Aún a riesgo de sonar puritanos, ver series en familia no ha sido del todo fácil estos últimos años. El zapping se convirtió en un paseo entre gemidos y secuencias subidas de tono, los verdaderos protagonistas de las series del momento. Pero tras la revolución sexual, comprobamos que lo de «todo lo que sube, baja» es también aplicable al universo audiovisual. Sí, Euphoria sigue siendo una serie no apta para todos los públicos, pero lo cierto es que la vida sexual de sus personajes no es un muestrario libertino, sino el reflejo más oscuro de sus problemas psicológicos.
La culpa, la adicción o el abuso sobrevuelan cada postura y los rostros de los protagonistas dejan claro que jamás ha existido un final menos feliz ni libidinoso. Incluso And just like that... entendió que en este regreso la ciudad de Nueva York seguía siendo protagonista pero aquellas agitadas aventuras y romances que poblaban los capítulos de la serie de Sarah Jessica Parker habían pasado a mejor vida. ¿Ha perdido el sexo su sex appeal? Tábata Cerezo y Lucía Delgado, fundadoras de IntimAct, el primer colectivo español de Coordinación de Intimidad, implicado en la supervisión de las escenas de contenido sexual durante los rodajes, comparten con nosotros su parecer. «Lo transgresor ahora no tiene tanto que ver con lo explícito, sino con lo auténtico –razona Cerezo–.
El público se está volviendo más exigente y pienso que lo que demanda ahora no es más cantidad de sexo, sino una representación más auténtica, diversa y real de la sexualidad con la que poderse sentir identificado». Delgado está de acuerdo: « El sexo por el sexo en la ficción ya no es transgresor, no escandaliza a nadie y no es lo que consigue que el espectador se quede pegado a la pantalla. Tenemos tanta oferta de contenido que el espectador necesita más razones para quedarse viendo algo. Es la historia la que cobra importancia y las escenas íntimas tienen que formar parte de ella y de la narración.
Lo importante es que las series no sean conocidas solo por la cantidad de sexo en pantalla, sino por la historia, los actores, las localizaciones, el vestuario... Y que las escenas íntimas sean una parte más de esa historia, solo una parte de un todo». De hecho, una de las causas por las que la serie Heartstopper ha sido tan aplaudida es la ausencia de sexo en la trama, que narra el primer amor de dos adolescentes LGTBIQ+, una comunidad que siempre ha sido hipersexualizada en la ficción y que ahora profundiza en las luces y sombras emocionales de las relaciones queer cambiando las drogas y el sexo por dulces batidos y partidas de bolos.
Tras un aluvión de series en las que las escenas sexuales se incluían sin relevancia narrativa, siendo su objetivo meramente impactar, ahora apreciamos más las emociones y las palabras que el intercambio de fluidos. Incluso hemos normalizado (al menos en la pequeña pantalla) los tríos, el BDSM y el poliamor, por lo que lo que lo más atrevido, rebelde e irreverente es precisamente o la ausencia de sexo, o el sexo más mundano.
En la nueva era del normcore sexual, además, no podemos olvidar que los contenidos se producen pensando en los dispositivos en los que serán consumidos, y es innegable que ver Heartstopper en el iPad o en el móvil en el metro pondrá menos nervioso a quien tengamos al lado que cualquier capítulo de Juego de Tronos. Si el sexo no aporta nada a la trama, funciona como el porno, y para eso hay mejores plataformas en las que encontrarlo. En cambio, funciona bien como reflejo de ciertos anhelos, personalidades, miedos y motivaciones. «La sexualidad de cada uno puede ser un lugar muy complejo, de mucha contradicción y vulnerabilidad.
Si se explora bien, aporta a la historia un contexto muy interesante para revelar aquellas facetas o secretos de los personajes que no podemos ver en otras escenas», explica Tábata Cerezo. «Además, esa sexualidad, hoy en día, ya no es algo que se oculta o que se ve como prohibido, sino que se explora con libertad, algo que es clave para la aparición de nuevos conflictos y cuestionamientos al respecto», matiza Lucía Delgado.
El éxito de Gente normal y de la recién llegada Conversaciones entre amigos, ambas adaptaciones a la pequeña pantalla de las novelas homónimas de Sally Rooney, han sido recibidas con emoción preciosamente porque sus personajes, que manfiestan en su gran mayoría problemas a la hora de expresar sus emociones con palabras, encuentran en el sexo la herramienta para hacerlo. La sexualidad normcore demuestra que la ficción televisiva ha encontrado la fórmula para hacer que las escenas más íntimas sean integradas y celebradas: que tengan la misma fuerza que los diálogos. Las nuevas series han bajado su calificación por grupos de edad, pero le han dado viagra a la intensidad.
20 de enero-18 de febrero
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