El medium de las estrellas Tyler Henry. /
Una noche, cuando Tyler Henry tenía 10 años, se despertó sobresaltado con la certeza de que su abuela estaba a punto de morir. Mientras su madre trataba de calmarle, sonó el teléfono. Al otro lado, su padre les informaba de que la abuela, gravemente enferma de cáncer, acababa de fallecer. Fue la primera vez que Tyler Henry experimentó una premonición. Luego, hubo muchas más. O, al menos, así es como él mismo ha contado el origen de sus habilidades paranormales.
Criado en una familia de profundas convicciones religiosas en un zona agrícola de California, sus planes de estudiar enfermería (una vocación que pensó podría llevarse bien con su poder para hablar con el más allá) cambiaron cuando el decano de su universidad, con el que había mantenido una sesión privada el día de antes, le animó a perseguir una carrera como medium. En realidad, llevaba años intentando gestionar las incontrolables manifestaciones de los muertos y recibiendo peticiones particulares de amigos, familiares y vecinos para conectar con los seres queridos ya fallecidos.
No es casualidad que, poco después, Henry encontrara acomodo en los aledaños de Hollywood. Desde los años 70, Los Ángeles es la meca de centenares de videntes y personas que se atribuyen poderes psíquicos extraordinarios. Hay un consultorio casi en cada esquina. A su llegada, Henry solo era uno más. Hasta que, durante una reunión con la cadena E!, convenció a 30 de sus trajeados ejecutivos de sus habilidades y con apenas 19 años consiguió tener un programa de television propio.
'Hollywood Medium with Tyler Henry' le abrió las puertas de la industria del espectáculo, pero también le garantizó el acceso a sus estrellas. Desde entonces, ha mantenido sesiones con La Toya Jackson (que se comunicó, gracias a él, con su hermano Michael ), Khloe Kardashian (que conectó con su padre), pero también con las actrices Sarah Paulson , Megan Fox, Eva Longoria , Selma Blair o Carmen Electra, la cantante Lizzo , el presentador RuPaul, el actor Jim Parsons y múltiples jugadores de la NBA y CEOs. Así hasta convertirse en una celebridad por sí mismo a base de mantener hipotéticas conversaciones con los familiares muertos de los famosos.
Tyler Henry. /
Evidentemente, Tyler lleva toda la vida luchando contra las críticas y el escepticismo. Su habilidad para adivinar detalles personales de los difuntos que no pueden buscarse en Google ha sido cuestionada y etiquetada como una estafa basada en técnicas tradicionalmente utilizadas por videntes para acumular información, como las llamadas lecturas en frío y lecturas en caliente.
También se le ha acusado de explotar el dolor de los familiares y, particularmente, de quiénes han perdido a sus hijos a causa de un suicidio. «Acepto y abrazo el escepticismo. Entiendo por qué la gente duda, y prefiero que sea así para aprender más a través de ese proceso de comprensión que creer ciegamente en algo», ha explicado él.
Pese a todo, Henry ha conseguido construir un auténtico imperio alrededor de sus supuestas habilidades: a su primer programa le siguió otro en Netflix (Life after Death), dos libros (unas memorias y un volumen de autoayuda sobre las lecciones que ha aprendido del más allá) y una lucrativa gira que llena auditorios y teatros de costa a costa de Estados Unidos. Y, pese a todo, nunca logra cubrir la demanda que recibe: afirma que más de 300.000 personas están en lista de espera para tener una sesión privada con él.
Explica, para quien decida creerle, que sus conexiones con el más allá le dejan exhausto, tanto física como emocionalmente, y que no puede tomarse vacaciones porque la acumulación de sensaciones le resulta extremadamente incómoda: «Cuando no estoy trabajando se convierte en un problema».
Pese a las dudas razonables que despiertan sus supuestas habilidades, su programa en Netflix ha recibido una nominación a los Emmy y sus libros se han convertido en sendos bestseller. Tyler afirma, por ejemplo, que escuchando a los difuntos ha aprendido a vivir de una manera más plena y que para él la muerte nunca ha significado necesariamente una despedida. «No siento la muerte como la siente la mayoría de la gente. Creo que nos reunimos, que todos estamos conectados, que el amor es una fuerza, que realmente nos conecta a todos y que eso no termina cuando nos morimos. La muerte no es un adiós, sino un hasta luego».