La vida artística y emocional de Soleá Morente (Madrid, 1985) quedó en suspenso un 13 de diciembre de 2010. Preparaba el lanzamiento de su primer disco bajo la tutela de su padre, el revolucionario cantaor Enrique Morente, fallecido en tan fatídica fecha. Cinco años después, el mundo conoció por fin a Soleá. Y, como recuperando el tiempo perdido, la mediana de los Morenteno ha parado desde entonces, presa de una hiperactividad apabullante: cine, televisión, radio y música, sobre todo mucha música. Cuando encara el fin de gira de su disco Aurora y Enrique –entregado a la memoria de sus padres–, repasamos el momento vital de una artista imprescindible en el panorama español.
MUJERHOY. Discos, radio y televisión, proyectos sin fin… ¿De dónde saca tiempo?
SOLEÁ MORENTE. Cada día me doy cuenta de que sé menos. Quiero aprovechar el tiempo que esté en la tierra para mejorar y ofrecer lo mejor de mí. Lo único que echo de menos es no tener más tiempo para ver a la familia. También más tiempo para dormir, porque sufro insomnio... Por eso escribo tantas canciones sobre ello.
MH. Se ha estrenado recientemente como locutora en Radio 3, en un programa que ha bautizado como 'Cariño, sabes que soy de otro planeta', un verso de su productor, David Rodríguez.
La primera vez que oí su canción me encantó y me sentí súper identificada con la letra. Es la frase que le diría a mi pareja o a mis hijos el día de mañana, si los tuviese. Lo que yo quería expresar en el programa era que es un lugar abierto a todos y en el que todo puede ocurrir. Y así es la música que pongo: de La Niña de los Peines a David Bowie o Adela la Chaqueta. Me gusta recuperar a cantaoras no tan conocidas, como Isabelita de Jerez o Tía Anica La Piriñaca. Tengo una lista interminable de maestros y maestras del cante y de la guitarra que me apetece mucho compartir.
MH. Haga lo que haga siempre vuelve al flamenco. ¿Qué le debe al género?
Todo. El flamenco tiene un poder de transmisión que mira la que se está liando. Ahora mismo está de moda y todo el mundo quiere ser flamenco o flamenca. En mis canciones suelo trabajar desde polos opuestos: estrofas trabajadas con una perspectiva muy pop y muy coloquial a las que añado un estribillo muy flamenco. Intento que se habitúe el oyente al cante jondo, porque tiene emoción y no es aburrido. Hay que escuchar con el corazón.
MH. En su música y su persona pública hereda esa experimentación de la que siempre hizo gala su padre. ¿Existe el «gen Morente»?
Mi padre es –porque a mí me gusta hablar de él en presente– un artista de los más eclécticos y experimentales que tenemos. Pero es que era igual como padre, como marido y como abuelo. Sin embargo, no nació en una familia de artistas. Él decía que se dedicaba al cante por «una extraña ley de la naturaleza». Por muy vanguardista que sea el ambiente en el que te has criado, si no va en tu naturaleza y no te sale de corazón, no te sirve de mucho.
MH. Él fue maestro de muchos y de muchas. Rosalía, por ejemplo, le homenajeó en 'Aunque es de noche', canción de su primer álbum. Tanto usted como otras artistas se han acercado al flamenco desde el pop. ¿A qué se debe?
Estamos en un momento en el que recurrimos a la raíz, a los ancestros. Necesitamos certezas, encontramos con nosotros mismos en un mundo que va demasiado rápido, en el que hay un sistema dominante que va a toda velocidad, y no nos deja disfrutar de la vida. Así que recurrimos a las madres, a la raíz, al origen. De ahí expresiones como las de María Arnal, Niño de Elche, Rosalía, Rocío Márquez... La vanguardia se está instalando como tradición. Ahora la tradición es el autotune, o ponerle a una canción unas palmas por tangos, o samplear una soleá. Es muy interesante y está muy bien que lo hagamos, pero hoy es más rompedor volver a la raíz y poner una guitarra y una voz, y p'alante.
MH. ¿Su próxima metamorfosis pasa por convertirse en una purista?
Una cosa es el purismo y otra, lo puritano. Me indigna un poco cuando se contagia y se malentiende el término de pureza. Para mí, la pureza es maravillosa. Es ser sincero, hacer algo porque te sale del alma. Y es distinto de cantar o bailar bajo unos cánones, dictados por no sé quién, que dicen que tienes que cantar de una manera y, si no lo haces, no vales un duro o no lo sientes. ¿Usted quién es para saber de mis alegrías, mis fatigas, mis penas y mis expresiones artísticas? ¡Sí a la pureza! ¡No al puritanismo!
MH. Sus hermanos, Estrella y Kiki, cultivan un sonido más ortodoxo. ¿Envidia algo de ellos?
Más que envidia, les tengo admiración profunda, porque son dos grandísimos artistas con unas facultades vocales sobrenaturales. De ellos aprendo y en ellos me inspiro. Nadie puede cantar como ellos. Yo soy más minimalista. Busco la emoción desde un lugar diferente al suyo.
MH. También se diferencia de ellos en que ha conseguido esquivar a la prensa del corazón.
De momento... ¡Crucemos los dedos!
MH. ¿Cómo llevó todo el jaleo de la relación de su hermano Kiki con Sara Carbonero?
Yo es que no me suelo enterar mucho porque... ¡estoy en otro planeta!
MH. Una constante desde que debutó como artista es hablar de desamor, tanto en sus canciones como en las entrevistas. ¿Tan mal le va?
Me cuesta mucho no ser sincera con la prensa. Ahora se lleva decir que todo está bien, pero yo paso por fracasos amorosos, como todas. Hoy estoy en un momento de madurez, positivo y bonito... Las cuestiones sentimentales me las tomo de otra manera. Me preocupan lo justo. En el último año y medio lo he trabajado bastante con una psicóloga maravillosa. A raíz de la terapia, he leído mucho y me metí a hacer un curso de programación neurolingüística. Me ha ayudado mucho a mejorar. Así que no, ya no pienso decir que estoy mal.
MH. Madre gitana y padre payo. Ha colaborado con la Fundación Secretariado Gitano...
Fue a través de Marina, la hija de Antonio Carmona. Estaré en todo lo que signifique apoyar a la igualdad de género y la defensa de los derechos humanos, ya sea de gitanas, saharauis o iraníes.
MH. Su profesor en la universidad fue el poeta Luis García Montero, actual director del Instituto Cervantes. ¿Mantiene el contacto?
No tanto como me gustaría. Es un hombre muy ocupado, pero es muy cercano, muy familiar, y muy atento, siempre responde.
MH. Se licenció en Filología Hispánica. ¿Se ha planteado una carrera literaria?
La literatura es una fuente inagotable de inspiración, una isla en la que me construyo como mujer y como música. Me permite relajarme, me calma y me da paz. No sé si me atreveré alguna vez a publicar un libro. De hacerlo, sería mi diario, en el que llevo escribiendo muchos años y que me gustaría compartir con la gente.
MH. Lleva tiempo trabajando también junto al cantautor Paco Ibáñez. ¿En qué punto están?
Todo empezó porque una de mis canciones favoritas era Palabras para Julia. Antes de que muriera mi padre, la grabamos juntos. Desde ese momento, me hice fan de Paco, después lo conocí y es una de las cosas más fascinantes que me han pasado. Ahora es uno de mis mejores amigos.
Maquillaje y peluquería: Piti Pastor (Ana Prado) para Nars y GHD. Asistente de fotografía: Pedro Melo. Asistente de estilismo: Inés Esnal.