propuestas de reportajes. La respuesta siempre era negativa, y lo fue durante casi una década. Hasta que planteó un reportaje sobre la distracción informativa con la que mataba el tiempo en sus clases y The New Yorker lo aceptó.

Portada de Cabeza de Serpiente, el nuevo libro de Patrick Radden Keefe que llegará a las librerías el 5 de septiembre. /RB

«Era el artículo más largo que había escrito en mi vida, ocho mil palabras», recuerda Radden Keefe. Sin embargo, «me pareció que era solo la punta del iceberg, que había mucho más que contar». Y lo que comenzó como un pasatiempo se convirtió en libro en 2009. Con el título de Cabeza de serpiente. Una epopeya oscura en Chinatown (Reservoir Books), llegará a las librerías españolas el 5 de septiembre.

Y aunque han pasado 15 años de su publicación, el autor no duda en afirmar que « hoy en día es más relevante que cuando se publicó en Estados Unidos» porque las mafias que se enriquecen con el tráfico de personas siguen trabajando en todo el mundo.

«Parte de lo que intentaba transmitir en este libro», explica, «es que se puede estar a favor o en contra de la inmigración, pero hay que tener en cuenta que muchas de estas personas huyen de situaciones desesperadas. Y hay un gran coraje, creo, en los viajes que muchos de ellos emprenden y en los sacrificios que hacen. Se puede reconocer eso sin decir, 'oh, deberíamos abrir las fronteras y dejar entrar a todo el mundo».

Un último apunte que está muy relacionado con el poder electoral que tiene la inmigración en su país, especialmente en el partido republicano. «Entiendo que hay razones para no hacerlo (abrir las fronteras), pero creo que deberíamos ver a estas personas como seres humanos con sueños y temores como los nuestros, no sólo como una herramienta política», señala.

Kamala Harris en una imagen de la conveción demócrata celebrada hace unos días en Chicago. / gtres

Aunque luce el bronceado de quien lleva cinco semanas viviendo en Barcelona, donde el autor de No digas nada y El imperio del dolor (ambos de Reservoir Books) ha sido el primer invitado de un programa de residencias internacionales del CCCB, Radden Keefe no permanece ajeno a la actualidad política de su país, marcada por las elecciones presidenciales de noviembre.

Tras la renuncia del candidato demócrata, y presidente actual, Joe Biden, quien «se dio cuenta de que, por el bien del país, necesitaba dar un paso a un lado» aunque «habría sido bueno que lo hiciera antes», el escritor se muestra optimista sobre la elección de Kamala Harris como candidata. «Será una pelea muy difícil», reconoce, «pero ella está mucho mejor posicionada para librarla que Joe Biden».

«También creo», prosigue, «que es importante recordar que la Corte Suprema seguirá ahí, incluso si Kamala Harris gana. Y entonces las cosas podrían empeorar bastante, y no solo para Estados Unidos. En el cambio climático, por ejemplo, el tribunal es muy pro-empresarial, muy anti-regulación, y este es un ámbito que tiene consecuencias en todo el mundo».

Portada de Maleantes, el libro del escritor estadounidense con doce perfiles sobre criminales y quienes se enfrentaron a ellos. /RB

Si es Donald Trump quien logra la victoria, Radden Keefe reconoce que sus inquietudes se trasladan también al «futuro de la OTAN» algo que «es una preocupación para Ucrania, pero también para los estados bálticos». El expresidente y candidato del partido republicano fue uno de los protagonistas de su libro Maleantes. Historias reales de estafadores, asesinos, rebeldes e impostores (Reservoir Books), con un capítulo en el que el escritor analizaba su carrera política a partir de su participación en el programa de televisión The Apprentice.

Para él, el respaldo electoral de Trump viene dado por su «imagen del éxito» porque «algunas de sus políticas, como la inmigración» son «todo retórica». «La ironía máxima», prosigue, «es que tenga un apoyo tan sólido en la clase trabajadora blanca, cuando se trata de un tipo que nació rico, que cuida de los ricos y no es alguien que sienta una fuerte lealtad hacia la clase trabajadora o tenga un plan para mejorar su situación».

«Pero este es un viejo problema en Estados Unidos», reconoce antes de señalar que «el Partido Republicano ha sido muy inteligente al apropiarse de ciertas cuestiones culturales o polémicas, como la inmigración o el aborto, y usarlas para que la clase trabajadora vote en contra de sus intereses». Un programa electoral que, unido a que Trump es alguien «muy carismático, muy entretenido» genera «una especie de culto de la personalidad más propio de la telerrealidad que de la política». «También diré», aclara Radden Keefe, «que creo que los medios siguen siendo demasiado indulgentes con Donald Trump».

Y pone como ejemplo el debate que acabó con la carrera electoral de Biden, en el que la atención estaba centrada «en la edad» de este, y no en que el candidato republicano « dijo muchas mentiras. En una situación en la que hay decenas de millones de espectadores y Trump está diciendo cosas que no son ciertas el trabajo de los moderadores es decir 'eso no es cierto'. Nos dedicamos a la verdad. Que un periodista esté en un escenario con un político que miente y no lo corrija es mala praxis.»

La transformación del periodismo

Para el escritor nacido en Boston, el cambio que ha experimentado el periodismo a causa de la tecnología y las redes sociales, en las que se pone en entredicho trabajos de investigación como el suyo, «es malo», pero «creo que es importante recordar que no debemos ser demasiado nostálgicos».

«Cuando yo era niño, en los 80», explica, «en Estados Unidos teníamos las noticias todas las noches y las presentaba un tipo parecido a mi, un hombre blanco heterosexual de unos 50 años, que contaba las noticias del día. Y la gente daba por sentado que debían ser verdad porque Peter Jennings lo decía en las noticias de la noche». Pero se trataba de « grandes cadenas de televisión en las que hacíamos publicidad de grandes corporaciones. Representaban intereses corporativos. Así que creo que ahora podemos mirar atrás y decir: ¿eso era realmente verdad?».

Patrcik Radden Keefe, en una imagen proporcionada por su editorial en España, Reservoir Books. / RB

Según Radden Keefe, «es importante reconocer que, de alguna manera, ahora hay una mayor diversidad de puntos de vista, hay más medios. Y creo que tenemos una forma más crítica de pensar sobre estas cosas». Y el escritor recuerda que también «hay grandes momentos en los que los que la prensa, los medios tradicionales, se equivocaron. Como en la guerra de Irak, cuando el New York Times y todas esas organizaciones decían que había armas de destrucción masiva en Irak, y no las había. Hubo una guerra y cientos de miles de personas murieron por una mentira que la prensa ayudó a perpetuar.»

«Así que», prosigue, «no quiero ser nostálgico y decir que todo era mejor antes, porque había problemas. Pero creo que ahora nos hemos ido en la dirección opuesta, donde la gente cuestiona la idea de que existe la verdad, y todo el mundo vive en su pequeño ecosistema de información, muy controlado por las redes sociales y muy individualizado. Eso es muy peligroso para la prensa, lo ha fracturado todo. El modelo de negocio es mucho más desafiante de lo que lo solía ser, pero en un nivel más profundo, filosófico.»

Un momento mediático en el que meses de investigación pueden ser calificados por algunos lectores como « tu punto de vista. Y yo no quiero hablar solo con la gente que lee The New Yorker. No quiero escribir para gente que ya está de acuerdo conmigo. Quiero llegar a un público más amplio, cambiar mentes».

Cheng Chui Ping, conocida como Hermana Ping, protagonista del último libro de Radden Keefe, Cabeza de serpiente. / getty images

Durante aquella primavera en la que supo de la existencia de la hermana Ping, Radden Keefe aprobó su examen de abogado. No ejerció nunca, pero todo lo que aprendió le ha servido para escribir sus libros porque «soy muy bueno encontrando documentos judiciales, el conocimiento jurídico te ayuda a saber donde buscar» y a responder a «las cuestiones jurídicas y políticas que surgen en el desarrollo de sus historias».

Firme creyente de que «es importante en la vida en general, y especialmente en el periodismo, poder manejar el rechazo», en el despacho de su casa en Nueva York, tiene colgada la primera carta en la que The New Yorker rechazaba sus propuestas.

Cuando lo importante son los lectores

El autor de No digas nada (Reservoir Books) recuerda perfectamente el artículo que le hizo sentir que quería ser periodista. «Yo tenía 19 años, estaba en mi primer año de universidad, y se conoció el veredicto de O.J. Simpson», rememora.

«Había un artículo en The New Yorker escrito por Henry Louis Gates, que es profesor de Harvard, titulado 13 formas de mirar a un hombre negro, sobre el veredicto del juicio, en el que entrevistaba a políticos e intelectuales acerca de lo que pensaban del proceso. La primera vez que terminé de leer el artículo me dije ¿cómo lo hizo? Y comencé a leerlo de nuevo. Y conté el número de personas que entrevistó, a las que citó una vez, a las que volvía a citar. Fue como tratar de descubrir un truco de magia».

Portada de No digas nada, el libro de Patrick Radden Keefe sobre el conflicto en Irlanda del norte del que se estrenará una serie antes de terminar el año. / Reservoir Books

Otro de los referentes periodísticos de Radden Keefe es Philip Gourevitch, «un escritor estadounidense que escribió Queremos informarle de que mañana seremos asesinados con nuestras familias. Historias de Ruanda (Debate), que trata sobre el genocidio que vivió el país. Este libro fue una gran inspiración para mi, en realidad durante toda mi vida. Porque cuando escribí sobre el conflicto de Irlanda del Norte volví a él», revela.

De vuelta en Nueva York, sigue trabajando en su próximo libro, aunque sus hijos no creen que el suyo «sea un empleo real y piensan que me paso el día frente al ordenador». «Para ellos, la idea de un trabajo en el que todo lo que haces es escribir les parece fácil. Y no se equivocan, es genial», afirma humildemente el hombre que en las últimas dos décadas se ha convertido en una figura destacada del periodismo de investigación.

Patrcik Radden Keefe en Barcelona en septiembre de 2021. / ARCHIVO ABC

Sus hijos todavía no han leído los libros que han hecho de él un referente pero «saben que me siento increíblemente afortunado de que se lean» y de que «incluso en Barcelona, la gente se acerque para decirme que han leído este o aquel. Si después de que hayas trabajado para publicarlo, una persona ha gastado su dinero en comprarlo, y luego ha dedicado tiempo a leerlo, lo siento como un milagro.»

Y aunque en sus estanterías no faltan reconocimientos, Radden Keefe afirma que, más que los premios, «lo más importante son los lectores». Especialmente cuando le escriben «personas que han tenido seres queridos que han luchado contra la adicción» para decirle lo importante que ha sido para ellos El imperio del dolor, su libro sobre la crisis de los opiodes.

Con Cabeza de serpiente muchos jóvenes chino-estadounidenses han descubierto lo que vivieron «sus padres. Es una locura, me da escalofríos pensarlo. Pero así es cómo funcionan a menudo las familias: guardan silencio sobre las peores experiencias de sus vidas». Porque el periodismo de investigación no es algo personal solo para quien lo ejerce.