Sheryl Sandberg: la nueva vida de la jefa de Facebook (después de 'abandonar' por sorpresa a Mark Zukerberg)

Sheryl Sandberg es la empresaria más famosa del mundo. Como directora de operaciones de Facebook, durante años se la ha identificado como el rostro humano del gigante de Mark Zuckerberg . Ella se había unido a una empresa llena de veinteañeros tecnológicos en 2008 y la convirtió en una lucrativa plataforma publicitaria. Bajo su gestión, los ingresos se dispararon de 777 millones de dólares, en 2009, a 117.000 millones, en 2021. En una ocasión aseguró que ella «estaba en este planeta para hacer crecer organizaciones».

Pero hace poco más de un mes, todo eso se acabó. Sandberg (Washington, 1969) anunció que dejaba Meta, el nuevo nombre del imperio de Zuckerberg, en (¿dónde si no?) una publicación de Facebook. Su jefe escribió después que era «el final de una era», y un par de días después anunciaba el nombramiento del oscense Javier Oliván para ocupar ese puesto.

Aunque a Sandberg se la conocía como la «mano derecha» de Mark Zuckerberg, durante los últimos años surgieron insistentes rumores de que se había abierto un abismo entre ellos dos. Gran parte de las acusaciones que se hacían contra Facebook (difusión de desinformación, su intervención en las elecciones presidenciales de EE. UU. de 2016, las preguntas sobre los datos de los usuarios) parecían no afectarle. Los medios estadounidenses sugerían que su poder había disminuido, y que tenía menos personal a su cargo. «Sentarme al lado de Mark durante estos 14 años ha sido el honor y el privilegio de toda una vida», escribió en su mensaje de salida.

Pero, ¿por qué la directiva que ha animado a las mujeres a ser ambiciosas y apostar por su trabajo lo deja todo y se retira? ¿A los 52 años, es otra mujer de mediana edad forzada a dejar su puesto por la discriminación de edad que sufren las mujeres? ¿O es el ejemplo de alguien poderoso que ha elegido reenfocar su vida?

No es la primera vez que hablo con Sheryl Sandberg. Volé a California para entrevistarla justo antes de que la pandemia cerrara las puertas del mundo. Silicon Valley siempre suena «glamouroso», pero el campus de Meta me recordó a un Ikea, cubierto de vidrio reflectante azul y aparcamientos interminables. La sede es tan grande que los empleados usan bicicletas para ir de un extremo al otro e incluso Sandberg y Zuckerberg trabajaban en puestos abiertos en la planta común, sin despachos.

Ella no parece la de siempre. En otras ocasiones, hablaba muy rápidamente y aportando mucha información. Pero esta conversación está marcada por pausas largas, que no parecen suyas.

¿ Por qué ha decidido marcharse ahora? «Bueno, no hay una sola cosa o un solo día –responde–. Llevo 14 años en un trabajo que acepté pensando que duraría cinco, pero que se prolongó...». Hace una larga pausa. «Ya hemos hablado antes sobre cómo las mujeres se enfrentan a desafíos cada vez mayores en cada etapa. Al principio de sus carreras se les dice que no deben aceptar trabajos importantes si quieren formar una familia, o que si los aceptan no permanecerán en él mucho tiempo por los niños. Y la discriminación por edad afecta más a las mujeres».

De ella se dijo que era «de mediana edad» a los 35 años, cuando comenzó en Facebook. Hay muy pocas mujeres ejecutivas mayores en el mundo de la tecnología. Y, con su marcha, deja atrás un equipo de liderazgo fundamentalmente masculino. Entonces, ¿por qué irse ahora, con los desafíos que tenía por delante? «No hay un principio o un final claro para el negocio de la publicidad, ni un principio ni un final para el Metaverso», dice, con poca claridad.

Eso es cierto. Pero había una sensación creciente de que ella no encajaba en Metaverso, el nuevo proyecto de Zuckerberg. Se decía que estaba «tirando la casa por la ventana» para destinar más fondos a la realidad virtual y que la marcha de la hasta ahora directora de operaciones consolida su poder, ya que gestionará a muchas personas que estaban bajo su mando. «Estoy centrada en hacer una transición suave –asegura Sandberg con firmeza–. Estoy orgullosa del equipo que hemos construido. Estoy orgullosa de que Mark... –se corrige a sí misma–, de haber tomado esta decisión... que hablé con Mark, y que anunciamos muy rápido. Me centraré en la transición hasta el otoño y luego me tomaré un respiro y me dedicaré más a las mujeres y a la filantropía. Pararé un tiempo y pensaré en qué voy a hacer». ¿ Se está despidiendo de su carrera? ¿Es su final como ejecutiva? ¿O espera una nueva etapa? Hace otra pausa. «Nunca digas nunca. Yo, más que nadie, sé que nunca sabes lo que te deparará la vida».

Algunos analistas aseguran que es prudente que se vaya ahora: el precio de las acciones de Meta se ha desplomado (Zuckerberg ha dicho que la compañía podría tardar 10 años en tener ganancias). Además, el número de usuarios de Facebook ha disminuido por primera vez ( los jóvenes prefieren TikTok) y el crecimiento de Instagram se ha ralentizado. Y el ex viceprimer ministro del Reino Unido, Nick Clegg, es ahora portavoz de Zuckerberg y responsable de las relaciones con el Gobierno (dos funciones que solía hacer Sandberg).

También se dice que ella y su jefe estaban en desacuerdo sobre uno de los problemas de la red social: la moderación de contenidos. Él prefería «publicar y aguantar las críticas», mientras que ella estaba preocupada por los efectos dañinos del discurso polarizador y por los trolls. Sin embargo, me quedo con la impresión de que las razones personales han pesado en su renuncia: «Este es un trabajo maravilloso, pero no deja tiempo y espacio para muchas otras cosas...», dice, con cierta emoción en la voz. Porque debe encajarse en el contexto de un nuevo comienzo en la vida personal de Sandberg.

Cuando nos conocimos antes de la pandemia, comentó con entusiasmo lo emocionada que estaba por haberse enamorado de nuevo, después de que su marido, Dave Goldberg, muriera repentinamente en 2015, a los 48 años, mientras estaban de vacaciones en México. Y reconoció que le había preguntado a su novio, el director de marketing Tom Bernthal (les presentó el herma no de Goldberg), si pensaba en boda, porque «las mujeres no deberían esperar a que se lo pidan, tenemos que seguir planificando nuestras vidas». Este verano la pareja contraerá matrimonio. Ella tiene dos hijos adolescentes y él tres. Es un gran cambio para cualquiera.

Además de realizar un gran trabajo en Facebook, Sandberg escribió Vayamos adelante, en 2013, un libro superventas que animaba a las mujeres a desarrollar sus carreras, y creó la Fundación Lean In que ahora dirige 60.000 círculos (para alimentar la ambición femenina) en 189 países. Pero su mensaje de empoderamiento femenino ha sido muy criticado en los últimos años, porque solo se dirigía a mujeres blancas y adineradas. «No siempre es suficiente apoyarse; eso no funciona en todos los casos», dijo Michelle Obama en 2018, en una conferencia.

Sin embargo, ha intentado abordar esa crítica sobre la diversidad a través del trabajo de su fundación. Sus máximas son buenas consignas para todas las trabajadoras: «Algo hecho es mejor que algo perfecto»; «No te vayas antes de irte» (sobre las mujeres que reducen su jornada tras ser madres) y «Coge un sitio en la mesa».

Tal vez se esté dando cuenta ahora de que tenerlo todo también puede significar hacerlo todo, y hay límites. De hecho, no es casualidad que, tras la pandemia, las mujeres trabajadoras estén reconociendo niveles récord de agotamiento.

«El movimiento de Sheryl muestra que las mujeres no son solo su trabajo», explica su amiga Arianna Huffington, de 71 años, cofundadora de The Huffington Post y voz experta en el agotamiento. «Cuando tienes un gran trabajo como el suyo, existe la tentación de identificarte con él y, cuando lo dejas, no sabes quién eres. Muchas mujeres se quedan en esos trabajos, incluso cuando ya no les satisfacen, porque nuestra identidad se vincula mucho con el trabajo. Sheryl está siendo muy valiente. Está pasando a la siguiente etapa de su vida. Tiene muchos nuevos comienzos: nuevo esposo, nueva familia. Y ella siempre ha sido mucho más que su trabajo en Facebook o sus libros», asegura Huffington.

«Quiero hacer más cosas con mi fundación –asegura la propia Sandberg–. Necesito dedicar tiempo y espacio a ayudar a las mujeres. Este es un momento crítico: la pandemia ha llevado a que el 40% de las mujeres piensen en dejar sus trabajos, hay tasas muy altas de agotamiento. Tengo ganas de potenciar mi trabajo en ese ámbito, quiero ser una fuerza que impulse ese cambio».

Sandberg y yo hemos hablamos sobre ese impulso de cambio en la mediana edad. Sobre cómo, a los 50 años, hemos llegado a un punto de inflexión en el que surge la necesidad de hacer algo diferente. Del paso del tiempo. De cambios de prioridades. De la sensación de que, si queremos hacer algo diferente, tenemos que hacerlo ahora. «Hemos hablado mucho sobre las etapas de la vida, las transiciones y la carga que llevan las mujeres, primero con los niños, luego con el cui- dado de los padres... La gente sigue preguntándome si hay otra razón. Pero no hay más que contar...», asegura.

Su voz suena emocionada. Quizás hemos llegado al quid de la cuestión. «Mi suegra falleció. Fuimos a su funeral la semana pasada. Es un momento en el que te das cuenta de que existen estos días y estas transiciones. Esa vida... De verdad, no hay nada que haya motivado la decisión. Solo la vida.»

«Es un mundo diferente el de ahora –coincide Huffington–. Las mujeres están en su mejor momento en la mediana edad. No necesitamos mirar por encima del hombro para obtener aprobación, podemos hacer lo que queramos. Sheryl puede modelar ese cambio hacia una nueva fase para toda una generación de Queena- gers». Ese podría ser el nuevo apodo de las mujeres de mediana edad, dueñas de nuestro destino.

Así es como Sheryl Sandberg quiere que veamos su cambio: «Me encanta esta nueva narrativa sobre las mujeres mayores y lo que somos capaces de llegar a ser. Estoy orgullosa de ser una 'Queenager'».