machismo cómico
machismo cómico
«Eso es masculinidad tóxica», dice el personaje que interpreta Gorka Otxoa después de que su amigos rechacen reconocer (y hablar) de sus problemas laborales o sentimentales. «Pues vamos a equilibrar el pH. ¿Alguien quiere una cervecita? », contesta otro. La serie de Netflix Machos Alfa, una de las series de estreno de 2023, plantea así, en clave de humor fácil, el desconcierto masculino actual ante los (no tan nuevos) roles y actitudes de las mujeres.
Los guionistas Alberto y Laura Caballero, bregados en el costumbrismo hispánico en series como La que se avecina y El pueblo, han querido plantear temas que podrían considerarse propios del feminismo con un enfoque humorístico que esconda una intención pedagógica.
Para ello, han creado (con trazo grueso) unos personajes (ellas y ellos) excesivos pero empatizables por su cotidianeidad. Desde un alto ejecutivo (Fernando Gil) que ha sido sustituido en su trabajo por una mujer profesional más joven hasta un padre (Fele Martínez) con apatía sexual o un camarero infiel (Raúl Tejón) celoso ante la petición de su pareja de una relación abierta. El amigos que les echa en cara su vocabulario machista (Fele Martínez) no tiene reparos en acostarse con todas sus citas de Tinder aunque no le atraigan sexualmente.
Ellas reaccionan a las actitudes machistas de sus parejas acostándose (Raquel Guerrero) con su monitor de gimnasio o abandonando la relación sin despeinarse (Kira Miró) en busca de variedad sexual. María Hervás encarna quizás al personaje más estereotipado: la «mujer de futbolista» que se convierte en influencer healthy cuando su pareja se queda sin trabajo.
«Machirulos» ellos (como se autodefinen en la serie) y estereotipos ellas, Machos Alfa ha sido definida, según escribió Sergio del Molino en El País, como «las matrimoniadas de José Luis Moreno empaquetadas en formato Netflix». La serie refleja, en definitiva, las crisis sentimentales de las parejas heterosexuales como hicieron ya las películas de Fernando Colomo, Emilio Martínez Lázaro o Manuel Gómez Pereira en los 90.
Machos Alfa ha alcanzado rápidamente los primeros puestos entre las ficciones más vistas de la plataforma con sus diez episodios de 30 minutos fácilmente digeribles, con su actitudes y comentarios reconocibles. ¿Llega, no obstante, a ofrecer un retrato certero y profundo de problemas o utiliza, en cambio, problemas como el sistema patriarcal o el techo de cristal como simple escenario de una entretenida trama de enredos y situaciones humorísticas?
«Bájate del coche», afirma uno de los amigos cuando otro pide que pongan música de Rosalía. Los hombres que presenta Machos Alfa prefieren que sus hijas sean lesbianas porque así los chicos «no le enchufan el pendrive a los 16 años» o se encuentran a sus madres en clubes de intercambio de parejas cuando no están haciendo empanadillas (de bonito).
La solución para corregir su masculinidad tóxica que plantea la serie se basa en un seminario, impartido por Santi Millán, que tiene una consecuencia opuesta a su finalidad primera: la aparición del Moisés de los machirulos.
Para deconstruir (realmente) la masculinidad, se echan en falta personajes representantes de las nuevas generaciones, las que (en teoría) habían superado las actitudes machistas y, en algunos casos, se han revelado como los hijos de nuestros abuelos.
Netflix ya ha anunciado que emitirá una segunda temporada, en la que Pedro, Raúl, Santi y Luis tendrán que aprender a vivir con la nueva masculinidad que han descubierto, con este reclamo: «Si os gusta el humor fino: aquí tenéis otro pepino». Muy fino.