Rania de Jordania durante su discurso en el Web Summit. /
La agenda y la imagen pública de Rania de Jordania tiene una única prioridad desde hace semanas: denunciar la situación humanitaria en Gaza, exigir un alto el fuego inmediato en la franja y sensibilizar a Occidente sobre las raíces de un conflicto que este año cumple 76 años. Después de visitar Washington la semana pasada y de ser recibida junto a su marido, Abdalá de Jordania , por Joe Biden en la Casa Blanca, la soberana volvía a reclamar justicia para el pueblo palestino en un poderoso discurso pronunciado ayer en el Web Summit Qatar, un importante foro tecnológico celebrado en Doha.
Y lo hacía, como ha convertido en costumbre desde que se inició este último capítulo del conflicto, evitando las palabras tibias y empleando, en su lugar, un discurso valiente y vehemente, pero también inevitablemente gráfico. «Bebés cubiertos de quemaduras abrasadoras; niños con vendas ensangrentadas donde deberían estar sus miembros; madres que descorren las mortajas para despedirse de rostros angelicales... Al ver estas imágenes de una guerra despiadada, pienso: 'No puede ser peor'. Y entonces, lo es«, afirmaba la soberana sobre cómo los bombardeos israelíes han llevado a la población civil del territorio al límite.
Desde que, tras los ataques terroristas de Hamas del 7 de octubre, Israel inició una ofensiva contra Gaza que ya se ha cobrado más de 25.000 vidas, la soberana jordana se ha convertido en la defensora más visible e influyente de Palestina ante Occidente. Lo hizo, en noviembre, concediendo dos entrevistas a la CNN en horario de prime-time, pero también escribiendo tribunas en medios como el Washington Post.
Rania durante una visita a un colegio de niños refugiados gazatíes. /
Ayer, en el Web Summit de Qatar, Rania volvía a recordar las raíces del conflicto y denunciaba cómo la deshumanización histórica de la población palestina la ha convertido «en un pueblo al que se le puede hacer cualquier cosa, sin consecuencias«. «¿Por qué se condena el asesinato de unos y se justifica el de otros? ¿ Por qué privar de alimentos a un niño es un crimen, pero matar de hambre a un millón de niños de Gaza es un resultado aceptable de la guerra?», se preguntaba la soberana en voz alta al tiempo que denunciaba el ataques indiscriminados a hospitales, templos religiosos e, incluso, a civiles portando banderas blancas.
La soberana, hija de padres palestinos, también aprovechó su discurso para denunciar cómo, históricamente, la narrativa occidental sobre el conflicto ha estado sesgada. « Los palestinos son reducidos a antagonistas de una historia ajena: se les considera terroristas y amenazas para la seguridad, nada más. Se pasa por alto su condición de pueblo ocupado. No se tiene en cuenta a su variada población de médicos, educadores y activistas. Sus numerosos intentos de resistencia no violenta, desde huelgas históricas y desobediencia civil hasta la Gran Marcha del Retorno de Gaza, han sido aplastados e incluso criminalizados».
Aprovechando la temática del foro, centrado en el sector tecnológico, Rania de Jordania también quiso poner el acento en cómo, pese a la ausencia de periodista occidentales en el terreno, las redes sociales han permitido a los habitantes de Gaza visibilizar y «retransmitir en directo al mundo» la situación humanitaria de la franja desde que comenzó la ofensiva israelí.
«La población de Gaza nunca ha estado tan conectada y, sin embargo, nunca ha estado tan aislada. Privados de alimentos, agua, medicinas, combustible y de todo lo necesario para mantener la vida humana, han seguido recurriendo a sus teléfonos... para recurrir a nosotros», denunciaba la reina.
Desde que empezó la guerra, la soberana jordana también ha puesto su cuenta de Instagram, en la que le siguen más de 10 millones de personas, al servicio de la defensa de los derechos humanos en Palestina y la denuncia de la situación humanitaria en la franja.
Rania quiso terminar su discurso con un llamamiento a la comunidad internacional, pero también con un mensaje de esperanza: «No se equivoquen: no hay nada más poderoso que una comunidad mundial informada e indignada, pidiendo el fin de una gran injusticia. El cambio es posible. La injusticia es reversible. Pero la responsabilidad es nuestra».