La vanguardia de la moda mira, desde hace demasiadas décadas, al pasado. Los archivos son la savia que revitaliza las grandes firmas y los icono de moda globales visten piezas históricas cuando quieren, de verdad, impresionar. Cristina Pedroche no podía no subirse a este tren que conduce, con inteligencia y saber dónde está, Josie. «Creo que es una acción de divulgación de moda increíble e insólita en prime time», confirma el estilista e ideólogo del look de las Campanadas. Tiene razón: situar el foco sobre la figura de Manuel Piña, creador del vestido que ha llevado la presentadora , reivindica un tipo de talento, crudo, apasionado, pionero, que rompe la blandura nostálgica que impera. Y, además, homenajea a su pueblo, Manzanares, donde también nació Piña y reside su museo.
Tres de los diseños de Manuel Piña que se expusieron en el Museo del traje en 2013, en la exposición Manuel Piña. Diseñador de moda (1944-1994). /
Manuel Piña (1944-1994), el Almodóvar de la moda le llamaron, fue comercial antes que modista, autodidacta en la industria textil e impulsor de la Pasarela Cibeles y de la asociación de creadores de moda. «No solo fue un referente por su creatividad sino por lo que luchó para que la moda española fuera conocida a nivel internacional», explica Julián Nieva, alcalde de Manzanares. «En 1981 fundó a otros seis diseñadores la Federación del Prêt-à-Porter Español. Pretendían desarrollar e internacionalizar la moda española, el Made in Spain, una idea que Manuel Piña perseguiría siempre y de la que fuera abanderado. Y aunque esa unión de diseñadores no tuviera mucho recorrido, Piña siguió trabajando por internacionalizar su marca, con desfiles en Italia, Alemania, Reino Unido o Japón. También fue uno de los impulsores de la conocida Pasarela Cibeles, presentando sus colecciones en ese escenario desde la primera edición de 1985 hasta septiembre de 1990».
Manuel Piña tocó el cielo con sus prendas de punto, bajó al infierno en desastres empresariales que le dejaron en la ruina y dijo que tenía sida cuando aún era tabú y enfermedad mortal. Pero, sobre todo, vistió a esa nueva mujer de los 80 que, llevada por el sueño de la superwoman, se atrevió con volúmenes, diseños versátiles, reversibles, transformables, innovadoras prendas de punto, materiales futuristas y técnicas artesanales. La pasarela temblaba al paso de las modelos de Piña, el pirata seductor que terminaba cada show entregándole un ramo de rosas rojas a su madre, Sebastiana. La que estuvo con él hasta el final.
Manuel Piña adoraba a las mujeres y en su vida hubo muchas, empezando por su madre, que iba a todos sus desfiles», explica Julián Nieva. «También estuvo sentada a su lado, dándole todo su apoyo, en la rueda de prensa en la que anunció su retirada del prêt-à-porter. En su taller, destacan Isidra Manzano y su hija Lola Piña, que se convirtieron casi en familia. Para Manuel Piña desfilaron las mejores modelos del momento. Descubrió a Helena Barquilla y vistió a Bibiana Fernández o Rossy de Palma, a la que Manuel puso nombre artístico y que fue protagonista de sesiones fotográficas memorables de Alberto García Alix. También podemos mencionar a Celia Forner, Paola Dominguín, Judit Mascó, Cristina Piaget, Duska, Lola Sordo, Damaris, Iman, Lou Soto…».
Uno de los dos boccetos del vestido de Cristina Pedroche que guarda el Museo Manuel Piña, en Manzanares. Bajo la firma, Manuel Piña escribió: «Las sombras de los hombres son a veces más humanas que los propios hombres». /
«La mujer Piña evolucionó en cuanto a formas, pasando de la mujer bloque de sus inicios a una mujer de silueta más estilizada, sinuosa y con marcadas curvas», sigue contando el alcalde de Manzanares. «Sin embargo, lo que no cambió nunca en la visión de la mujer que tenía Manuel Piña era la fuerza que debía desprender. Debemos tener en cuenta que las primeras colecciones de Manuel surgen cuando la mujer se está incorporando al mundo laboral, por lo que creía en la necesidad de que esa profesionalidad se mostrara a través de la moda también. Su mujer tenía garra, era poderosa, y ya sea con formas y volúmenes muy marcados o con sensuales siluetas se tenía que notar esa fuerza».
El vestido que luce Cristina Pedroche sale, efectivamente, del Museo Manuel Piña en Manzanares, Ciudad Real, lugar de la memoria del diseñador que atesora más de mil piezas entre prendas, accesorios, carpetas de presentación de desfiles y una importante colección de fotos e ilustraciones de autores como Alberto García Alix, Javier Vallhonrat, Juan Gatti y Pablo Pérez Mínguez. Allí podemos comprobar la vitalidad y popularidad de sus diseños, durante la Movida y en los años 80. «Al museo llegan estudiantes de diseño que han conocido, casi por casualidad, la figura de Manuel», se lamenta el alcalde. Y es una pena que sean ellos los que más lo desconocen porque Manuel Piña, en sus últimos años, trabajó por dar a conocer a estos nuevos diseñadores con su Proyecto Cero, apoyándoles, como siempre había hecho. Juan Duyos es un buen ejemplo de ello, ya que trabajó con Manuel en sus inicios».