Cuando tu primera novela es considerada por la crítica uno de las mejores libros del año, los lectores la mantienen semana tras semana en la lista de las más vendidas, una estrella de Hollywood como Elisabeth Moss compra los derechos para interpretarla y hasta el New York Times te compara con Patricia Highsmith, es lógico pensar que todo va a ir a peor.
Irremediablemente. Incluso aunque no vivas en el «pesimismo extremo» del que presume, entre risas, Virginia Feito (Madrid, 1988). «Ya sólo podemos ir para abajo –responde rápida e irónica–. La acogida de la novela ha sido brutal, y eso te hace sentir un orgullo especial, pero también te da un poco de miedo. ¿Cómo voy a poder sostenerlo? Es imposible seguir en ese nivel. ¿Tendría que venir Obama y darme un Óscar?».
La escritora ha participado en Santander WomenNOW, conversando sobre Historias que cuentan con María Fasce, directora literaria de Alfaguara, Lumen y Reservoir Books, y Laura Fernández Espeso, ?CEO de The Mediapro Studio. Hace justo seis meses apareció en las librerías La señora March, una historia tan inquietante como adictiva, escrita en inglés, sobre una ama de casa del Upper East Side neoyorquino que se embarca en una investigación desquiciada para resolver un asesinato.
Desde entonces, miles de lectores se han enganchado a su historia y un vendaval ha agitado la vida de Feito, que dejó la publicidad para dedicarse a escribir. Mientras sigue pendiente de su adaptación al cine, todavía sin fecha, en la que trabajará como guionista y productora ejecutiva, la escritora madrileña ya está inmersa en su segunda novela. «Me llevo entrenando como pesimista desde que nací y más o menos lo llevo bien, pero es inevitable pensar que no va a gustar a los fans de La señora March. Me ha salido una historia fea, agresiva y violenta, pero me gusta. Es como ese hijo rarito, pero al que quieres más».
Feito cree que el público acepta mejor la violencia en una película que un libro y reconoce que escribe «para relacionarme con el mundo e investigar temas que me preocupan y no sé muy bien cómo abordar: la violencia, los problemas a los que se enfrenta el feminismo, las presiones que sufren las mujeres para aparentar perfección, por qué nos importan las apariencias... Son temas que me siento cómoda abordando así. Para mí, los relatos son maneras de traducir esa realidad o transformarla. La ficción es indispensable para explorarnos a nosotros mismos».
20 de enero-18 de febrero
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