Luiza Trajano, presidenta de Magazine Luiza, es una de las mujeres más ricas de Latinoamérica. / magazine luiza

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La odisea de Luiza Trajano: la dependienta que construyó un imperio y se convirtió en la mujer más rica de Brasil

Empezó trabajando como vendedora en la tienda de sus tíos y terminó fundando una exitosa cadena comercial en Brasil. Por el camino, Luiza Trajano se ha convertido en un icono de la justicia social y en una de las mujeres más ricas de Latinoamérica.

«En un mundo en el que los multimillonarios gastan sus fortunas en yates y aventuras espaciales, Luiza se dedica a otro tipo de odisea. Ha aceptado el reto de construir un gigante comercial mientras construye un mejor Brasil», escribía Lula da Silva, presidente de Brasil, en el número de la revista Time que en 2021 distinguió a Luiza Trajano entre las 100 personas más poderosas del planeta.

Efectivamente, a Trajano, presidenta de la cadena de tiendas Magazine Luiza, no se le conocen extravagancias de multimillonaria aunque la revista Forbes le calcule una fortuna que, pese a oscilar constantemente debido a las altísimas tasas de inflación que afectan al país, ha llegado a superar los 4.000 millones de dólares. A sus 71 años, Trajano sigue siendo el alma de Magazine Luiza, fundada por sus tíos en 1957 y convertida en un gigante minorista en Brasil con más de 1.400 tiendas físicas, 30.000 empleados y un boyante negocio on-line.

Tenía 12 años cuando empezó a ayudar a su tía en la tienda durante las vacaciones escolares. Con 18, y mientras estudiaba Derecho en la universidad, trabajó como dependienta y al terminar la carrera, se incorporó al equipo directivo del negocio familiar para supervisar los departamentos de facturación o ventas. En 1991, cuando sus tíos decidieron retirarse, se convirtió en su CEO.

Luiza Trajano: la dependienta que se convirtió en CEO

En un contexto de altísima inflación y de nuevas divisas que más tarde se desecharían, Trajano operaba bajo un poderoso mantra corporativo: «Hacer accesible a muchos lo que ha sido un privilegio para unos pocos». Por eso, cuando la compañía inició su proceso de expansión, lo hizo inaugurando una red de pequeñas tiendas en las que no había productos físicos. Asistidos por un reducido grupo de empleados, los clientes escogían los muebles, regalos o electrodomésticos a partir de un catálago digital. Luego, los recibían en casa. Era el año 92 y en Brasil apenas había acceso a Internet, pero Magazine Luiza había plantado la semilla de un futuro comercio on-line en el que casi nadie pensaba todavía.

También apostó por una innovadora estrategia de recursos humanos que colocaba a los empleados en el centro de la estrategia corporativa con la implantación de políticas de formación o la contratación de psicólogos en su plantilla.

Comprometida con la justicia social y la lucha contra el racismo estructural, en 2020 Magazine Luiza anunció que su programa de formación para ejecutivos solo estaría abierto a personas negras, una medida que causó muchísima controversia en Brasil y que ella justificó como una manera de combatir la herencia de la esclavitud, que Brasil no abolió hasta 1888. «Para garantizar la igualdad, es necesario tratar igual a los que son iguales y desigual a los que son desiguales para que, al final, todos partan del mismo lugar y puedan tener las mismas oportunidades», explicó entonces la compañía sobre la medida de discriminación positiva.

Enemiga pública de Bolsonaro y aliada de Lula da Silva

Criada en una familia de mujeres emprendedoras, en 2013 Trajano fundó Mulheres do Brasil, un colectivo feminista que trabaja contra la desigualdad desde diferentes frentes y que, una década después, ha conseguido reunir a más de 100.000 mujeres en sus filas.

Hace un año, su poder de convocatoria e innegable carisma personal alimentaron la rumorología sobre una posible carrera política. Muy crítica con Jair Bolsonaro, al que combatió con especial vehemencia durante la pandemia, llegó a decirse que Lula pensaba en ella para la vicepresidencia de Brasil.

La propia Trajano admitió entonces que llegaron a proponerle incluso ser candidata a la presidencia. Convertida en un icono socialista en Brasil, la empresaria prefirió mantener su lucha contra la desigualdad fuera de la contienda política. Y seguir trabajando. Aunque en 2015 su hijo Frederico tomó el control de la compañía familiar, sigue siendo la presidenta del consejo de administración y la cara más visible y combativa de la compañía en la que empezó a trabajar como dependienta.