
belleza
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1. Yo solo como cuando tengo hambre. Si eso fuera verdad los nutricionistas estarían de vacaciones. Ellos saben que también comemos por razones sociales y emocionales, por aburrimiento o por hábito. Además, comemos a toda velocidad, no masticamos e ignoramos las señales de saciedad que nos envía el cerebro.
2. No importa lo que beba, además... no soy un (o una) gran bebedor (bebedora). Una caña o una copa de vino con cada comida son calorías que suman y boicotean nuestras intenciones de perder peso. Lo sentimos, pero lo que se bebe también engorda.
3. Tomo cinco comidas diarias. A esa estrategia habría que añadir un adjetivo: "pequeñas". De lo contrario ganarás peso. La idea es dividir las calorías totales del día entre cinco o seis porciones para acelerar el metabolismo, no de ponerte las botas seis veces al día.
4. Como alimentos sanos "siempre". Todos pensamos que comemos razonablemente bien, pero la realidad es otra bien distinta: comemos más y peor de lo que creemos. Es mejor no relajarse y tener la alerta encendida para detectar los errores de nutrición que cometemos y corregirlos.
5. Entreno a diario y a muy alto nivel, puedo comer lo que quiera. Aunque entrenes muy duro cinco veces a la semana no puedes permitirte comer lo que quieras si tu objetivo es perder peso. Para adelgazar debes reducir la ingesta y buscar un déficit de calorías. Si vas al gimnasio y comes mucho, engordarás. Avisada quedas.