Rania de Jordania durante una visita a un campo de refugiados /
«Madre y esposa con un trabajo muy guay». En Instagram, donde le siguen más de 10 millones de personas, Rania de Jordania prefiere dejar que su muro y su intensa agenda institucional y humanitaria hablen directamente por ella. La elegancia y el glamour que la hicieron famosa en su primera etapa como reina (y que a sus 52 años continúan intactas) ya solo es la lustrosa fachada de la que, en el 25 aniversario de su acceso al trono, se ha convertido en la mujer más influyente del mundo árabe. Claro que nada de todo eso formaba parte del plan…
Se conocieron en una cena en 1993: él era un príncipe sin aspiraciones sucesorias; ella, hija de padres palestinos de clase media, había estudiado Empresariales y trabajado en empresas como Citibank y Apple mientras vivía en El Cairo. Todo sucedió rápido: el flechazo, la boda unos meses después, los hijos… El inesperado giro de guión llegó cuando, dos semanas antes de fallecer, el rey Hussein designó a su hijo Abdalá como su sucesor y, poco después, él y Rania, se convirtieron, contra todo pronóstico, en los nuevos reyes de Jordania.
«La monarquía jordana es tan joven como el propio país, apenas un siglo. Por eso, hay pocos referentes. Las reinas del rey Hussein no fueron solo consortes, también visibilizaron diferentes causas humanitarias», recuerda Sean Yom, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Temple y uno de los mayores expertos del mundo en política jordana. Pero en sus 25 años en el puesto, Rania ha elevado los precedentes a una nueva categoría: la lista de iniciativas a las que está vinculada resulta mareante.
De fronteras jordanas para adentro, su actividad está enfocada en la promoción de la educación y la protección de la infancia a través de organizaciones como la Rania Foundation for Education and Development o la Jordan River Foundation. «La reina de Jordania siempre ha tenido un papel político, una presencia pública y una visibilidad muy grande en comparación con otras monarquías, como por ejemplo la marroquí», explica Haizam Amirah Fernández investigador principal del Real Instituto Elcano.
Rania durante un encuentro con mujeres. /
Pero es, efectivamente, en el escenario global donde Rania ha destacado más en los últimos años. Convertida en una prominente defensora del diálogo intercultural, combatir los estereotipos asociados a los países árabes y los ciudadanos musulmanes se ha convertido en una de sus cruzadas más personales. Lo ha hecho de todas las formas y en todos los foros posibles: dando discursos en Harvard y en Davos, pero también a través de su canal de Youtube o de su libro infantil The Sandwich Swap, publicado en 2010. O desde los cargos que ostenta en organizaciones como la Fundación de las Naciones Unidas, Unicef o el consejo del Foro Económico Mundial.
«También ha defendido ardientemente posiciones progresistas, como la igualdad de género», apunta Sean Yom sobre el perfil de la soberana que, con el tiempo, ha ido adquiriendo un carácter cada vez más político y diplomático. En las semanas posteriores a los ataques terroristas de Hamas del 7 de octubre, y mientras la ofensiva israelí contra Gaza escalaba por instantes, Rania se convertía, además, en una de las defensoras más visibles y vehementes de Palestina ante Occidente. Y no se limitaba a hacerlo con una mención más o menos tibia en sus redes sociales. Sino ante las cámaras de CNN y por partida doble: primero en una entrevista con la estrella de la cadena, Christiane Amanpour, y, unos días más tarde, respondiendo a las preguntas de la periodista Becky Anderson. Y en ambas ocasiones utilizando un lenguaje fuerte, directo y valiente, tocando cada tema, apelando a cada una de las partes.
A los medios y líderes de Occidente: «Cuando Israel ataca, mueren palestinos, pero cuando mueren israelíes, son asesinados a sangre fría. ¿Es que siempre que Israel comete estas atrocidades lo hace bajo la bandera de la autodefensa, pero cuando hay violencia por parte de los palestinos, se le llama inmediatamente terrorismo? ¿ Es que la palabra terrorista está reservada exclusivamente a musulmanes y árabes?». A los líderes israelíes que deshumanizan a la población palestina: «Lo único que quieren oír son disculpas de los palestinos. Os bombardean, es culpa vuestra; os matan de hambre, es culpa vuestra; te atreves a nacer en los territorios ocupados, es culpa tuya...». A quienes prefieren olvidar las raíces del conflicto: «Esta es una historia de 75 años, una historia de muerte y desplazamiento terrible para el pueblo palestino. Es la historia de una ocupación bajo un régimen de apartheid» Y, en general, a la conciencia occidental en su conjunto. «¿Se nos está diciendo que está mal matar a una familia a punta de pistola, pero que está bien bombardearlos hasta la muerte? Hay un evidente doble rasero. Y eso es escandaloso para el mundo árabe«, dijo la soberana dos semanas después del estallido de la crisis.
En diciembre, volvía a utilizar la tribuna de otro medio de alcance global como el Washington Post para exigir un alto el fuego y hace semanas que su muro de Instagram está íntegramente dedicado a denunciar la situación humanitaria en Gaza.
Rania en un momento de su entrevista con CNN. /
« Sus entrevistas han tenido un impacto enorme en las redes sociales y han llegado a un público estadounidense que, de otra manera, no recibiría esa visión de la situación. Que una reina moderna, que habla un inglés perfecto y tiene vínculos estrechos con Occidente, lance este mensaje y explique la situación tiene una relevancia enorme. Los reyes de Jordania están haciendo sonar las alarmas sobre una extensión geográfica del conflicto que puede ser devastadora», dice Haizam Amirah Fernández.
Pero el compromiso de la soberana con Palestina no es nuevo. Ni puntual. «La monarquía jordana lleva más de una década advirtiendo sobre una situación explosiva en los territorios palestinos por las acciones de los sucesivos gobiernos israelíes», recuerda el académico. Tampoco se limita únicamente a ese conflicto. «Rania se ha vuelto más franca en cuestiones regionales: criticó activamente al ISIS y ha defendido que Jordania se estaba debilitando debido a la presión que supone absorber a los refugiados sirios», analiza el profesor Yeom.
De hecho, se ha convertido en la mujer más reconocida e influyente de Oriente Medio y, por extensión, de todo el mundo árabe. «No tiene competidoras. El rey Mohammed VI de Marruecos se ha divorciado de su esposa, Lalla Salma . En Egipto, muy pocos conocen a Entissar Amer, la esposa del presidente El-Sisi. Asma Assad, la primera dama de Siria, ha sido vilipendiada por su apego al régimen. Y en el Golfo, muy pocas mujeres de la realeza, salvo Sheikha Moza , son voces diplomáticas activas. Rania es mucho más visible. De hecho, hay que empezar a considerarla un actor político, mucho más que una simple royal», argumenta Yemon.
También es una pieza clave en la maquinaria geopolítica de alta precisión que encabeza la casa real jordana. «Forma parte de un equipo diplomático con varias cabezas. Se hace todo de forma coordinada entre el rey, la reina y el primer ministro. Jordania suele tener buen olfato diplomático, tiene un historial de haber advertido cosas que el tiempo ha demostrado que habría que haber escuchado. Por ejemplo, la invasión de Irak en 2003 o el conflicto sirio. Es una diplomacia sensata, que tiene el conocimiento, el know-how y los contactos, pero también la capacidad de interlocución y de explicar lo que está pasando en la región», concluye Haizam Amirah Fernández.