La cantautora Valeria Castro lleva cazadora de encaje de Guess y camiseta y pantalón de Mango. /
Conserva intacto su dulcísimo acento isleño, pero el vértigo con el que habla es el de Madrid. Tras cinco años en la capital, Valeria Castro (La Palma, 1999) siente que ha llegado su momento. La jovencísima y anónima cantante que emocionó con sus versiones a Alejandro Sanz , Leiva, Amaral o Pau Donés –«supe a través de un amigo que escuchó mi grabación de Agua poco antes de fallecer y que le había encantado»–, ahora defiende las canciones de su puesta de largo, con cariño y con cuidado.
Encara una gira que le llevará por toda España y Latinoamérica hasta final de año. Lo hace con los deberes hechos. Ha acabado sus estudios universitarios de Biotecnología y proclama liberada: «Ya puedo decir que ahora la música es mi vida».
MUJERHOY. ¿Qué vínculo hay entre la música y la biotecnología?
Valeria Castro. Todavía no encuentro ninguno. Ahora estoy haciendo mi trabajo final de Grado sobre la biotecnología de los sentimientos, e intentaré relacionarlas. Mi faceta musical es la parte visceral de mi vida y la biotecnología representa mi lado más académico y responsable.
¿Puede explicarse científicamente lo que provocan sus canciones?
Es lo que me gustaría descubrir, saber si estoy transmitiendo la misma emoción que yo siento. Aunque trabajo mucho desde la melancolía o la tristeza directamente, siempre procuro dar con un halo de luz. Quizás eso es l o que emociona a la gente de mis canciones: no tanto hundirte en un pocito, sino saber que desde ahí se puede encontrar la luz, la esperanza, ese hilito melancólico que ayuda a disfrutar un poquito más la vida.
Títula sus canciones en minúscula, e incluso algunas en diminutivo, como chiquita o poquito. ¿Es una declaración de intenciones?
La verdad es que sí, es algo que tiene mucho que ver con mi forma de vivir. Chiquita o poquito son palabras con las que me siento cómoda, que me han acompañado y que también reflejan esa fragilidad en la que encuentro la fuerza. Para subirme a un escenario y cantar delante de mucha gente tengo que recurrir a la intimidad, que es donde compongo y muestro mi vulnerabilidad.
¿Es una conclusión a la que ha llegado a los 24 años o siempre lo ha tenido tan claro?
Una mezcla de todo, de aprendizajes propios y de lo que he vivido en casa. «Valería, ten cuidado, que eres chiquita», me decía mi madre, y lo tengo siempre presente. « Con cariño y con cuidado» era una frase que tenía apuntada, que sabía que algún día utilizaría en una canción. El día que lo logré, hace un año, supe que así era como se tenía que titular también mi disco. Quería que cuando la gente buscase en internet mi nombre lo primero que saliera al lado fuera esa frase: «Valeria Castro con cariño y con cuidado».
Pero también recupera la tradición de esos discos en los que el nombre del artista y el título componían una frase. ¿Es una nostálgica?
Me gusta mirar al pasado, pero siempre para llegar al presente y ser capaz de contarlo. Es la manera de ubicarte, de plantar bien los pies en el suelo. Soy un alma vieja a la vez que una niña, y espero serlo así también cuando sea muy mayor, conservar esa capacidad de asombro que podía tener con siete años.
¿Fue a esa edad cuando escribió su primera canción?
No, tenía cinco añitos. Nunca la cantaré en público, aunque la recuerdo perfectamente y es algo que prefiero guardarme para mí. [Risas] Fue una melodía que se me ocurrió cantando, porque no empecé a tocar el piano hasta los seis años, y tuve esa sensación extraña de haber creado algo. También me imaginé sobre un escenario interpretándola, viéndome frente a un público, y ese sueño ahora se está haciendo realidad.
¿Intimida tener a tanta gente mirando y escuchando?
¡Todo lo contrario! Me gusta ver sus caras. Este año tocaré en festivales y recintos grandes, pero en los teatros pequeñitos disfruto mucho cuando se enciende una luz y encuentro los ojos de alguien. Ahí siento que le estoy cantando una historia, compartiendo algo que escribí para otra persona. guerrera es una canción que dediqué a mi madre y mi abuela, pero ver que a otra mujer le cae una lágrima de emoción cuando la canto es de las cosas más bonitas que me han pasado. Yo también soy así como espectadora. He sentido esa conexión en conciertos de otros, aunque quién sabe, lo mismo no me miraban a mí y simplemente les estaba deslumbrando un foco. [Risas].